Por Cecilia Hopkins
Tres comicastros asistidos
por una pareja de clowns todo terreno enmarcan las idas y
venidas de un Cristóbal Colón que se revela más soñador
y testarudo que el marino aventurero de los libros. Son los personajes
que Adela Basch creó para su obra Colón agarra viaje a toda
costa, que acaba de estrenarse en el Buenos Aires Design (Pueyrredón
y Libertador). Con dirección de Noemí Frenkel y música
original de José Luis Castiñeira de Dios, la pieza cuenta
con la actuación de Alejandro Awada en el rol protagónico,
Tony Lestingi y Vanessa Miller como los presentadores y Marcelo Subiotto,
Cristela Lorca y Mike Amigorena, desdoblándose en una multitud
de personajes, entre nobles, consejeros reales y marinos. La coreografía
pertenece a Silvina Szperling y la escenografía y el vestuario
a María Ibáñez Lago.
La autora, que tiene escritas unas cuarenta piezas para chicos, muchas
de ellas en pequeño formato, se dio a conocer hacia fines de los
70 con Abran cancha que aquí viene Don Quijote de La Mancha. A
partir de entonces, Basch no dejó de producir obras compuestas
en verso de principio a fin, incluidas las acotaciones de escena. Su relación
con la literatura empezó con los cuentos narrados por sus padres
antes de dormir o durante el almuerzo de los domingos, cuando todavía
no había televisión, según cuenta en la entrevista
con Página/12. Y si su encuentro con el teatro ocurrió en
las butacas del Gran Splendid antes de que engrosara la lista de los cines,
la pasión por escribir se le desató luego de cumplir los
30 y terminar la carrera de Letras, olvidada de tantos exámenes
y datos inútiles, una vez recobrada la capacidad de disfrutar de
la vida. El juego es para la autora una de las armas más
valiosas de la creación: Para el común de la gente
sólo juegan los chicos, los locos o los irresponsables, afirma.
Sin embargo, el juego nos da la posibilidad de abrirnos, de aprender
a equivocarnos y volver a empezar, de reírnos de nosotros mismos...,
pero el precio de pasar a ser un adulto es abandonar el juego, se
lamenta.
¿Por qué eligió escribir para chicos?
Podría dar otras explicaciones, pero la verdad es que escribo
para ellos porque yo todavía sigo siendo una niña y escribo
para mis pares. Lo sé porque siento necesidad de payasear, de jugar
con las palabras. Y lo sé, también, porque reconozco que
necesito seguir aprendiendo, porque no tengo ningún conocimiento
certero sobre nada. Lo que me gusta de la literatura para chicos es que
puedo abordar las cosas más serias, y hasta graves diría,
desde un costado juguetón. Los temas que uno puede tocar en la
literatura, ya sea para chicos o para grandes, son siempre los mismos:
las cosas del amor y la muerte, la comunicación, el respeto, la
tolerancia hacia los demás.
¿Le preocupó mantenerse fiel a los datos históricos?
No demasiado. A partir de la figura de Colón quise crear
un personaje que encarnara la posibilidad del hombre de trasponer límites.
A veces me da la impresión de que todos estamos limitados por fronteras
autoimpuestas: decimos el mundo termina acá, yo sirvo para
esto y nada más. En cambio, el personaje de Colón
es un transgresor: desafía todos estos límites con los que
solemos reducir nuestras posibilidades. Creo que la realidad es mucho
más multiforme y vasta de lo que nuestras estructuras mentales
nos permiten percibir, que tenemos más recursos de los que creemos.
Puede sonar ingenuo en esta época posmoderna, pero yo soy muy optimista.
Tengo confianza en el ser humano, en su capacidad de luchar por su libertad.
¿Qué nuevos personajes tiene en mente?
Alfaguara está por editar mi nueva obra, que tiene a San
Martín como protagonista. Esta vez estuve mucho tiempo investigando
porque necesitaba leer cartas y escritos como para forjarme mi propio
San Martín. Está escrita con mucho humor pero también
muy en serio. Toda la obra gira alrededor del tema de la libertad y están
presentes sucesos reales: el momento en que abandona una carrera exitosa
en España por sus ideales, el cruce de los Andes, su relación
con Remedios y hasta el encuentro con Bolívar. Están reflejados
muchos rasgos de su personalidad que me parecen muy fuertes, como el actuar
por un ideal sin pedir nada a cambio o el haber sido precursor de los
derechos de la mujer y de los aborígenes.
¿Dónde está puesto el humor en esta obra?
Una vez más, lo humorístico está puesto en
el lenguaje, en el juego con las palabras y la rima, en esta mezcla de
ideas fuertes y consistentes con el lenguaje que habla un chico de hoy.
Si en Colón... escribí Colón quiere llegar
a la otra orilla pero le cuesta mucho que le den bolilla, aquí
se dice Con el triunfo de San Lorenzo, San Martín se anotó
un porotazo, los realistas se rindieron y se fueron al mazo. Sé
que hay una transgresión allí. Pero el texto es muy respetuoso
aún cuando este San Martín no es de bronce, sino muy humano.
Incluso se puede llegar a bailar una cueca o hasta se lo puede hacer medio
murguero. En este punto, los que pondrán el cuerpo serán
los que decidan, porque yo escribo teatro en mi escritorio. Siempre me
sorprende el espesor que los directores y actores les encuentran a los
personajes, que los vuelve más ricos, porque se han apropiado de
la obra. En cambio, cuando el respeto al texto es literal, el espectáculo
suele ser muy pobre.
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