Por Miguel Bonasso
Algún amigo de los
servicios le habrá hecho saber que su captura era inminente
y el teniente de fragata retirado Jorge Radice (alias Ruger o Gabriel)
optó por entregarse en el Edificio Libertad, sede de la Armada.
De ese modo, él y sus antiguos camaradas del GT 33/2 de la ESMA,
los capitanes retirados Francis William Wahamond (alias Duque) y Juan
Carlos Rolón (Alias Juan o Niño) lograron eludir (por ahora)
las imágenes que tanto temen: caballeros del mar devenidos reos
esposados subiendo las escaleras de Comodoro Py, acosados por los movileros
e insultados por los hijos de las víctimas. A Emilio Massera no
le hizo falta presentarse porque ya está con arresto domiciliario.
Y el capitán de fragata retirado Jorge El Tigre Acosta
también está detenido en Campo de Mayo por el delito imprescriptible
del robo de niños. Todos ellos, más la jueza en lo contencioso
administrativo Emilia Marta García y el escribano Arnoldo Dárdano
(que al cierre de esta nota aún permanecía prófugo)
fueron convocados a indagatoria por el juez federal Claudio Bonadío,
acusados de varios delitos no excarcelables: asociación ilícita;
supresión ilegítima de la libertad individual, desapoderación
extorsiva de bienes y falsificación de documentos públicos
y privados, en perjuicio de Victorio Cerrutti, Omar Masera Pincolini,
Horacio Palma y Conrado Gómez, desaparecidos en enero de 1977.
En particular, la investigación del secuestro del abogado mendocino
Conrado Gómez permitió encontrar pruebas decisivas para
encartar a los represores del GT 33/2 de la Escuela de Mecánica
de la Armada. Aunque todos ellos habían sido beneficiados por el
indulto o por la ley de obediencia debida, una resolución de la
Sala II de la Cámara Federal que excluye al robo de los bienes
de los desaparecidos de los beneficios de la obediencia debida, permitió
procesarlos. Igual que ocurrió antes con el robo de niños,
se abrió una ventana judicial contra la impunidad que podría
ampliarse merced al fallo de otro juez federal, Gabriel Cavallo, que decretó
la inconstitucionalidad de la obediencia debida.
Las detenciones apenas fueron registradas por los medios a pesar de que
revisten gran trascendencia para desentrañar importantes secretos
del terrorismo de Estado, como el tema del llamado botín
de guerra que le produjo decenas de millones de dólares a
la asociación ilícita que comandaba el Almirante Cero
e integraban los hombres de la ESMA. En particular, el contador público
asimilado por la Armada Jorge Radice, un experto tirador y un temible
asesino según su ex prisionero Martín Grass.
Radice, a quien su amigo el ex montonero y actual empresario de seguridad
e inteligencia Rodolfo Galimberti define como un ex combatiente
sin mayor responsabilidad en los secuestros y asesinatos perpetrados por
la Marina durante la última dictadura, es una pieza clave para
arrojar luz sobre un ángulo central (y particularmente repugnante)
del terrorismo de Estado: la rapiña sobre los bienes de los desaparecidos
como acumulación primitiva de un capital que se expandiría
en las dos últimas décadas y generaría importantes
grupos económicos y grandes fortunas personales. Esa investigación
podría arrojar datos sobre lo ocurrido con la venta de armas a
Croacia y con ciertos curiosos suicidios como el del ex ejecutivo
del Banco Nación Marcelo Cattáneo o el capitán de
fragata Horacio Estrada, también represor del GT33/2 y amigo, como
Radice, de Miguel Angel Egea y Alberto Kohan.
Ruger es el hijo de un humilde zapatero. En la represión clandestina
apretaba el gatillo, en la democracia integró la conducción
del grupo de la derecha peronista Guardia de Hierro y fue asesor en el
bloque de Herminio Iglesias. En el arranque del menemismo se vinculó
a Alberto Kohan a través de su amigo y socio Miguel Angel El
Colorado Egea, unempresario con varias causas por estafa, que diversas
fuentes vinculan a la Triple A y los grupos de tareas militares de Córdoba.
Especialmente el capitán del Ejército Héctor Vergez,
torturador de La Perla y creador del grupo terrorista Comando Libertadores
de América. Verges, de fluida relación con el dirigente
peronista Julio César Chiche Aráoz era (casualmente)
un experto en reducir bienes de los detenidosdesaparecidos.
Ruger se inició en los negocios sucios a nivel artesanal y minorista,
en los tiempos terribles del Pañol Grande de la ESMA. Era cuando
las ropas, los electrodomésticos y toda clase de bienes de los
desaparecidos se acumulaban en el antiguo Casino de Oficiales de la Escuela
de Mecánica de la Armada, en filas e hileras que evocaban la industria
del terror en Auschwitz, las extracciones de oro dental practicadas por
los nazis y negociadas luego por la banca suiza. Ya en esa época,
recuerda un sobreviviente de aquel infierno, el Tigre Acosta
le reprochaba al combatiente Radice haberse embolsado un vuelto
de ciento veinticinco mil dólares.
Fue un buen comienzo. Lo perfeccionaría utilizando el trabajo esclavo
de los detenidos-desaparecidos y creando una inmobiliaria
para vender sus propiedades. En su testimonio ante la Cámara Federal,
en ocasión del juicio a las Juntas, la ex prisionera Miriam Lewin
testificó: Yo mencioné antes que en la calle Zapiola
(3696) existía un inmueble propiedad de los padres del teniente
Radice, donde yo acudía a trabajar. Exactamente en diagonal a esa
casa habitaba un primo de Radice, de alias Barbeta, una persona de ojos
verdes, cejas negras, que estaba encargada de administrar para Massera
propiedades que habían sido robadas o apropiadas a personas secuestradas;
tengo conocimiento de que se organizó una inmobiliaria para la
venta de esas propiedades. La detenida Hilda Noemí Actis es destinada
a trabajar en esa inmobiliaria hasta que se le permite salir del país,
bien entrado el año 79. En una oportunidad yo visito esa
inmobiliaria (...) quedaba en la calle Ciudad de la Paz.
Cuando Massera se retiró del comando en jefe de la Armada para
hacer negocios y crear su partido de la Democracia Social, Radice pasó
a trabajar con él en las oficinas de Cerrito al 1100. Allí
se concertaron operaciones de venta de armamento al dictador nicaragüense
Anastasio Somoza y realizaron importantes compras al calor de la tensión
con Chile por el tema del Beagle. En 1979, alguien puso una bomba en esas
oficinas; Massera y acólitos la atribuyeron falsamente a los Montoneros,
pero la guerrilla peronista no tenía nada que ver: eran camaradas
de armas del almirante despechados porque no habían
recibido su tajada de las importantes comisiones que se habían
cosechado. Dos años más tarde, hombres del GT/332 como el
capitán de fragata Jorge Vildoza (alias Gastón), actualmente
prófugo por el delito de robo de niños, seguían conduciendo
la estratégica Comisión Naval de Vauxhall Street en Londres,
donde se negociaban compras de repuestos para las fragatas y otros equipos
bélicos por un valor superior a los 200 millones de dólares.
Posteriormente, cuando llegó la democracia, Radice eludió
el castigo que le correspondía por su participación en la
represión clandestina gracias a la ley de obediencia debida y pasó
a convertirse en asesor parlamentario. El represor sospechado de haber
participado en los asesinatos de Elena Holmberg y las monjas francesas
(a las que llamaba con macabro cinismo las monjitas voladoras)
logró pasar desapercibido como lobbysta de diversos negocios vinculados
a la venta de armas. Con el menemismo iría más adelante,
hasta llegar a ocupar un despacho en las oficinas presidenciales, al calor
de Alberto Kohan.
En agosto del año pasado, cuando su camarada y socio, el capitán
de corbeta retirado Ricardo Miguel Cavallo (alias Sérpico o Marcelo)
cayó detenido en México, el nombre de Radice y los negocios
tenebrosos de laESMA volvieron a salir a la luz. Cavallo, que está
por ser extraditado a España a pedido del juez Baltasar Garzón,
conducía el registro privatizado de vehículos de México
(Renave) a través de una concesión obtenida por la empresa
Talsud, con negocios vinculados a la identidad de personas y automotores
en Argentina (Mendoza y La Rioja) y El Salvador. Entre las empresas asociadas
a Talsud en las cuestionadas licitaciones de Mendoza y La Rioja, figuraba
Seal Lock, de la que era socio Radice. Además, en su renovación
de pasaporte, Cavallo había dado como referencia a Ruger, con quien
también había coincidido en Martiel S.A. creada por Miguel
Angel Egea, socio a su vez del Tigre Acosta en los astilleros Astilsud,
donde se perpetró una importante estafa contra el Banco Central.
Ahora está detenido a la espera de prestar indagatoria y existen
pruebas abrumadoras para condenarlo como partícipe de la asociación
ilícita que, en enero de 1977, secuestró al abogado mendocino
Conrado Gómez y lo despojó de sus bienes y de su vida.
Gómez era un excelente abogado, que siguió defendiendo presos
políticos cuando ya era evidente que esa defensa podía costarle
la vida. En su juventud había militado en el PC, pero después
se había acercado a la izquierda peronista y a Montoneros. Como
penalista le había tocado defender a más de un pesado,
como el célebre contrabandista Vicente Cacho Otero,
y había ganado mucho dinero. Tenía diversas propiedades
y era dueño de unos veinte caballos de carrera. De los que Massera
-conocido por su afición turfística se apoderaría
a través de una maniobra gestada por Radice en los sótanos
de la ESMA. Allí le prepararon a Ruger documentos a nombre de Héctor
Juan Ríos y Conrado Gómez fue obligado a firmar un poder
para que el marino, haciéndose pasar por un emisario suyo, fuera
a buscar los caballos a Paso de los Libres. El nombre falso volvería
a jugar nuevamente en la creación de la empresa Wilri, así
llamada por William Wahamond y Ríos, a la que otro
prisionero, Victorio Cerrutti, cedería las propiedades de Cerro
Largo con una pistola en la cabeza.
El 28 de enero de 1977, 18 días después de que Gómez
fuera secuestrado, el escribano Dárdano certificaría ante
el Jockey Club argentino que su firma, arrancada en el sótano de
la ESMA, era auténtica.
Los caballos correrían en Palermo y La Plata, preparados por Aldo
Maver, un cuidador mendocino que Gómez había traído
a la Capital y que no vacilaría en traicionar a su protector y
patrón, lo que en estos días le ha valido ir preso junto
con la banda de los marinos. Y serán esos caballos, tenazmente
perseguidos como prueba por Federico Gómez, (uno de los cinco hijos
del abogado), los que servirán en el presente para juzgar y eventualmente
condenar al falso Ríos, a sus cómplices y al ex comandante
de la Armada como simples delincuentes a los que la Armada de la democracia
no debería dar cobijo, ni siquiera como detenidos, en la sede de
su comando.
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