Por Diego Schurman
Hugo Moyano marcó el
terreno de la disputa.
El 14 de octubre no le vamos a decir a quién tienen que votar,
pero sí a quién no tienen que votar.
Las 50 mil almas que poblaron la Plaza de Mayo aplaudieron la idea del
voto castigo al Gobierno. Pero la arenga de las dos CGT peronistas contra
el modelo económico dejó una pregunta huérfana de
respuesta: ¿quién capitalizará el creciente descontento
social?
No es la primera vez que las dos CGT promueven trasladar la protesta a
las urnas. Pero probablemente existan pocos antecedentes donde el sindicalismo
irrumpe con este tipo de convocatoria sin el paraguas protector del PJ
a pleno.
Domingo Cavallo tiene mucho que ver con esto. El ministro de Economía
logró encolumnar a Rodolfo Daer y Moyano detrás de un discurso
común. Es evidente que a los jefes cegetistas no los une el amor
sino el espanto hacia quien definieron indistintamente en la plaza como
el padre de la criatura o el creador de Frankenstein,
en clara referencia al modelo económico.
La última vez que la CGT oficial y la rebelde compartieron una
plaza fue en 1996, en el broche del paro y medio, como se
llamó a la huelga de 36 horas. A la luz de los hechos, fue un regreso
con gloria: 50 mil personas se movilizaron a la Plaza de Mayo sin provocar
ningún tipo de incidentes.
Si bien los gremios desplegaron todo su aparato y la concurrencia
espontánea fue contada, la cifra no es para despreciar. Como es
habitual en estos casos hubo una guerra de números: la Policía
Federal y el Gobierno estimó 30 mil personas. Los organizadores,
entre 100 mil y 120 mil.
Uno o un millón, lo cierto es que, bajo la impronta peronista,
todos se pusieron de acuerdo en cuestionar al plan económico del
Gobierno. Si Cavallo respaldó la convertibilidad, las CGT propusieron
terminar con la paridad cambiaria. Si el ministro priorizó el pago
de la deuda externa déficit cero mediante, los sindicalistas
se asociaron con Raúl Alfonsín para reclamar una reprogramación
del pago de esa deuda.
No se puede pagar con el hambre del pueblo, la rebaja de salarios,
la privatización del PAMI, la Anses y las universidades atizó
Daer.
Es tan clara la línea divisoria que establece Cavallo, que nadie
tiene empacho en pararse del otro lado del Gobierno. Ni los opositores
gobernadores del PJ ni los oficialistas Rodolfo Terragno,
Angel Rozas o el propio Alfonsín.
Desmenuzar esa amplia representación que arenga contra el neoliberalismo
sayo que ayer Daer también le endosó a la ministra
de Trabajo, Patricia Bullrich no es tarea sencilla. ¿Cuántos
desean un gobierno de unidad para salir de la crisis? ¿Y cuántos
se escudan en el llamado de un gobierno de unidad para que el que salga
sea Fernando de la Rúa?
Si no tienen idea, si no tienen voluntad, si no tienen poder, tendrán
que convocar al pueblo para que los reemplace sugirió ayer
Moyano a los hombres del Gobierno.
No es la primera vez que el sindicalista pide elecciones anticipadas.
Pero nunca antes lo había hecho ante una plaza colmada. La frase
la repitió a la noche, mientras festejaba con pizzas y gaseosas
el éxito de la convocatoria.
Para castigar al Gobierno, Daer dijo a Página/12 que votará
en Capital a Gustavo Beliz e Irma Roy. El jefe sindical es un menemista
culposo. Y supo ser junto al estatal Andrés Rodríguez uno
de los pocos dirigentes gremiales en visitar a Carlos Menem en Don Torcuato.
¿Por qué entonces no vota al menemista Daniel Scioli? Simplemente
porque terminó cerrando filas con el cavallista Horacio Liendo.
De todos modos el vínculo con Menem no está roto ni mucho
menos. El 2003 está más cerca de lo que parece. Claro que
la falta de certezas sobre el futuro del ex presidente también
llevó a Daer a depositar algunas fichas en José Manuel de
la Sota. El sindicalista reconoce su afinidad con el gobernador de Córdoba
quien vaya curiosidad presenta un espíritu privatizador
similar al de Cavallo.
Al fin, el voto castigo para el líder de la CGT oficial nunca estará
fuera del plato justicialista.
El intríngulis de Moyano es distinto. El jefe del sindicalismo
rebelde creía ver su horizonte en Carlos Ruckauf, a quien llegó
a definir como el mejor candidato para 2003. Pero el cíclico coqueteo
del gobernador bonaerense con Domingo Cavallo empañó esa
sociedad, que alguna vez imaginó una lista de candidatos con masiva
presencia sindical. Esa oportunidad finalmente se la brindó el
cura Luis Farinello. El Polo Social tendrá en provincia cinco representantes
de la CGT rebelde en su lista.
A diferencia de Daer, Moyano se animó a romper lazos con el PJ,
básicamente durante los años de hegemonía menemista.
En el 95 llamó a las bases a votar la fórmula del
Frepaso José Octavio Bordón-Carlos Chacho Alvarez,
y en los últimos días dio evidentes muestras de acercamiento
a Elisa Carrió. Lo hizo respaldando al candidato a diputado bonaerense
de Alternativa para una Argentina de Iguales (ARI), el peronista Mario
Cafiero.
Menem mató al peronismo y Duhalde lo está enterrando,
porque su lista está a la derecha de Cavallo le dijo Moyano
a Cafiero para respaldar su salida del PJ.
El camionero parece más dispuesto a la transversalidad.
Sueña con una alianza entre el Polo Social, el ARI y dirigentes
del justicialismo, como el gobernador santacruceño Néstor
Kirchner.
El efecto Cavallo no sólo logró que Moyano se
fundiera ayer en más de un abrazo con Daer. También lo llevó
a convocar desde el palco a la Central de Trabajadores Argentinos de Víctor
De Gennaro para seguir la lucha contra el modelo.
El enemigo es poderoso y necesita de todos los argentinos arengó.
La CGT rebelde y la CTA habían optado por un paréntesis
en su sociedad desde que Moyano fue abucheado en un plenario piquetero
más cercano a De Gennaro.
Pero nunca hubo una pelea abierta. De hecho, el dirigente de la CTA de
La Matanza Luis DElía comparte la lista del Polo Social con
varios dirigentes de la CGT rebelde. Es más, esta misma semana
el líder piquetero participó en Córdoba junto al
sindicalista rebelde Juan Carlos Schmid de la protesta contra la privatización
de la empresa de energía EPEC.
Una curiosidad: al menos ayer ningún dirigente del PJ ni
siquiera los gobernadores que se reunieron en Buenos Aires se mostró
abiertamente solidario con la marcha sindical. La pregunta sigue sin respuesta:
¿quién capitalizará el creciente descontento social?
Las voces de los dos oradores
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Moyano (CGT-rebelde)
Este país
toca fondo
Una vez que derrotemos
el 14 de octubre en las urnas el modelo económico, el 15
nos vamos a juntar para hacer un modelo nacional y popular.
Este gobierno está
entregado de pies y manos. No es posible que la derrota, el fracaso
de un gobierno pretenda llevar a la muerte a la Nación.
No le vamos a regalar
la patria y no vamos a permitir que nos ganen la batalla.
Es posible cambiar
esta historia negra a la que nos llevaron los gurúes de la
economía, que nos siguen engañando.
Este país
ya está tocando fondo y es la responsabilidad de (Domingo
Cavallo) un ministro, funcionario de los militares, del gobierno
anterior y de éste.
Quien construyó
el Frankenstein no nos va a salvar de la situación de miseria
y exclusión.
Basta de ajuste.
Daer (CGT-oficial)
No podemos con
la deuda
El movimiento
obrero, que tiene una larga lucha defendiendo la democracia, las
instituciones, le venimos a reclamar al gobierno nacional que termine
con esta política económica de empobrecimiento, de
angustia, que ha generado en el pueblo argentino.
Cavallo es el padre
de la deuda externa.
Hemos dispuesto
un acuerdo político y lo único que hace el gobierno
es festejar el acuerdo con el Fondo, de la misma manera que lo hicieron
con el megacanje.
No se puede continuar
con los pagos de la deuda externa.
Que la deuda la
paguen aquellos que se han beneficiado económicamente con
esta política de timba. Basta de crear ilusiones.
El neoliberalismo
quiere destruir a los partidos políticos y los sindicatos.
El personaje de turno es la señora ministra de Trabajo (Patricia
Bullrich).
Basta de ajuste.
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OPINION
Por Martín Granovsky
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De distribuir ingresos
ni hablar, ¿no?
La Argentina no cambió ayer, tras la marcha de las dos CGT
a Plaza de Mayo que llamó a un voto castigo el 14 de octubre.
Sin embargo, el peronismo es hoy un poco más poderoso y el
Gobierno, un poco más débil. Y además, fuera
del 17 de octubre de 1945, ¿cambió alguna vez la Argentina
con una protesta gremial?
Hay un caso. En 1975, hace 26 años, una marcha sindical gigantesca
desbancó al ultraliberal Celestino Rodrigo del Ministerio
de Economía. La columna central estuvo integrada por la Unión
Obrera Metalúrgica, al grito de López-Re/López-Re/López-Rega/la
puta que te parió. El secretario privado de Isabel
Perón, José López Rega, era el padrino de Rodrigo,
mimado por lo que poco después pasaría a llamarse
patria financiera. Ambos volaron por el aire.
Aquella fue la última movilización sindical que definió
política en serio. Desde ese momento ninguna manifestación
de los gremios fue decisiva por sí misma. Por eso no existe
un acuerdo único sobre la importancia de una marcha. Ni siquiera
cuando termina, como la de ayer, en un acto organizado, potente,
sin golpes ni cascotazos, con dos discursos cautelosos y la Plaza
de Mayo respetablemente llena.
El Gobierno sumó una nueva pérdida política.
A Fernando de la Rúa le disgustan los piqueteros, pero apostaba
a que se convirtieran en una expresión más de la protesta
social, para que el monopolio no quedara en los sindicatos peronistas.
La marcha no invalidó los piquetes, articulados cada vez
más con la Central de Trabajadores Argentinos, pero los gremios
mayores demostraron que siguen pesando en la gimnasia de la calle.
Al revés de Rodrigo, Domingo Cavallo no caerá por
la marcha. Sin embargo, su figura vale cada vez menos en el mercado
político, y también la del propio De la Rúa
a medida que el aislamiento del Gobierno se profundiza. Y algo más:
en condiciones de crisis extrema y déficit cero, la movilización
sindical terminará sumándose, aun dentro del conflicto
por los espacios, con la de la los piqueteros y la CTA. La calle
mostrará un estado permanente de movilización social.
El acto podría ser una oportunidad más, para
el Gobierno, de darse cuenta de lo que está sucediendo y
acelerar una convocatoria a la unidad nacional modificando el gabinete
para un proyecto de reindustrialización, dijo casi
en tono de reclamo Julio Godio, experto laboral de la Alianza y
director del Instituto del Mundo del Trabajo. ¿Y hasta que
eso pase (o no pase)? Habremos visto un acto que fortalece
al sindicalismo peronista y movilizará más al PJ,
aunque no necesariamente el apoyo sindical juegue dentro del peronismo
el papel de hace 20 años, por dos razones: la desarticulación
del mundo del trabajo y la crisis interna del propio justicialismo,
dijo Godio a Página/12.
El peronismo, efectivamente, parece débil en cualquiera de
sus costados. Carlos Menem está preso. Carlos Ruckauf cambió
zapatillas por patacones. Carlos Reutemann sigue aferrado al teflon,
donde nada se pega. José Manuel de la Sota recurre, sagazmente,
a presentarse como el adalid del achicamiento del gasto político
para que la gente piense menos en la economía, pero tampoco
se anima a proyectarse más allá de Córdoba.
Y los dirigentes sindicales tradicionales no recuperan prestigio,
golpeados en su poder de negociación por el índice
de desempleo, el achicamiento numérico y económico
de los sindicatos y las sospechas que pesan sobre el patrimonio
de muchos de ellos, sospechas que el Gobierno acaba de alimentar
con habilidad. Con tanta habilidad como escasez de recursos: De
la Rúa puede herir, y así disimular su propia debilidad,
pero no matar. En tanto, es previsible que incluso un peronismo
más feudalizado que nunca se tonifique con marchas como la
de ayer. Eso fortalecería la sensación de sus principales
dirigentes, expresada hasta el momento en privado, de que no imaginan
una salida con el liderazgo de De la Rúa.
Todo esto suena módico frente a una realidad deprimente.
Y es módico, en especial por un motivo: ni la mayoría
de los sindicatos ni los principales partidos, y menos aún
el Gobierno, proponen redistribuir el ingreso, un modo de ejercer
la solidaridad y fortalecer el mercado interno. Antes la Argentina
medía el ingreso y podía saberse qué lugar
ocupaba el salario en la torta nacional. Ahora las estimaciones
(¿un 27 por ciento?) suplantan al cálculo serio, porque
la medición no existe más. Ni siquiera eso.
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Unidad gremial con
color justicialista
Por Luis Bruschtein
Los gremios, unidos, jamás serán vencidos
repitió una y otra vez el locutor del acto de las dos CGT
antes de que empezaran los oradores y agregaba: Unidos venceremos
a este modelo. El hombre remarcó cada vez que pudo
que la convocatoria era de la histórica CGT.
Rodolfo Daer, el titular de la CGT oficial estaba desde las 15.30
en la Plaza de Mayo, junto con sus dos hijos, uno de los cuales
lo acompañó luego en el palco. Media hora más
tarde llegó en una ambulancia del gremio de camioneros Hugo
Moyano, el titular de la CGT rebelde, con el que no hace tanto tiempo
intercambiaron calificativos de grueso calibre. Pero en esta oportunidad
se estrecharon en un fuerte abrazo. Que lo sepa el Gobierno,
ésta es la plaza de la unidad del movimiento obrero,
dijo Daer en su discurso. Este acto es la demostración
de la unidad del movimiento obrero, es el primer paso, subrayó
Moyano a su turno. La masividad de la concentración constituyó
por sí misma un hecho político, pero la sensación
más fuerte estuvo en las señales de que las dos alas
del sindicalismo han comenzado un proceso firme de reunificación.
Desde que comenzó el déficit cero, hace tan sólo
un mes, se han producido numerosos actos de protesta y tres concentraciones
multitudinarias en la Plaza de Mayo. En menos de 20 días
estuvieron allí los piqueteros de Juan Carlos Alderete y
Luis DElía con la CTA de Víctor De Gennaro;
una masiva concentración convocada por los docentes de Ctera,
y la de ayer que realizaron las dos CGT. Los que se asumen como
la Mayoría Silenciosa trataron de concentrarse en dos oportunidades
para apoyar el plan económico y en ninguna de ellas pasaron
del centenar. Lo cierto es que con tanta movilización, la
mayoría de la gente ya ha participado en este corto tiempo
en alguna de las numerosas marchas de protesta poco silenciosas.
Si bien todas las marchas fueron masivas, la de ayer fue la más
numerosa. Los gremios de la industria, como textiles, mecánicos,
o metalúrgicos no fueron los que aportaron más gente.
Y en este caso, al revés que en otros actos de la CGT rebelde,
tampoco los camioneros y la UTA. Las columnas más nutridas
fueron ayer, las de la construcción, UPCN y empleados de
comercio, que irrumpió por Avenida de Mayo con gran estruendo
de petardos y bombos y un cordón de dirigentes a la cabeza,
entre los que marchaba entrelazado un aguerrido Armando Cavalieri.
Los manifestantes en general llegaron al acto con gorros y camisetas
identificatorios de sus gremios, pero en el caso de los empleados
de comercio, muchos vestían camisetas de los supermercados
donde trabajan, en una especie de merchandising involuntario. En
la nutrida columna había incluso una pancarta con la efigie
del Che y muchos carteles de filiales de pueblos bonaerenses, como
Tandil, General Rodríguez, Azul y demás. También
era una demostración de la capacidad económica de
cada gremio para trasladar a sus afiliados.
La inminencia de las elecciones no podía dejar de sentirse
en una concentración de este tipo. En su discurso, Moyano
convocó a votar contra esta política económica
en las próximas elecciones del 14 de octubre. No vamos
a decir a quién hay que votar advirtió
solamente diremos a quién no hay que votar. Antes de
los oradores, el locutor leyó numerosas adhesiones, sobre
todo gremiales. Adhesiones políticas, sólo se escucharon
de varios sectores y candidatos del PJ y del Polo Social. La izquierda
no hizo gran esfuerzo movilizador. Un grupo con un gran cartel de
Izquierda Unida (PC-MST) se mantuvo en Avenida de Mayo y Perú
durante todo el acto. El Polo Obrero, en cambio había llevado
un grupo más grande de manifestantes con sus pancartas que
se quedó en Avenida de Mayo y Chacabuco. Según dirigentes
piqueteros, el Polo Obrero fue el que, en la asamblea piquetera
de La Matanza, comenzó la silbatina a Moyano que provocó
su enojo y el distanciamiento de los piqueteros. Lo paradójico
era que ayer, como el perro del ortelano, los únicos que
estaban eran justamente los que habían empezado la silbatina.
Los empleados estatales, los más afectados hasta ahora por
el ajuste, también tuvieron una presencia muy numerosa. La
columna de UPCN entró por Diagonal Sur como si fuera un cortejo
fúnebre que velaba al Estado, los manifestantes vestían
de luto y llevaban anteojos oscuros. Somos las viudas del
Estado, decían. Además había muchos contingentes
de trabajadores municipales de las comunas del conurbano que han
empezado a sentir el golpe de la crisis. Había carteles de
La Matanza, Quilmes, San Martín, Almirante Brown, Lomas de
Zamora y otros, además de trabajadores de las universidades
regionales. La ausencia de la CTA, que en los últimos tiempos
había compartido los actos con la CGT rebelde, fue otro de
los síntomas de que uno de los principales objetivos que
motorizaron el acto fue avanzar en la unidad de las CGT que encabezan
Daer y Moyano, una movida que no incluye a De Gennaro, que mantiene
fuertes críticas al llamado sector de Los Gordos,
que se nuclea en la CGT oficial.
El acto comenzó cuando una soprano cantó el Himno
Nacional. Al terminar, la gente coreó ¡Argentina!,
¡Argentina! y la soprano interpretó No
llores por mí Argentina. Hubo frases de Perón
en los discursos y retratos de Evita en las pancartas. El acto tuvo
color peronista. Incluso al final, después de los oradores,
se cantó la marchita con soprano y todo. De alguna manera,
la perspectiva de unificación de las dos fracciones de la
CGT recompondrá la estructura tradicional, o por lo menos
de los últimos 60 años, de este sector mayoritario
del movimiento obrero, con una CGT única ligada al justicialismo
y sus estructuras políticas. De hecho, Moyano estaba invitado
a participar hoy en la reunión que se efectuará en
el Partido Justicialista para emitir un documento que definirá
la línea partidaria para las próximas elecciones.
Además de los dirigentes partidarios está previsto
que asistan también los gobernadores y en principio estaba
invitado el líder camionero, pero a partir del proceso de
unificación iniciado, se especulaba que lo haga acompañado
por Rodolfo Daer.
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