Por E. F.
Desde Islamabad
Un imperio contra un
solo hombre. ¿Dígame, a usted eso le parece serio? ¿Cree
usted que hay algo de justicia en esto de acusar a un hombre sin pruebas
y luego movilizar a la primera potencia del mundo para matarlo?
Con un gesto de pena y los ojos abiertos en signo de pregunta, Shisma
espera una respuesta. No es un islamista radical, ni un fanático
del Corán con una ametralladora escondida, ni un joven sin trabajo
ni destino manipulado por los excesos de la religión. Es mujer,
tiene apenas 20 años, forma parte de la burguesía paquistaní
y estudia lenguas en la Universidad de Idiomas Modernos de Islamabad.
Piensa, sufre y se le nota: Me siento humillada; Estados Unidos
está humillando a todos los musulmanes. No puede haber justicia.
Es una situación muy injusta para los musulmanes. Estados Unidos,
sin ninguna evidencia, se disponen a atacar otra vez a los musulmanes.
Carecen de pruebas contra los talibanes y Osama bin Laden.
Shisma no está en minoría al pensar así. Los jóvenes
paquistaníes viven la situación actual como una cosa
que los afecta profundamente. De alguna manera, se dan cuenta de que están
aprendiendo para integrarse a un mundo que los rechaza con las armas,
el racismo y muchas formas de violencia, confirma Faic, un profesor
de la Universidad. A la pregunta: ¿Osama bin Laden es un héroe,
una víctima o un terrorista?, las respuestas de los estudiantes
se dividen un poco para luego unirse en una respuesta final: es un musulmán.
Abud, un estudiante de español, dice: Para mí no es
un héroe, de ninguna manera. Pero si muchos lo ven como un héroe
es porque Osama bin Laden habla para los musulmanes del mundo, denuncia
las injusticias que el mundo europeo, los israelíes o Estados Unidos
cometen contra los musulmanes. Por eso lo defiendo. Las imágenes
de la destrucción de las torres de Manhattan marcaron mucho a los
jóvenes de Pakistán. Otro profesor afirma: Ven la
cosas de otra manera, pero esas imágenes no han borrado otras que
nuestra sociedad lleva adentro desde hace varios siglos. Abrahdi
hace la demostración práctica de la síntesis de su
profesor cuando dice estoy contra el terrorismo, contra las personas
que matan a inocentes, que sean judíos, cristianos o musulmanes.
Lo que está pasando en el mundo no está bien. Pero también
pienso que Estados Unidos no puede lanzar represalias sin antes aportar
una prueba contra los talibanes. Luego se verá. Pero la prueba
es esencial. No deben atacar sin ella, incluso si Osama bin Laden y los
talibanes no representan al verdadero Islam.
Una gran mayoría de los estudiantes a los que se les plantea la
pregunta pronuncia dos palabras de manera obsesiva: humillación
y justicia. Para ellos, destaca una profesora de francés, sus
interrogaciones giran en torno a esos conceptos: la verdad, la humillación
colectiva, la justicia, la enorme porción de injusticia que les
toca a los musulmanes. Lúcido y muy informado, Firar, un
estudiante de quinto año de francés, señala no
estoy de acuerdo con el ataque contra Afganistán. A Osama bin Laden
lo entrenaron los norteamericanos, es un hijo de la CIA. Pero ahora es
un terrorista para ellos. Yo no creo que sea él quien cometió
los atentados en Estados Unidos. Para mí no es ni un héroe,
ni un terrorista. Estoy contra la pérdida de vidas humanas. Lo
que pasó en Estados Unidos no es la Jihad, la guerra santa, eso
es terrorismo puro. Pero es preciso que Estados Unidos cambie su manera
de gobernar el mundo. Meten sus narices por todas partes, lo controlan
todo, pero cuando ellos son víctimas del terrorismo terminan atacando,
se vengan contra los musulmanes.
En estas declaraciones no hay la más mínima sospecha de
izquierdismo, castrismo o comunismo. Quienes las hacen son
jóvenes estudiantes a los que sus profesores definen como heridos
en su identidad, que buscan una respuesta en un mundo en el que
siempre los musulmanes son culpables. ¡Mire lo que pasó
en Bosnia-Herzegovina!, exclama uno desde el fondo de la sala: Hubo
que esperar que 200 mil musulmanes sean asesinados por los serbios y los
croatas para que Occidente interviniera. Es una injusticia. Hay que definir
de nuevo qué es el terrorismo. La definición no puede ser
a la americana.
Todos los estudiantes quedaron marcados por las palabras empleadas por
el presidente norteamericano cuando lanzó su caza de los terroristas
anunciándola como una cruzada. Pervis, un estudiante de alemán,
asegura que hoy las cruzadas son contra los musulmanes. Su
profesora resalta luego la inmensa inquietud que reina entre ellos.
Ven venir una guerra y están preocupados porque sienten que no
es una guerra entre dos ejércitos sino una guerra contra lo que
ellos son. Los Estados Unidos están haciendo estragos entre esta
generación. Me corrijo y digo mejor: quienes perpetraron los atentados
y los norteamericanos han hecho mucho daño a nuestro mundo. Los
chicos creen que algo muy grave va a ocurrir, y eso tan grave es la guerra.
Y como no hay pruebas tangibles contra Osama Ben Laden y Estados Unidos
dice o están con la democracia norteamericana o con los terroristas,
sienten que eso es humillante y injusto.
HOY
SE REUNIRIAN YASSER ARAFAT Y SHIMON PERES
Dale que esta vez sí nos encontramos
Si no sucede lo que a Penélope
es decir, si no se deshace hoy lo que se acordó ayer
como viene pasando en las últimas semanas, esta mañana se
realizaría la varias veces suspendida reunión entre el presidente
palestino Yasser Arafat y el canciller israelí Shimon Peres. Esta
vez, el anuncio oficial fue efectuado por las oficinas del primer ministro
británico Tony Blair tras un diálogo telefónico que
mantuvo con el premier israelí Ariel Sharon, quien aceptó
a último momento recibir al ministro de Justicia británico,
Jack Straw, después de haberlo acusado de hacer declaraciones hostiles
para Israel en Irán. Enseguida llegó el visto bueno de Estados
Unidos a la iniciativa de Tony Blair.
A la urgencia de Estados Unidos porque esta reunión se realice
se sumó la presión de los países europeos; en especial,
Francia y Gran Bretaña, que enviaron a la región a sus cancilleres,
Hubert Védrine y Jack Straw. Las expectativas norteamericanas sobre
el encuentro responden a que una reanudación de las negociaciones
israelo-palestinas podría influir sobre que los países árabes
moderados se sumen a la coalición antiterrorista que organiza George
W. Bush. El encuentro se haría hoy a las 9.30 en el aeropuerto
internacional de Rafá, en el sur de la Franja de Gaza, justo unas
horas antes de que comience la celebración judía del Yom
Kippur (Día del Perdón). Para esto, Arafat anuló
a último momento una visita que ayer debía iniciar a Siria.
Sharon, además, decidió suavizar el incidente con el ministro
británico Straw, quien en una declaración emitida
en Teherán poco antes de su visita a Irán de esta semana
dijo: La ira de los musulmanes debido al sufrimiento de los palestinos
(bajo la ocupación israelí) alimentó los ataques
terroristas. A la vez, el máximo dirigente de Hamas en Cisjordania,
el jeque Hassan Yousef, ofreció anteayer a los israelíes
un pacto para mantener a la población civil al margen del conflicto
bélico. El ejército israelí efectuó anoche
una incursión en las cercanías de la terminal de Rafá,
en la frontera entre Egipto y la Franja de Gaza.
OPINION
Por James Neilson
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De vuelta a la normalidad
Decía Gibbon que la historia es poco más que el registro
de los crímenes, locuras y desgracias del género humano.
Antes del 11 de setiembre, muchos norteamericanos trataban de convencerse
de que su país estaba dejando la historia atrás para
inaugurar una nueva época sin riesgos en que cada enfermo
tuviera derecho a querellar con éxito por millones de dólares
a la empresa que considerara responsable de su mal, un nuevo
paradigma económico eliminaría las recesiones
y el Pentágono ganaría guerras sin tener que lamentar
la pérdida de un solo soldado. Para colmo, gracias al trabajo
de los genetistas ya se hablaba de prolongar la vida promedio hasta
que casi todos superaran a Matusalén.
En este clima nada normal era natural suponer que la
voluntad de morir matando habría de ser aberrante. Para explicar
la actitud de quienes destruyeron las Torres Gemelas asesinando
a más de seis mil personas, muchos se han aferrado a la idea
de que haya sido obra de jóvenes ignorantes que tomaban en
serio a clérigos musulmanes que les habían hablado
de las setenta vírgenes que les esperarían
en el más allá, aunque todo hace pensar que no eran
para nada ignorantes y que era poco probable que todos creyeran
a pie juntillas cuanto les decían los predicadores.
Los norteamericanos se resisten aún más que otros
a entender que no es necesario ser ni un fanático religioso
ni un obsesionado sexual para sacrificarse por una causa. Sucede
que a través de los siglos lo han hecho miles, tal vez millones,
de personas que fueron perfectamente normales.
Algunos lo hicieron en nombre de una religión o una ideología,
otros en el de la patria dulce et decorum est pro patria
mori o de la lealtad hacia un jefe. Puede que la perspectiva
de privilegios celestiales hayan incidido en ciertos casos, pero
por lo común el sueño de alcanzar la gloria
o la fama ha resultado ser más que suficiente.
Cualquiera debería poder entender el atractivo para un joven
palestino de una muerte gloriosa seguida por un funeral
en que multitudes gritan su nombre y levantan banderas que llevan
su retrato, forma de homenaje que sin duda es más estimulante
que las supuestas por las ceremonias solemnes y, con suerte, los
monumentos y las medallas conmemorativas que son favorecidas por
los países occidentales. Tampoco extraña que sus ejemplos
hayan enfervorizado a muchísimos jóvenes en Egipto,
Argelia, Pakistán y otros países en los que escasean
las posibilidades de dejar atrás algunas huellas, por pasajeras
que éstas sean, del tránsito de uno por la vida. Por
desgracia, no son locos, son normales.
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