HEctor Valle.
Dolarizar es
un disparate
Pensar en dolarizar es un disparate. Pensar que tiene menos costos
que devaluar también. Devaluar es una tarea ardua, pero existe
consenso en que seguramente traerá efectos positivos. En
una primera etapa, en sustitución de importaciones y creación
de empleo. Luego, si se acompaña con una política
de desarrollo, en una expansión de las exportaciones industriales
y reducción de las asimetrías con Brasil. Creo que
es posible una salida ordenada. En cambio, una dolarización
no resuelve ningún problema y terminará de poner la
lápida en la relación con Brasil. Significaría
además la peor alternativa, porque al no alcanzar la cantidad
de dólares de las reservas caeríamos en una devaluación
brutal, se entregarían más pesos por los pocos dólares
que hay. Sería el tantas veces descripto escenario de las
3 D: Devaluación, Dolarización y Default.
Y éste, no cabe duda, es el peor de los escenarios. Me parece
que no se preguntaron quién sería el banquero de última
instancia. Para la Reserva Federal estadounidense, Argentina está
hoy en el último lugar de las prioridades. Por eso, dolarizar
significa inevitablemente una privatización de las reservas.
El resultado será la espiralización de la crisis,
una profundización de la situación actual, más
caída de la recaudación, más ajuste y, en los
hechos, menos déficit cero. Las cifras del tercer trimestre
mostrarán una caída del producto mucho mayor a la
esperada.
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Eduardo Curia.
Caer en una doble
idiotez
Considerar que la dolarización tiene menos costos que una
devaluación es incurrir en una doble idiotez. En última
instancia, dolarizar es continuar con la convertibilidad, pero bajo
otro ropaje. No soluciona ni el alto endeudamiento, ni la falta
de competitividad de la economía. También es una tontería
porque no dan los coeficientes técnicos. Los dólares
de las reservas no alcanzan, sólo llegan a 60 o 65 por ciento.
Para resolver esto habría que revaluar el dólar
o conseguir un acuerdo con la Reserva Federal para que nos den más
dólares, y es obvio que no es el mejor momento para hacerlo.
La única alternativa de sobrevivencia posible es una salida
ordenada de la convertibilidad. Tenemos que abandonar el tipo de
cambio fijo y el dolar barato y recuperar la política monetaria
y crediticia. Hoy lo único que tenemos es una astringencia
monetaria feroz. Hay que sincerar el default y dejarse de jorobar.
El riesgo país que tenemos significa que con prescindencia
de los formalismos ya estamos en default. Creo que el compañero
ONeill (el secretario del Tesoro estadounidense) nos dijo
la verdad. Dijo tres cosas: que Argentina no existe como país
exportador, que no sirve el tipo de cambio fijo y que debe renegociarse
la deuda haciendo perder a los acreedores que nos prestaron a tasas
irresponsables. Si la situación de hoy es una tragedia, no
es nada comparada con lo que puede venir si no se termina con este
modelo.
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Mario Vicens.
El cóctel
es explosivo
La crisis actual es resultado de la acumulación de distintos
factores. En primer lugar, quedó atrás el adormecimiento
que generó el atentado contra las Torres Gemelas, que en
algunos casos hizo olvidar los problemas de la Argentina. Segundo,
creo que estamos empezando a vivir toda la tensión que genera
la competencia electoral. Tercero, la caída de la recaudación,
producto de la situación recesiva, puso en evidencia las
dificultades que enfrenta el Gobierno para cumplir con el déficit
cero en el último trimestre. Todo esto junto, más
la devaluación del real, conformó un cóctel
explosivo para los mercados. Además, alguna gente está
pensando en la devaluación. No comparto de ningún
modo esa idea. La devaluación agravaría todos los
problemas. Quienes están proponiendo la devaluación
olvidan que el 97 por ciento de la deuda pública argentina
está nominada en moneda extranjera. Por otro lado, todos
sabemos que una devaluación generaría una huida de
capitales que agravaría la recesión. Así como
no veo ganancia en la devaluación, creo que no hay ningún
beneficio de reemplazar a Domingo Cavallo.
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Daniel Artana.
No creo que se
devalúe
Es cierto que Cavallo ha cometido errores y ha perdido prestigio.
Pero la pregunta es: ¿qué haría de distinto
el sucesor de Cavallo? En esta crisis lo que hay que saber es que
el inversor es cobarde por naturaleza, entodas partes del mundo.
Y en Argentina el inversor perdió la confianza hace tiempo.
Cuando el riesgo país sube a 1600 o 1700 puntos demuestra
que ya nadie nos cree. Es fundamental mantener el déficit
cero para regenerar la confianza. Frente a esto hay otra gente que
propone la devaluación, que olvida que todo el país
está fuertemente endeudado en dólares. Yo no creo
que el Gobierno vaya a devaluar. También es cierto que no
resulta fácil mantener el déficit cero cuando se produce,
por ejemplo, una fuerte reacción de las provincias por la
reducción de partidas de coparticipación. Las provincias
pueden tener razón o no. Ese es un tema legal. Pero hay otra
realidad, el problema de la Nación es el problema de todos.
Si no se les corta a las provincias no sé cómo se
llega al déficit cero, porque aun cortando todos los privilegios
faltaría algo para el último trimestre.
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Roque FernAndez.
Es un acto irresponsable
Propiciar la devaluación es un acto de irresponsabilidad,
sobre todo porque lo está proponiendo gente que tiene importante
acceso a los medios de comunicación, lo cual agrava el problema.
Con las elecciones a la vista y con candidatos que no representan
un modelo de país, sino que tratan de capitalizar las dificultades
que tiene la Argentina, se necesita un sector político con
mayor liderazgo. Hablar de devaluación es irresponsable.
En medio de esta situación, con una falta de conducción
política y una incertidumbre alarmantes, quitar la señal
de estabilidad que le queda a la Argentina sólo agravaría
los problemas. La consecuencia inmediata más importante ante
una devaluación sería que el salario mínimo
pasaría de 300 a 100 pesos. A muchos políticos les
encanta esa idea, pero les van a echar la culpa a los mercados y
van a decir que no fueron ellos los que provocaron el desastre.
Sería meterle la mano en el bolsillo a la gente y culpar
a otro. También creo que los problemas de fondo no los resuelve
la dolarización, porque las dificultades son de solvencia
fiscal en el Estado nacional y en las provincias.
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