Por Julián
Gorodischer
Revisaron un diccionario desde
atrás hacia adelante y eligieron una palabra de origen incaico.
De ti hablará la posteridad, auguraba el nombre. Corría
1935, y un grupo de vecinos de Lugano fundó Yupanqui. Durante 66
años, la profecía permaneció incumplida, hasta que
Coca-Cola le dedicó su último y más comentado comercial.
Ahora la bebida acompaña con slogan y melodía pegadiza también
a uno de los últimos de la tabla de posiciones de la primera D
de la AFA, el equipo que pelea contra la pobreza en el conurbano. La épica
es invertida. Y la tele cambió la vida a los socios y jugadores
de Yupanqui, el club que la publicidad vende como el de menos hinchas
de la Argentina.
En el comienzo, Maxi Anselmo, director creativo de Agulla y Bacetti, buscó
en Internet al equipo que menos recaudaba de la AFA, y encontró
a Yupanqui. Su nombre garantizaba resonancia inmediata y, entonces, comenzó
la misión de los publicistas: hacer del valor negativo (la falta
de hinchas, la imposibilidad de escapar de la D) un caso de perseverancia,
y no un motivo para la risa. Queríamos mostrar a Yupanqui
como un ejemplo, no íbamos a burlarnos, explica Anselmo a
Página/12. Y parece que lo logramos. Los sondeos fueron
buenos: Yupanqui ligaba la empresa multinacional a la situación
adversa de la Argentina. Les sale barato y se ponen del lado de
la pobreza; siempre la misma peste..., dice, enojado, el socio más
rebelde en la sede del club.
Omar Perrú, el presidente de una institución al servicio
de la cultura física y mental (según se la identifica
en la entrada), es socio desde 1935. Creció en Yupanqui y vivió
su momento más difícil: el incendio de 1961, cuando se quemó
todo, y hubo que reconstruirlo. No tuvimos fortuna, dice el
ex albañil para explicar el puesto fijo en la D, sin ascensos ni
descensos. Sólo una vez, en los tempranos 80, Yupanqui estuvo al
borde de subir a la C, pero San Miguel le arrebató los lauros.
Fue la final más frustrante. También hubo, claro, tiempos
gratos, que pocas veces estuvieron ligados a las canchas.
Yupanqui, como club social, convocó a los bailes más atractivos
de los carnavales de Lugano. Allí llegaron vecinos disfrazados,
y escucharon los míticos cierres a toda orquesta a cargo de Aníbal
Troilo. Allí, en los 60, Omar Perrú conoció a María
Luisa, su esposa, y el matrimonio quedó ligado de por vida a la
historia de Yupanqui. Todavía se siguen formando parejas,
asegura. Cada partido, entre cinco y siete hinchas, encabezados por Adrián
Solomita, el trapero de las 25 banderas, acompañan a Yupanqui.
El lleva los trapos y cubre la popular para que no se noten los blancos.
Solomita también es de Boca, pero prefiere estar adonde vaya Yupanqui.
La Bombonera está siempre llena justifica, pero
Solomita no puede faltar en Yupanqui. Como el club no tiene cancha
propia (se la pide prestada a Sacachispas, a cambio de sus tres mejores
jugadores), el desplazamiento es permanente. Al no tener lugar fijo,
muchos no vienen porque no saben dónde jugamos, argumenta
Patricio de la Rosa, arquero del equipo. Pero el hincha más
fiel siempre está.
Después del aviso de Coca-Cola llegaron cincuenta nuevos socios.
También nuevas propuestas, como la de participar en la apertura
de un programa de Canal 13 con Maby Wells y Marley, que no son del todo
bien vistas. Ahora todos se suben al caballo se queja el presidente
Perrú pero la D nunca tuvo pantalla; ni un centavo. Torneos
y Competencias no prestó atención a equipos como el nuestro.
El equipo en las sombras se sentiría injusto con su propia historia
si recibiera la nueva fama como un espejito de colores. En cambio, prefiere
cuestionar el repentino interés. En el kiosco de la sede social,
sólo se vende Pepsi.
A cambio, Perrú se pone más contento cuando menciona el
destino del dinero que aportó la publicidad: arreglar los baños,
construir un teatro, montar una sala de ajedrez. Nada para el fútbol,
como si la prosperidad se librara en las actividades paralelas y no en
las canchas que nunca los vieron crecer. Tras la fama repentina que le
dio el comercial, Aníbal Valente, uno de los jugadores, asegura
que nunca estuvo tan orgulloso. Es él quien dice: Vamos por
la gente, justo cuando la cámara enfoca al grupo de cinco
hinchas solitarios. En el nuevo spot, esos mismos hinchas entran todos
juntos en un Fiat 600, el vehículo oficial de la barra del club.
Detrás del cuadro pintoresco, no faltan los problemas. Los jugadores
juegan gratis .Apenas según dice el presidente unos
pesos por semana para el colectivo. Valente es diariero, se levanta
muy temprano, y el estado físico se resiente. Así
es muy difícil competir explica, los rivales tienen
más tranquilidad. Algunas cosas cambian, y los jugadores
sueñan con cobrar. Pero el grupo de cinco hinchas clavados en una
tribuna, ese canto de pocos que alienta en la competencia, no se modifica.
Vamos Yupanqui dice la estrofa que más se escucha,
yo a vos te quiero, es un orgullo ser del Trapero...
La promo
de los del Mundial 78
El otro éxito de la temporada, para la agencia de Ramiro
Agulla, es el comercial de DirecTV que muestra a buena parte del
equipo campeón del Mundial 78 como protagonista de
un número musical que promociona las bondades de la TV satelital.
En el comercial, que promueve un pack de canales para ver todo el
Mundial del 2002 desde casa, los ex jugadores se presentan como
espectadores de tele que elegirían la TV en vez de las canchas
para vincularse al fútbol y no dudan en afirmar, muchos kilos
por encima de lo que pesaban en su esplendor, que son grandes degustadores
de lechón. El tono irónico-cariñoso es el mismo
que el de un exitoso comercial anterior de DirecTV en el cual un
grupo de bailarines promocionaba una oferta de suscripción
a bajo precio. Venia ahora decía la letra,
no te resistas, en unos días volvemos a ser capitalistas.
Maxi Anselmo justifica la elección del fútbol como
tema de publicidades exitosas. Somos una agencia muy futbolera
y eso viene bien en este momento dice. A la publicidad
le está faltando fútbol.
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OPINION
Por Maxi Anselmo*
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Metáfora de
la Argentina
Cuando empezamos a preparar el comercial, nos fijamos en la página
de la AFA, y buscamos el equipo que menos plata recaudaba. Era Yupanqui,
y calculamos que tendría un promedio de ocho hinchas por
partido. Pensamos el guión, como si se tratase de un documental.
Que no se sintiera que alguien lo había escrito. Después
llegó lo más difícil: mostrar el equipo como
un ejemplo. Nosotros no nos queríamos reír de eso.
Creo que Coca Cola es una de las pocas marcas que puede hacer un
comercial como este, porque estuvo históricamente ligada
al fútbol. En otros productos, tal vez se apuntaría
a vincular la marca con el éxito. En cambio, para la gaseosa
salió bien: ligar la marca al club barrial, como si ellos
estuvieran viendo lo que pocos ven, configura un éxito de
comunicación. Para muchos de nosotros y este es un
razonamiento posterior al comercial, Yupanqui es una metáfora
de la Argentina: un equipo que se esfuerza por crecer pero que siempre
está en el mismo lugar.
* Director creativo de la agencia publicitaria Agulla y Bacetti.
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