Por Ana de Skalon
El hombre camina con su perro
por las calles solitarias de Malmö. Para cualquiera, un vecino más
de ese lejano pueblo sueco. Es Ciro Bustos, el argentino que, según
los libros de historia, traicionó al Che Guevara en Bolivia. El
revolucionario no es una persona normal, dijo el Che en una entrevista.
Ciro Bustos no lo es. Y así lo creen Erik Gandini y Tarik Saleh,
documentalistas de la televisión sueca que hoy presentan su film
Sacrificio: ¿quién traicionó al Che Guevara? en la
Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (a las 19.30 y 22).
Es relevante mencionar que Ciro Bustos nunca nos dijo que fue Régis
Debray quien lo culpó de ser el primero en hablar. Nosotros lo
descubrimos en los libros que consultamos, particularmente en el de Gustavo
Sánchez, el escritor boliviano que primero publicó que Bustos
fue el traidor, señala Tarik a Página/12.
Tres supuestos periodistas extranjeros Ciro Bustos, el francés
Régis Debray y el inglés George Andrew Roth fueron
apresados por el ejército boliviano en abril de 1967 cuando bajaban
del campamento guerrillero liderado por el Che. De ahí en más
poco se supo de Roth, liberado al poco tiempo de su cárcel boliviana.
Los otros dos fueron puestos en libertad tres años más tarde.
Para Debray se afianzó su carrera de intelectual revolucionario,
mientras que Bustos fue desechado al desván de los traidores.
¿Cómo comienza esta historia para estos cineastas? Erik
contesta: Estábamos cansados del encasillamiento que significa
ser jóvenes cineastas cuyas cámaras siempre
están en ángulo, que le meten música a todo y van
de corte en corte hablando de la mina, el laburo y la falta de guita.
A nosotros nos interesan las revistas como Life, ver fotos de Arafat en
1967, y ya que estamos rodeados de un montón de historias interesantes
decidimos hacerlas accesibles a nuestra generación desde un lenguaje
propio. Arriesgándonos a que muchos nos consideren por esto poco
serios, a que los historiadores descalifiquen nuestro trabajo acusándonos
de falta de profesionalismo. Ambos se criaron en familias zurdas
de padres inmigrantes que se enamoraron de bellas suecas, donde
la imagen del Che adornaba paredes o se usaba en camisetas. Y se metieron
a buscar la historia del Che y lo encontraron a Ciro Bustos, ya jubilado
de su trabajo de limpieza de heladeras gigantes en un matadero. El hombre
de los fatídicos dibujos que supuestamente condujeron al ejército
boliviano y a la CIA a la captura del Che.
La primera vez que vimos los dibujos fue en la casa de Bustos,
comenta Tarik. Era nuestra cuarta visita. Nos los mostró
en el libro de Pierre Kalfon sobre el Che. Y cuando vimos los dibujos
sufrimos un impacto devastador porque, como el propio Bustos dice, una
imagen es más peligrosa que las palabras, que los discursos, aún
más peligrosa que una ametralladora, y cuando ves esos dibujos
no te hace falta ninguna palabra. La sombra del desconcierto cruza
su rostro de 29 años. Erik, tragando el enésimo sorbo de
agua, lo interrumpe: Es la prueba física de alguna forma
de traición. Pero eso fue sólo la primera impresión
porque al mirarlos más detenidamente se empieza a entender cuál
fue la estrategia de Bustos. Ahí aparece un relato mucho más
complejo. Y fue precisamente esta complejidad la que se ocultó
todos estos años con el relato superficial y tal vez políticamente
inducido de muchos libros de historia. Es importante remarcar que
Bustos cuenta los hechos, sin magnificar una guerrilla heroica, y uno
adquiere la sensación de que hubo un sacrificio, que cierta gente
fue sacrificada en lugar de otros, porque eran menos importantes.
Al comienzo de los 60 se formó en Salta un pequeño
grupo guerrillero: el EGP Ejército Guerrillero de los Pobres
liderado por el argentino Jorge Massetti, el Comandante Segundo. Muchas
veces se dijo que su nombre se debía a Segundo Sombra. En realidad,
era su lugar jerárquico después del Che, el Comandante Primero,
en un proyecto de guerrilla que eventualmente iba a liderar la guerra
revolucionaria en la Argentina. Ciro Bustos formó parte de ese
proyecto. Hasta su caída en 1967. Y como último gesto para
proteger ese proyecto del Che y a los guerrilleros argentinos dibuja a
varios de los hombres del Che en Bolivia, al propio Che y a dos supuestos
contactos argentinos (imaginarios) para despistar definitivamente a sus
interrogadores. Y luego calla la historia. Tan es así que aún
son desconocidos aquellos compañeros argentinos de Bustos y el
Che.
El tema que subyace en el documental es la noción de sacrificio
que hace que el revolucionario no sea una persona normal. Disfrutamos
encontrando a estos personajes olvidados porque son más interesantes
que las celebridades y encontramos en ellos este hecho de no ser gente
normal, de ser especiales, mucho más que aquellos que hicieron
carrera de la historia del Che Guevara, como es el caso más claro
de Régis Debray, acota Erik.
A nosotros nos interesa contar la verdad que vamos descubriendo.
No somos políticos, no nos importa si afectamos la idea de socialismo,
o dañamos la revolución o la imagen del Che. No podemos
aceptar las mentiras, insisten. Y en esa búsqueda por la
verdad es que se toparon con varios documentos que dieron por tierra la
imagen heroica de Régis Debray. La corta entrevista que lograron
sacarle al francés pinta a un personaje huidizo, poco convincente
en sus explicaciones y desmemoriado. Curioso en alguien que ha hecho carrera
de su cultivo de la memoria en contra de la mediatización de los
medios. Su frustración con Debray aumentó aún más
cuando no lograron sacarle comentario al descubrimiento de una carta suya
del 7 de julio de 1967 a su abogado boliviano, el señor Flores,
donde le escribe: ...le recuerdo que la presencia del Che Guevara
era algo muy confidencial... que tenía el compromiso de honor con
el Comandante Roque Terán de no hablar de él a los periodistas....
Y se preguntan todavía por qué Debray no quiso que la prensa
supiera de la presencia del Che en Bolivia, sabiendo que la mejor manera
de protegerlo era que la opinión pública mundial estuviese
enterada. Pregunta que tal vez Debray deje para siempre sin respuesta.
Como también quedará sin respuesta el hecho de que decidió
culparlo a Bustos de traición, acusación que Erik y Tarik
fueron encontrando repetida en varios libros. Y se acercaron a algunos
de estos historiadores como el hoy canciller de México, Jorge Castañeda,
quien les reconoció por teléfono no sólo ser amigo
de Debray sino también el haber reproducido lo que éste
le había contado sin investigar otras fuentes. Básicamente,
Debray tenía amigos, amigos reales que podían confirmar
su versión de la historia, concluyen. Ciro Bustos recién
comienza a ser escuchado.
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