Por
James Meek
y Rory McCarthy
Desde el Paso de Salang
e Islamabad
Cuando llegó el final, fue devastadoramente rápido. Mazar-i-Sharif,
la estratégica joya del norte, fue abandonada en horas. El general
Abdul Rashid Dostum, comandante de la Alianza del Norte, una vez que había
rodeado la ciudad como si fuera un territorio propio, la atacó
casi sin obstáculos. Los talibanes habían resistido las
ofensivas de la alianza opositora que venían desde el sur, pero
lentamente la presión aumentó. El viernes por la noche,
debajo de una lluvia de bombardeos de aviones norteamericanos y frente
a una avanzada coordinada con las fuerzas especiales de Estados Unidos
y Gran Bretaña, se derrumbaron, finalmente, los frentes de batalla
talibanes.
El momento clave llegó cuando un alto comandante del frente talibán
fue gravemente herido. Abdul Raziq Nazif fue trasladado por la ruta que
lleva a Kabul a un hospital en Pul-i-Khumri. Su partida disparó
el pánico. Otros comandantes se retiraron hacia el sur con
lo que les quedaba de su artillería cuando colapsaron las
tropas; huyeron hacia el este, al sur y al oeste. Un segundo comandante
talibán, Dadullah, que venía trayendo miles de soldados
de refuerzo desde la capital del norte hacia Mazar, recibió la
orden de dar la vuelta y regresar de inmediato. Ellos se desplomaron
totalmente. Los talibanes fueron siempre un castillo de naipes,
dijo un importante socorrista en Islamabad, cercano a fuentes afganas.
Y agregó: Fue muy tonto de su parte tratar de defender el
norte. Su mayor error fue querer conservarlo por más tiempo.
En Afganistán, un país que lleva veinte años en guerra,
es común que los comandantes se pasen de bando a último
momento y salven sus vidas por un puñado de dólares. Por
eso, para controlar la turbulenta ciudad de Mazar, los talibanes trasladaron
comandantes desde el sur, incluso del mismísimo enclave de Kandahar.
Estos hombres sabían que no podían abandonar sus pactos
con comandantes tales como Dostum. Esta vez no hay tratos. Esta
fue una retirada apresurada. Parece que hasta dejaron a los pakistaníes
detrás, algo muy inusual, declaró el mismo socorrista
de Islamabad.
Horas después de la huida y la deserción de los soldados
talibanes, una fuerza de 1200 combatientes árabes y paquistaníes
hizo una última parada en una base militar ubicada a poco más
de tres kilómetros de Mazar. Les dijimos que se rindan porque
nosotros somos musulmanes y la jihad no puede pelear en contra nuestra,
declaró Ustad Mohakik, un comandante musulmán chiíta
de la Alianza. Y continuó: Pero ellos resistieron y murieron
peleando. La mayoría murió, algunos fueron capturados. No
se ha permitido el ingreso de periodistas en la zona, por lo que no se
podrá verificar ningún reclamo. Anoche, muchos socorristas
denunciaron rumores que 170 combatientes pakistaníes fueron capturados
y asesinados en una escuela en el centro de la ciudad. No hubo manera
de confirmarlo, pero se sabe que miles de jóvenes pakistaníes
armados han cruzado la frontera de Afganistán para unirse a los
talibanes desde que se inició la ofensiva militar. Más tarde,
se informó que bandas armadas recorrían las calles de Mazar.
Mientras tanto, la población se quedaba en sus casas a pesar de
que los soldados talibanes ya se habían ido. La gente de
la ciudad está preocupada porque la situación podría
empezar a deteriorarse, dijo un testigo.
Ayer, sucesivas provincias cayeron en poder de la Alianza del Norte. Uno
de los premios que se adjudicaron fue la norteña ciudad de Taloqan,
donde funcionaron sus cuarteles generales hasta que perdieron la localidad
en una dura batalla hace un año atrás. Los combatientes
árabes y paquistaníes manejaban, hasta ayer, los frentes
de combate de la ciudad pero debieron retroceder; luego, abandonaron la
ciudad rápidamente, declaró la oposición. Esta victoria
significa, para las tropas de la Alianza del Norte, que podrán
comunicarse con su base en el noreste y ayudar a susaliados en Mazar.
Al oeste de Mazar, la oposición dijo que había conquistado
las provincias de Samangan, Sar-i-Pul, Jowzjan y Faryab.
Están cayendo como fichas de dominó. Esto es lo que
pensamos que iba a pasar, sólo que tardó un poco más
de lo esperado, declaró otro socorrista. Los comandantes
de la Alianza del Norte, en la pequeña parte noreste del país
que controlaban hasta que cayeron los talibanes, fingieron no estar sorprendidos
por la victoria y dijeron que siempre habían estado seguros de
la debilidad de su enemigo. A pesar de esto, estaba claro que la desordenada
expansión de sus dominios, que les dio el control de la mitad del
país en menos de dos días, los dejó aturdidos y sin
respuestas. Cada hora de anoche, la Alianza del Norte se adjudicaba una
nueva victoria a medida que avanzaban hacia sus próximos objetivos:
Herat en el oeste y Kabul en el sur.
La mañana del viernes, la mayor parte de los 385 kilómetros
del camino entre Mazar-i-Sharif y los frentes de la Alianza en el norte
de Kabul, vía el túnel de Salang, estaban bajo control talibán.
Pero ayer por la tarde, el general Abdul Basir el comandante de
la Alianza responsable en el túnel dijo que sólo quedaban
algunos talibanes en todo el trayecto. El ministro del Interior de la
Alianza del Norte, Yunus Qanuni, sí admitió que estaba sorprendido.
En un principio no esperábamos que el enemigo se rindiese
tan rápido. Siempre pensé que los talibanes eran como esos
vasos de vidrio irrompible. Pero cuando se quebró una parte, se
rompió entero, aclaró el funcionario. En el mismo
tono, el canciller de la Alianza, Abdullah Abdullah, dijo: La importancia
de esta dramática retirada de los talibanes no es sólo que
hayan perdido su enorme territorio, sino que también perdieron
su fuerza de combate: tenían más de 15.000 combatientes
extranjeros y del sur de Afganistán.
Miles de talibanes huyeron hacia el sur, hacia Bamiyán, y hacia
el este, hacia Kunduz. Ayer, ambos destacamentos talibanes estaban rodeados.
Hubo una combinación exitosa: los avances de la Alianza del Norte,
los bombardeos norteamericanos y los levantamientos locales lograron reducir
a las fuerzas de Kunduz; la provincia de Takhar y su capital, Taloqan,
en el este, y la ciudad de Bahlan, en el sur, también cayeron en
manos de la Alianza del Norte, acrecentando la seguridad de la oposición.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Verónica Gago.
La
muerte de una periodista
Johanne
Sutton, periodista francesa de Radio Francia Internacional (RFI),
murió ayer por la noche en el frente noreste de Afganistán,
cuando las tropas de la Alianza del Norte que acompañaba cayeron
en una emboscada de los talibanes. Además, un periodista francés
de RTL, que se había montado a un tanque con Sutton y otros
periodistas extranjeros, fue dado por desaparecido, según el
comandante de la Alianza antitalibana Mohammad Abdulá. Efectivos
de la Alianza del Norte lograron recuperar el cadáver de Sutton
en el frente y lo trasladaron a su puesto de Sharatai, en la provincia
de Tajar (noreste). Apenas a diez kilómetros de esta localidad,
talibanes y antitalibanes se trenzaban en violentos combates. Según
Abdulá, en la emboscada también desapareció un
comandante de la Alianza del Norte y un soldado resultó herido.
Parece que una cosa es recuperar terreno y otra, mantenerlo. |
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