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DINAR LINEAS AEREAS

EL MINISTRO SE INSTALA EN WASHINGTON A NEGOCIAR CON EL FMI Y ACREEDORES
Cavallo se va y si consigue un plan, vuelve

Jugado a todo o nada a un acuerdo con el Fondo y lograr apoyo político para encarar el tramo internacional del canje
de deuda, Cavallo partió anoche hacia Estados Unidos. Con la espada de Damocles del
default, también negociará en Washington los términos para salir de la convertibilidad.

Por Raúl Dellatorre

Ya sin chances de resolver la crisis de la deuda en Buenos Aires, Domingo Cavallo partió anoche hacia Washington con la esperanza de poder lograrlo en la capital estadounidense. En conferencia de prensa, el ministro de Economía informó anoche que delegaba las funciones ejecutivas del Palacio de Hacienda en su jefe de asesores, Guillermo Mondino –Daniel Marx lo acompañará en su nueva aventura–, como anunciando una prolongada estadía en el centro del poder político occidental. El punto de inflexión lo marcó el comunicado del Fondo Monetario Internacional del miércoles a la noche, ordenando la suspensión del monitoreo sobre las cuentas públicas y, por tanto, la postergación del desembolso por 1264 millones de dólares que el gobierno esperaba recibir en los próximos días. Ahora Cavallo buscará acordar rápidamente con el FMI un nuevo programa económico basado en la reestructuración de vencimientos de la deuda, de la cual sólo completó el tramo local. Paralelamente, iniciará en Estados Unidos “conversaciones” con los tenedores externos de títulos de la deuda sobre la reprogramación de sus acreencias. No habrá, en lo inmediato, una declaración formal de “default”, pero ayer el ministro eludió responder si el gobierno está en capacidad de responder a los vencimientos de la deuda de las próximas semanas. “Eso se lo voy a responder sólo a los acreedores”, fue toda su explicación.
Cavallo intentó anoche relativizar el cuestionamiento del Fondo al cumplimiento de las metas. “La única interpretación correcta es que seguimos trabajando: no ha pasado nada”, señaló. Pero admitió implícitamente el cuestionamiento a la sustentabilidad del actual programa. “Le vamos a preguntar (al Fondo) qué ingredientes consideran necesarios para que el programa sea sustentable”, señaló el ministro. Consideró que el programa acordado con aquel organismo no contemplaba la deuda reprogramada, “un elemento muy importante” que ahora espera hacer valer en las negociaciones que encare en Washington. Y si obtiene el respaldo del Fondo, según admitió también, sería una carta muy fuerte en la partida frente a los acreedores externos, para lograr su adhesión a un canje de títulos de deuda por otros a menor tasa y más largo plazo.
La presentación pública de Cavallo a menos de tres horas de su salida hacia Estados Unidos había sido negociada en la Casa de Gobierno a media tarde, en un encuentro en el despacho presidencial posterior a una tensa reunión de gabinete. Fernando de la Rúa había convocado al gabinete nacional como un gesto de reacción política frente a las circunstancias, pero no contó con que la intervención de Cavallo y una objeción posterior de Chrystian Colombo, jefe de Gabinete, iba a dar lugar a un duro cruce de acusaciones entre ambos y a obligarlo a suspender la reunión.
El enfrentamiento entre Colombo y Cavallo fue provocado por la mención, en dos oportunidades durante el informe del último, del “problema del default” y cómo iba a superarse simplemente cumpliendo a rajatabla con el Déficit Cero. Colombo reclamó que se buscara un apoyo político al plan del gobierno, en vez de correr el riesgo de default por confiar ciega y aisladamente en la aplicación de las medidas de ajuste. Cavallo reaccionó. El cruce entre ambos y las descalificaciones mutuas fueron audibles más allá de las paredes del salón de reuniones, hasta que fue abruptamente interrumpida por De la Rúa dando por terminado el encuentro. Fue una muestra del grado de tensión existente en el gobierno.
Reunidos en el despacho presidencial, los dos protagonistas del enfrentamiento, el canciller Rodríguez Giavarini y el Presidente lograron pasar en limpio las demandas de uno y otro y se acordó la estrategia para las próximas horas. Se concedió al pedido de Colombo de buscar plafón político al plan económico, tanto en la oposición como en las potencias occidentales (Grupo de los 7). La primera fue convocada a una reunión en Olivos por la noche, los embajadores de aquéllas fueron invitados por el canciller a Economía para la tarde. Cavallo, a su vez, logró respaldo asus dos reclamos: iniciar una gestión personal en Washington ante organismos gubernamentales y multilaterales de crédito, y salir nuevamente a dar explicaciones públicas sobre la situación.
El ministro de Economía pudo escuchar de boca de los embajadores europeos objeciones a la dura postura del Fondo, y alusiones a que su director gerente, Horst Köhler, se había “extralimitado” en sus funciones y que es necesario una “normalización” de la relación con Argentina. Partió a Washington convencido de que no está solo en la batalla.
Cavallo ya sabe que “los ingredientes necesarios para un programa sustentable” que le reclamará el Fondo estarán dentro del menú compuesto por una devaluación, la dolarización de la economía o una combinación entre ambas. Ayer, múltiples versiones aseguraban que el ministro viaja con un plan bajo el brazo que contempla una de esas alternativas, y más precisamente la “combinada”. Es claro que está dispuesto a aceptar propuestas que hasta hace pocas semanas rechazaba como impensables, y está decidido a capitanear esta nueva etapa. Cambiará el plan, pero no el ministro, pareciera ser su consigna. Pero para lograrlo, hoy inicia una negociación a varias puntas:
Con el Fondo y con otros organismos multilaterales, en busca de respaldo político y financiero;
Con el gobierno de Estados Unidos y otras potencias occidentales, para que den apoyo político y, eventualmente, financiero;
Con los acreedores externos, para que acompañen la propuesta adhiriendo al canje de títulos.
Es con estos últimos con los que está planteada la batalla más dura. Una señal fuerte la dio Cavallo al contratar a uno de los estudios jurídicos más poderosos de Washington ante la eventualidad de pelear en las cortes contra demandas por incumplimiento. Justamente, la gran diferencia entre la negociación de este tramo II del canje y el tramo I (el local) es que, muy probablemente, aquélla se plantee a partir de un previo “default” en el que caería el país en los próximos días. Está por verse si ese es un elemento en contra, o a favor, de la posición negociadora de Cavallo.

 

“Que digan qué hacer”

“Si no hay desembolso, el Fondo tendrá que decirnos qué hacer para enfrentar las obligaciones.” Más desafiante que durante la conferencia de prensa realizada por la tarde, Domingo Cavallo responsabilizó al FMI ante un eventual default de la Argentina. Al menos esa fue la lectura que hizo el New York Times, el diario al cual el ministro concedió una entrevista después de conocer la drástica decisión del organismo. “Si llega ese dinero el país cumplirá con sus obligaciones, pero si no viene el Fondo tendrá que decirnos qué hacer”, dijo Cavallo en la publicación. “De esta manera, el ministro argentino descargó las culpas sobre el FMI por cualquier cesación de pagos inmediata”. En otro tramo de la entrevista, el ministro aseguró que “la dolarización ya está en marcha. Los argentinos evitarán la devaluación si optan por tener y gastar dólares en lugar de pesos”.

 

Elogios sí, dólares no

“Argentina está haciendo grandes esfuerzos” para superar la crisis, elogió ayer el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn. Pero, de inmediato, confirmó que la entidad cancelará la asistencia financiera hacia el país por el incumplimiento de las metas con el FMI. “La decisión del FMI obviamente tiene un impacto en el desembolso de nuestros préstamos”, agregó el jefe de Asuntos Externos del BM para América Latina, Christopher Neal. El BM venía participando del programa del “blindaje”, acordado hace un año. De ese paquete, todavía quedaban por desembolsar 650 millones de dólares. El envío de esos fondos “ha quedado suspendido hasta que se aclare la situación”, dijo Wolfensohn, quien aseguró que “tenemos esperanzas en que Argentina y el FMI lleguen a un acuerdo satisfactorio y nosotros podamos reestablecer los créditos”. Por otra parte, Neal aclaró que los préstamos de ayuda social siguen vigentes. “La asistencia para proyectos de inversión y reformas estructurales siguen adelante, ya que no se vinculan con las metas acordadas con el FMI”, insistió. Esa ayuda es por 1500 millones de dólares. Del otro paquete, por 650 millones, 400 millones estaban destinados para la administración nacional, mientras que los otros 250 eran para las provincias de Santa Fe, Catamarca y Córdoba.

 

CAVALLO INSINUO EL DEFAULT PARA LUEGO DEL CANJE LOCAL
“¿Y a usted qué le interesa?”

Casi lo anunció aunque, como esas cosas que no se pueden decir al damnificado hasta que se anuncian formalmente, no lo dijo explícitamente. Como sea, Domingo Cavallo dejó en claro ayer que los acreedores extranjeros que no ingresen en el canje de deuda no cobrarán nada y que aquellos que lo hagan seguramente deberán aceptar condiciones menos favorables que las que recibieron bancos y AFJP locales. De otro modo, después de que el FMI retaceara el desembolso de 1260 millones de dólares, ahora el paso siguiente será declarar la cesación de pagos sobre los vencimientos de interés y capital de los viejos títulos.
Cavallo adelantó sin ambigüedades cuál será su estrategia frente a los acreedores extranjeros. Una y otra vez se preocupó por aclarar que durante diciembre “tenemos recursos de la recaudación tributaria asegurados para pagar salarios, jubilaciones y otros gastos del Estado”. Y no incluyó en esa cuenta los intereses de la deuda, invirtiendo la ecuación que había planteado a partir de agosto cuando lanzó el Déficit Cero: primero se pagan los intereses y después el resto de gastos del Estado, incluyendo salarios y jubilaciones.
“Por la deuda que se presentó al canje recién hay que empezar a pagar intereses en abril, y sólo hay que pagar intereses” porque hay vencimientos de capital recién a partir del 2003, explicó luego. La omisión de los vencimientos de capital e intereses por la vieja deuda durante diciembre no fue casual. A partir de la segunda semana de este mes hay vencimientos por 1588 millones de capital y 410 millones de intereses, incluso descontando los ahorros de intereses y postergación de capital resultado de la “fase I”, o local, del canje.
La estrategia del ministro era contar con el desembolso del Fondo Monetario para cubrir parte de compromiso, al menos, durante las próximas dos semanas, para ganar tiempo hasta tener avanzada la “fase II”, o internacional, del canje sin caer en default. Sin embargo, el desaire del FMI precipitó las cosas. Y Cavallo parece decidido a anunciar abiertamente que no pagará a aquellos que no ingresen rápidamente en una negociación que postergue, incluso, los vencimientos de capital e interés de diciembre.
–¿Ministro, está garantizado el pago de los vencimientos de la deuda a los acreedores externos en los próximos 90 días o hasta que culmine el canje externo? –le preguntó Página/12.
–Eso sólo se lo voy a responder a los acreedores, cuando me lo pregunten los acreedores se los voy a responder –respondió seco el ministro.
–¿Pero está garantizado el pago sin esos 1260 millones (del FMI)? -insistió este diario.
–¿Y a usted qué le interesa? Es decir, ¿es usted acreedor de la Argentina? –retrucó el ministro. “Yo les voy a responder estas preguntas a los acreedores. Si hay algún tenedor de bonos acá que quiera preguntarlo. Si es tenedor de bonos, bueno, canjeelos, se lo recomiendo, tiene tiempo hasta mañana (por hoy) hasta canjearlos”, recomendó.
Traducido: sin los recursos del Fondo, Cavallo no está dispuesto a entregar más reservas del Banco Central para afrontar los vencimientos con los acreedores, sobre todo cuando éstos ya no otorgan nuevas líneas de crédito al país, ni siquiera para renovar los vencimientos de capital. Hacerlo significaría seguir debilitando el respaldo de dólares que sostiene a la Convertibilidad y difícilmente provoque un “shock de confianza” entre los acreedores, que saben que tarde o temprano el día D, de default, llegaría.
Otra información importante que ayer menionó el ministro es que para los acreedores extranjeros el canje será menos beneficioso que para bancos y AFJP locales (tasa del 7 por ciento y 3 años de gracia en el capital). Para ellos seguramente haya menos tasa de interés y quita de capital. “Si el FMI cree que no podemos pagar 7000 millones de intereses el año próximo, entonces tendremos que pagar menos”, aseguró.

 

OPINION
Por Julio Nudler

La economía es bella

Domingo Cavallo, como Roberto Benigni, elige reír en medio de la tragedia. Pero su papel no es el de una víctima. Las condiciones trágicas las viven otros, y no su acaudalada familia burguesa. Es hasta natural que el victimario ría, sin que le importe o se percate de la indignación con que reciben sus chanzas todos los argentinos que afrontan situaciones desesperantes por la destrucción de sus fuentes de subsistencia y el corte de servicios tan básicos como la salud por parte del Estado. Cavallo dice que él nunca hace pronósticos, lo cual es apenas una de sus tantas y evidentes mentiras, fácilmente demostrables en el archivo de cualquier diario, y que siempre proyecta optimismo para ver si levanta el ánimo, “sin mucho éxito en los últimos tiempos”, según confesó anoche con desenfado. Obviamente, a medida que se fueron reiterando sus fracasos, la credulidad de la gente se evaporó.
“Con tal de que venga el dinero, yo firmo cualquier carta de intención (con el Fondo Monetario) y cualquier waiver (pedido de dispensa)”, respondió entre las carcajadas de la sala. De esto no cabe ninguna duda. También provocó algarabía que dijese “yo siempre brego, brego y brego”, en lugar de trabajar con supuestos pesimistas. ¿Pero no es peor trabajar con falsos supuestos optimistas? A esta altura era atinado preguntarse si Cavallo tiene derecho a tanta humorada y regocijo, en medio de la peor crisis social y económica de que se tenga memoria en la Argentina. En su descargo cabría admitir que las circunspectas comparecencias de Fernando de la Rúa también resultan exasperantes.
Quizá lo más patético de esta versión jocunda de Cavallo son las risotadas con que algunos de sus espectadores, agolpados ante las pantallas, reciben las ocurrencias del mediterráneo. En realidad, les resultan más cómicas las afirmaciones serias del ministro –como ésa de que el bochazo del FMI no tendrá ninguna consecuencia para la economía nacional, o el consejo de que la gente se mantenga tranquila– que sus chistosas salidas. Que los argentinos ya no tomen en serio a quien maneja la política económica y negocia con el mundo es la expresión de la absoluta desesperanza social.
Para Cavallo, aquí “no ha pasado nada”, sólo algunos “titulares catastróficos” en la prensa, malinterpretando el mazazo del Fondo. Eso se resuelve, según explicó, preguntándole a ese organismo, controlado por Estados Unidos, “qué ingredientes adicionales” debe incorporar la Argentina a su programa económico. Señal inequívoca de que, efectivamente, aquí no ha cambiado nada.

 

Las Lecop copan; el peso pasa y el dólar duele

Divagando sobre el futuro, Domingo Cavallo trazó ayer
un escenario de cuasimonedas fluctuantes en un país dolarizado. Se parece poco a la economía sustentable que quiere el FMI.

Patacones, Lecop y otros papeles pintados, en un paisaje post convertibilidad.

Por Julio Nudler

Salir de la convertibilidad por la ventana es una opción que Domingo Cavallo contempla profundizar, según se desprende de una de las respuestas que dio anoche en su hilarante rueda de prensa. Aunque hace rato que dejó de obrar en función de un programa económico orgánico, la espiral ajustedepresión lo llevó a convivir con –y hasta auspiciar– la emisión de medios de pago bastardos, como el patacón bonaerense y las Lecop. Sin embargo, mientras hasta ahora se insistió en que esas cuasimonedas fueran tomadas a la par con el peso y el dólar, aunque no fuesen convertibles (el Banco Central no entrega dólares a cambio de Lecop), el cordobés admitió ayer la posibilidad de que esos papeles “coticen en los mercados” en un régimen de libre flotación. En consecuencia, podrán encarnar la devaluación que Cavallo rechaza para el peso, signo nacional que se convertirá en el salame del sandwich, estrujado hasta desaparecer.
En el futuro que dejan vislumbrar las crípticas declaraciones del ministro, irán proliferando las llamadas “terceras monedas”, que obviamente no podrán sostener su equivalencia con el dólar, salvo en esta circunstancia de extrema depresión, cuando productores y comerciantes están desesperados por vender. Luego, esos bonos dinerarios irán sufriendo –como ya ocurre cuando se intenta cambiar sumas importantes– cierto margen de descuento. Ese desagio será proporcional a su abundancia, y es también probable que cada seudopeso sea valorado según la calidad de su emisor: los lanzados por provincias fundidas cotizarán por debajo de los pertenecientes a distritos equilibrados.
Sin embargo, esa eventual subvaloración de los diversos patacones provocará una reducción en el poder de compra de quienes perciban sus ingresos, total o parcialmente, en esos papeles. Y es probable que un cierto número de los afectados por esa devaluación cuasimonetaria mantengan deudas dolarizadas con la banca, por créditos hipotecarios, prendarios u otros. En ese caso, se agravará su insolvencia, deteriorando la ya baja calidad de las carteras bancarias. Sería el mismo efecto de una devaluación del peso, aunque quizá menos extendido y más desparejo.
Si la Argentina conservase algún acuerdo con el FMI, éste impondrá restricciones –como las vigentes en el actual programa– a la circulación de monedas paralelas. Como resultado, la Nación debería seguir regulando la cantidad de medios de pago postizos en el sistema. En lo fundamental, la existencia de tales patacones de valor oscilante materializará la devaluación que Cavallo rehúye y excluirá todo retorno a un régimen de convertibilidad, que presupone un tipo de cambio fijo. Con dolarización, y la consiguiente extinción de las reservas, el BCRA no podría sostener ninguna paridad, de modo que el poder de compra de las cuasimonedas dependerá en primer lugar de la credibilidad que merezcan.
“La devaluación es impensable porque el dólar no se puede devaluar”, sostuvo anoche el morador de Hacienda en uno de sus hallazgos retóricos, lindantes con el absurdo. Pero su afirmación completa y textual fue la siguiente: “La devaluación es impensable porque el dólar no se puede devaluar y el peso es canjeable por dólares; así que todos los que siguen planteando la hipótesis de la devaluación hablan de un sistema monetario diferente” (al de la convertibilidad). A renglón seguido comenzó a referirse a las lecop flotantes.
A su curiosa manera, Cavallo insinúa lo que empezó a plasmar el último fin de semana: el fin de la convertibilidad (por los controles financieros y cambiarios implantados) y el ingreso a la dolarización, que ahora dice no poder descartar. En realidad, la impuso vía decreto en el sistema financiero, otorgando así al dólar virtual de los depósitos, que se mantiene cautivo en el sistema bancario, el rol de moneda transaccional, además del de reserva de valor. Por ahora los pesos sobreviven como especie de calderilla, para los menudos gastos cotidianos (transporte,periódicos, golosinas...), todo aquello que aún no admite el uso del dinero plástico.
En el nuevo escenario, ya instalado, la gente se sentirá en permanente zozobra, porque sus ingresos podrán depreciarse en cualquier momento por una devaluación o por un mayor desagio. Para el caso, cobrar en pesos o en patacones no haría gran diferencia. Quien arrastre una deuda dolarizada temerá que crezca en términos de sus ingresos. Si a esto se suma la incertidumbre sobre los fondos que se posean en un banco y sobre el destino del ahorro jubilatorio acumulado en una AFJP, que ésta tiene invertidos en bonos de un Estado fallido, la depresión de la demanda se perpetuará. No es lo que alguien llamaría un “programa sustentable”, como el que dicen reclamar el Tesoro estadounidense y el FMI.

 

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