Por Oscar Ranzani
La historia del niño
huérfano y maltratado que un buen día adquirió los
poderes de la magia está dando que hablar. Las cuatro publicaciones
de la saga de siete de Harry Potter llevan vendidas más de 600
mil ejemplares en la Argentina, y el film Harry Potter y la piedra filosofal
ya fue visto por 722 mil espectadores. Página/12 intentó
indagar qué hay detrás de estos datos, con el objeto de
analizar cuáles son los indicadores que permitan dar cuenta del
impacto social. ¿Hay un nuevo lenguaje infantil? ¿La maquinaria
disfraza el suceso o se trata de un fenómeno genuino? ¿De
qué manera esto promueve el acercamiento de los chicos a la lectura?
El mundo de la magia y lo sobrenatural ya fue utilizado en otros casos,
¿por qué funcionó aquí de otra manera? Estos
son algunos de los interrogantes sobre Harry Potter, y sobre los cuales
este diario entrevistó a diversos especialistas en literatura infantil,
editores y analistas.
Para el filósofo Luis Soto se trata de un fenómeno de época.
Estamos buscando algo que no nos está dando esta realidad.
Por otro lado, hay algo ancestral que busca el alma y que, a través
de Harry Potter, se expresa. La gran duda es si la autora lo hizo ex profeso,
o simplemente lo logró al utilizar los elementos que emplean los
mitos o las leyendas. Los mitos son pararacionales, van dirigidos
al alma y no a la razón, expresa Soto. En cambio, para Nora
Sormani, especialista en literatura infantil, se trata de un fenómeno
comercial que funcionó y que se fue multiplicando. Por otra
parte, es una novela efectista que tiene todos lo ingredientes necesarios
para obtener una buena respuesta de los chicos: tiene impacto, resulta
fácil de leer, es atrapante y tiene la suerte de ser comercial.
Aunque, en realidad, no es una gran creación. No es original porque
reúne aspectos que ya fueron tratados en novelas y cuentos para
los chicos desde hace años, y porque no está respaldada
por una cosmovisión sólida de lo que es la magia y lo fantástico,
cuestiona Sormani.
En líneas opuestas, Antonio Santa Ana, editor de libros infantiles
del Grupo Editorial Norma, destaca que Harry Potter se impuso porque se
diferencia de la literatura para niños y jóvenes que se
venía distribuyendo, sobre todo en Europa y Estados Unidos que
estaban muy metidos con un realismo descarnado. Gabriel De Luca,
profesor de literatura y comunicación en escuelas medias y jefe
del Area de Lengua de Editorial Estrada, define diversas variables que
permiten dar cuenta del fenómeno. Una es el tema del marketing.
Otra tiene que ver con que el personaje no es un adulto sino un niño
que en principio tiene características antiheroicas, pero que luego
se transforma en un héroe con un superpoder. La magia lo hace más
atractivo. No se trata de un chico siempre bueno, en el sentido más
tradicional de la bondad. Es solidario pero también hace sus travesuras,
concluye De Luca.
Según el semiólogo Oscar Steimberg, no es acertado hablar
de un nuevo lenguaje infantil porque es una obra de ficción
que se emplaza dentro de una tradición que no rompe con los relatos
del cine de Disney. Susana Cello, profesora de literatura de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, no se atreve a decir
que se trate de un nuevo lenguaje. También hay que tener
en cuenta una cosa: hay unas mediaciones para considerar. Puede tener
influencia para los chicos pero creo que se mezcla con otras influencias
más directas del lenguaje coloquial, de series televisivas y de
otros personajes infantiles, aclara. Para la psicóloga Claudia
Castillo, Harry Potter no crea un nuevo lenguaje. Está escrito
en un lenguaje bastante convencional, con muchos detalles, descripciones
minuciosas de lugares y personajes. Posiblemente ciertos nombres y lugares
tengan una connotación distinta en su lengua original. Incluso
hay lugares que el libro menciona que existen, aunque con variaciones,
opina Castillo. En la misma dirección, Soto sostiene que es lo
mismo de siempre. El comienzo es el mismo que el de Cenicienta,
el de Moisés en la historia sagrada y el de Rómulo y Remo.
La historia de alguien que no tiene padres y que es recogido por una persona,
analiza el filósofo. Como todo fenómeno, Harry Potter tiene
elementos de significación que permiten desentrañar su éxito.
Steimberg sostiene que Harry Potter articula opuestos narrativos. Por
un lado, la ruptura con las restricciones del mundo a través de
la magia. Por el otro, la existencia de una tranquila disciplina en relación
con las instituciones del mundo. Potter realiza el milagro de ser distinto
porque es mago y, sin embargo, es más cualquiera que cualquiera
porque se trata de un chico escolarmente exitoso o bien educado,
define el semiólogo. Los elementos que encuentra De Luca tienen
que ver con la figura del héroe y cómo obtiene sus poderes.
Potter adquiere la magia, no es un don que le venga dado. Al no
ser héroe desde el principio, puede generar identificación
en los chicos porque ellos tampoco lo son. Para el profesor, esto
tiene estrecha vinculación con los tiempos que se viven y con la
sociedad de masas, en el sentido que posibilita la identificación
con el personaje porque es uno como cualquier chico que, a través
de un proceso, se convierte en ese otro todopoderoso. Esto les permite
a los chicos decir `yo también puedo.
Castillo cita a Bruno Bettelheim, autor del libro Psicoanálisis
de los cuentos de hadas, para dar cuenta de los elementos de significación:
El escritor dice que los cuentos de hadas transmiten a los niños
que la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable,
pero que si uno no huye sino que las enfrenta llega a dominar los obstáculos
alzándose victorioso. En este sentido, Harry Potter es un cuento
de hadas, concluye la psicóloga. Sandra Comino, escritora
y miembro de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de
la Argentina (ALISA), sostiene que es una historia fantástica con
elementos y estructura del cuento tradicional, figuras siniestras, personajes
malos y buenos aunque no tan polarizados. Si bien el héroe responde
a un modelo clásico, tiene características actuales y el
universo adulto, en su mayoría malvado, cuenta con la salvación
que llega de la mano de los chicos. Se hace justicia no en el final, sino
a medida que circula la historia, señala la escritora.
El debate acerca de si se trata de un fenómeno genuino o está
disfrazado por la gran maquinaria publicitaria genera opiniones disímiles.
Soto destaca que es un fenómeno verdadero, al margen de que
todo el consumismo se enganche detrás. Si no fuera así,
todos los días sacarían un best seller. Comino opina
que la publicidad lo disfraza: Aunque no subestimo la novela, el
efecto que causa es por el entorno de la prensa. Castillo sostiene
que la publicidad incidió en el fenómeno. Sin embargo, antes
de que la primera edición de Harry Potter viera la luz, el manuscrito
fue rechazado por tres casas editoriales. El primer libro Harry Potter
y la piedra filosofal alcanzó un éxito inesperado para los
propios editores, aunque tenía más de 250 páginas.
Los primeros divulgadores fueron los propios niños. De ahí
en más, el fenómeno ya está lanzado: librerías
abiertas hasta la medianoche con personas haciendo cola por cada nuevo
libro, páginas en Internet, promoción de la película,
comenta la psicóloga. Según Santa Ana, el fenómeno
es genuino y la maquinaria publicitaria se montó después.
Hay que tener en cuenta que Harry Potter rompe con ese concepto
prejuicioso que señala que los libros que se venden masivamente
son una porquería y los que no se venden son maravillosos. Creo
que no es ninguna de las dos cosas, concluye el editor.
La opinión
de una experta
Una reconocida especialista en la materia, Elsa Bornemann, señaló
la importancia de que a los chicos les guste Harry Potter. A pesar
de la gloria que supo alcanzar con sus cuentos, Bornemann apela,
casi en un paralelismo con la historia de la saga, a la magia. A
mí me encantaría tener una mano de la escritora que
me diese ese éxito, señala. En un mundo en el
que la utilización de las computadoras y los instrumentos
electrónicos reemplazaron, en parte, a la lectura, Harry
Potter vino a conquistar una legión de nuevos lectores. Respecto
a ese punto, Bornemann, conocedora del tema, sostiene que lo bueno
es que empiezan a leer chicos que antes no lo hacían.
Al ser consultada sobre si es posible ejercer otras formas de educación
a partir de libros y películas que alimenten la fantasía
infantil, la escritora destaca que sí, pero para eso
tienen que cambiar los adultos. Si los mayores que están
con las criaturas, aparte de lo que pasa en el país y de
la guerra en el mundo, no se ocupan de las criaturas, no es posible
hacer nada.
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