Por
Martín Piqué
En
la interminable noche del sábado, cuando se debatía en el
Congreso la ley de lemas, el diputado Luis Zamora criticó por igual
a los dos partidos mayoritarios. A los peronistas les recordó las
palabras de Roberto Dromi, el ex ministro de Obras Públicas menemista,
que los instaba a ser sumisos ante el poder económico
mundial. Y a los radicales les reprochó, entre otras cosas, la
capitulación ante los militares, que terminó con la aprobación
de las leyes de impunidad. Unas horas antes de hablar en el recinto, Zamora
había recibido a Página/12 en el octavo piso del anexo de
Diputados, a unos pocos metros de la desocupada oficina 808, en cuya puerta
un cartel recordaba la caída del Gobierno: Juan Pablo Baylac,
diputado nacional. Zamora cuestionó duramente la designación
de Adolfo Rodríguez Saá como presidente provisorio, acusó
a los peronistas de usurpar un poder por el que no pelearon
y auguró buenos tiempos para la izquierda.
¿Cómo analiza la aprobación de la ley de lemas?
Lo que había que discutir ahora no era la ley de acefalía,
para que el peronismo resolviera sus problemas y así trabajar de
acuerdo con las necesidades y los planes políticos del justicialismo
y de los grupos económicos que están detrás de cada
sector del PJ. Había que discutir qué caminos institucionales
van hacia la democracia directa. Porque los peronistas están usurpando
un poder por el que no pelearon.
¿Cómo vivió el cacerolazo y la movilización
a Plaza de Mayo que hicieron caer al gobierno de la Alianza?
El miércoles a la noche, después del discurso de De
la Rúa, empezamos a escuchar el cacerolazo en Villa Crespo. Salimos
con mi hijo y nos fuimos a la esquina, donde empezamos a golpear las cacerolas.
Después nos fuimos a Canning y Corrientes. Estaba cortada, llena
de gente que venía de Dorrego y Chacarita. A la 1 de la mañana,
nos fuimos a Congreso. Estaba hermoso, toda la escalinata cubierta, toda
la gente muy apiñada, y los gritos eran que se vayan todos
y no quede ni uno solo. Me pareció muy lindo que empezaran
a gritar insultos contra De la Rúa, e inmediatamente cantaban Menem,
compadre. La composición era de clase media de Capital. Se
gritaba se va a acabar la burocracia sindical y el que
no salta es militar. Consignas que alejaban cualquier fantasma de
golpismo. Se veía la fuerza y la espontaneidad. Ahí vimos
que había ya mucho poder y mucha decisión. Duró hasta
las 4 o 5 de la mañana. Nos fuimos con la impresión que
De la Rúa había terminado. A las 7 nos levantamos y nos
fuimos para la Plaza de Mayo, donde había mucha gente. Había
una composición similar, pero la gente estaba más combativa.
Vimos que la policía estaba arrastrando a la diputada Marcela Bordenave,
que había querido sacar a un chico al que le estaban pegando de
arriba abajo. Entonces nos fuimos para la Casa Rosada, pero ya no había
nadie. Nos atendió García Batallán, después
de insistir mucho. Y nos dijo: La orden del Gobierno fue reprimir.
Mestre y Mathov le aconsejaron a De la Rúa: Las demás
plazas no las podemos controlar, pero la Plaza de Mayo, si la llenan,
chau. O sea, la represión era para que la televisión
y las radios le mostraran a toda la población que no venga a la
Plaza porque había represión. Funcionaba como elemento disuasivo.
La protesta popular espontánea, ¿se diluirá
con el paso del tiempo?
Fue mucho esfuerzo, hay cansancio, un costo alto, hay muertos. Yo
les dije a los justicialistas: ¿Por qué no vienen
ustedes a poner el cuerpo a la Plaza? Porque si ustedes lo ponen, no hay
un muerto más. Y no hubiera habido 27 muertos. Si hubiera
estado en la Plaza de Mayo toda la primera plana de la dirigencia sindical
y la dirigencia justicialista, Puerta, Camaño, todos estos, no
hubieran habido 27 muertos. Pero se logró algo. Aunque yo no estoy
seguro de que se vaya a diluir. Porque es una bronca acumulada de mucho
tiempo. ¿Cómo afecta un llamado a elecciones en menos
de dos meses?
Es un dilema. Yo alerto a la población sobre ese tema. Quieren
utilizar un mecanismo que la gente viene casi de rechazar, el método
electoral. ¿Y si gana el 30 por ciento de votos impugnados, y el
resto se divide? ¿Por qué la gente va a votar al justicialismo?
Tampoco al radicalismo, tampoco a otra cosa. Puede ser que haya una alternativa,
pero la verdad, no sé. Porque son pocos meses y la verdad es que
la gente que está en el ARI y en el Polo Social salió mal
del proceso electoral. Ellos estaban más preparados para una cosa
más estable: denuncias públicas, informes... Pero la aceleración
de la crisis se los comió. Venían más para eso, no
para tener que dar respuestas serias a la crisis. Es raro que Elisa Carrió
no haya estado en la Plaza. No sé cómo habría sido
tratada, pero no me parece que mal. Hubiese caído bien. Pero no
estoy muy seguro. Porque María América González tuvo
problemas, y otros no tuvieron problemas porque pasan inadvertidos.
La centroizquierda parece debilitada por el fracaso del Frepaso.
Esta es una oportunidad para ideas de transformaciones más
radicales. Sobre todo para luchar contra el capitalismo. La experiencia
del Frepaso fue una experiencia de realizar algunos cambios dentro del
sistema capitalista, fundamentalmente sobre la base de posturas éticas.
Un capitalismo más humano. Pero la propuesta política del
Frepaso fracasó. La gente que viene de esa fuerza está sacando
conclusiones, que hay que ir a medidas más contundentes. A los
partidos que intentaron reemplazar al Frepaso no les fue muy bien en las
elecciones de octubre.
Muchos votantes progresistas temen que esto lo aprovechará
la derecha.
Va haber una pulseada. Si la población continuara movilizándose
como lo está haciendo, si se autoconvoca, entonces no hay lugar
para políticos autoritarios. Si hay una búsqueda, es de
formas más democráticas. La izquierda, obviamente, va a
tener un lugar importante.
¿Esta es una oportunidad para la izquierda?
Yo lo veo como la hora del pueblo, del poder popular, de la democracia
directa. Es el tiempo de las propuestas que la izquierda ha venido levantando.
De las propuestas programáticas, proyecto de país, deuda
externa, ajuste a los que han concentrado riqueza, denuncia del capitalismo
a nivel mundial, de esta globalización que nos ha dejado afuera.
A mí me para en la calle un montón de gente que me dice
no hay que pagar la deuda externa, en el MAS tenían
razón. Es muy interesante el tema de la deuda, se ha extendido
mucho. El propio Rodríguez Saá salió a decir que
su primera medida sería suspender los pagos de la deuda externa
hasta que no quede un desocupado en la Argentina. ¿Por qué
lo dice? Porque en la población cae bien. Hace 10 años a
nosotros nos decían locos. Es un cambio en la conciencia interesante.
¿Usted se ve como candidato para el 3 de marzo?
Pensar en una alternativa electoral... Si nos presentamos, lo haremos
para tratar de impulsar la autodeterminación. No hemos podido salir
a recorrer el país, pero tenemos llamados de muchos lugares para
armar Autodeterminación y Libertad en Tierra del Fuego, Neuquén
y el Litoral. Y en la provincia de Buenos Aires tenemos a un montón
de gente que militó en el MAS. Tenemos que hablar el tema con otros
partidos.
Como diputado, usted es una expresión de la democracia representativa.
¿Cómo compatibiliza su cargo con su llamado a la democracia
directa?
Eso fue siempre una paradoja para nosotros. Porque nuestro partido
se llama Autodeterminación y Libertad. Pero dijimos vamos
a cuestionar la representación, pero desde un sistema que se basa
en la representación. Democracia representativa no es democracia.
Democracia es democracia directa, con mecanismos de revocatoria de mandatos,
toda esta cosa que planteamos nosotros, que no haya reelecciones. Que
la política la haga la población, y el que gobierna se encargue
de la gestión, del mandato.
¿El cacerolazo y la movilización demuestran que la
gente quiere ejercer su poder de una manera más directa?
Esto es en lo que yo insisto. Que la gente no delegue el poder que
recuperó. Que no lo delegue, que se siga organizando. La organización
va a partir de los lugares de trabajo y de los barrios. Es más
barrial, sobre todo por el grado de desocupación que hay. La gente
tiene que organizarse de la forma que guste, porque lo peor que hay es
recomendar fórmulas. Aunque yo pensaría en ocupar nuevamente
la Plaza del Congreso. Que la gente no deje el poder que recuperó.
Después de las movilizaciones de esta semana, organizaciones
como el Frenapo, ¿deberían asumir esta protesta que ha surgido
espontáneamente?
Yo entiendo a la política como a la población haciendo
política. El pueblo autodeterminándose. El Frenapo es una
organización social, pero tiene mucha presencia de aparatos sindicales
y partidarios. La CTA, por ejemplo, tendría que hacer un llamado
a la autodeterminación. Porque eso de postularse como la organización
para dirigir a los trabajadores, a los jóvenes, al pueblo, lo cuestiono,
desde el punto de vista político y desde el punto de vista gremial.
La CTA parte de un planteo que es que hay una torta que crece, pero se
distribuye mal. No están viendo lo que pasa en el país.
No hay nada que crezca en la Argentina, por supuesto que hay una mala
distribución de lo poco que hay. Pero, sobre todo, lo que le pasa
a la Argentina es que la succionan desde afuera. A mí me parece
que la CTA podría cumplir un rol muy importante, pero la organización
debe surgir desde abajo, no de planos hechos desde arriba.
|