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EL
EXTRANJERO
UP
IN THE AIR
Walter Kirn
Doubleday
Nueva York, 2001
304 págs. U$S 23.95
¿De dónde
saca las ideas para sus libros Walter Kirn? ¿Cómo pueden
ocurrírsele a alguien los mormones freaks de los relatos de My
Hard Bargain, los fanáticos de Wisconsin que atacan las clínicas
para abortos de She Needed Me o el adolescente à la Holden Caulfield
que no puede dejar de chuparse el pulgar de Thumbsucker como materia literaria?
Ideas y personajes todas y todos que ahora palidecen ante
lo que se cuenta en su nueva novela. El héroe de Up
In The Air es Ryan Bingham, joven consultor de empresas que se dedica
a echar empleados, normalizar conflictos, escribir un libro de autoayuda
ejecutiva que espera sea un éxito y lo más importante
de todo volar en avión y acumular millas gratis a costa de
su empresa. Up In The Air transcurre durante los días y vuelos
en los que el volador frecuente Bingham sentirá que
su realidad se estrella problemas en el trabajo, boda complicada
de su hermana disfuncional y, además, alcanzará la
marca del millón de millas acumuladas. Lo que le permitirá
supone y sueña desaparecer de los sitios que solía
frecuentar y, por fin, vivir en el aire, en el territorio que él
ha descubierto y bautizado como Airworld, una nación adentro
de una nación, con su propio lenguaje, estado de ánimo y
moneda: una economía construida alrededor de las millas gratis
que yo he llegado a apreciar más que los dólares. La inflación
no las degrada. No pagan impuestos. Las millas gratis son propiedad privada
en su más pura expresión.
Hablamos y se habla aquí, claro, de un nuevo eslabón en
la cadena de ese Homo Americanus literario que incluye al
Babbit de Sinclair Lewis, al Rabbit de Updike, al Stern de Friedman, al
Loman de Miller o al Herzog de Bellow. Personajes-mirada que, en realidad,
viven y se mueven para contarnos su opinión del mundo externo con
obsesión de cronistas de Indias para, en el momento menos pensado,
descubrir que ese mundo externo por el que se consideraban viajeros intocables
se les ha metido por entre las grietas de sus armaduras. Y ahí
empiezan los problemas. Kirn educado entre mormones en una granja
de Minnesota dijo adiós a todo eso, pasó por Princeton
y Oxford y hoy es editor literario del mensuario GQ (con escalas previas
en Time y Vanity Fair) y dueño de uno de los estilos más
elegantes y perturbadores a la hora de poner a carretear por la pista
a la comedia de costumbres. Ryan Bingham un observador compulsivo
de lo que nosotros miramos, pero no vemos es su personaje más
logrado y Up In The Air probablemente sea, como proclama la solapa del
libro, una reinvención de la clásica road novel norteamericana
elevada a 30.000 pies de altura. Pero eso no es todo: el verdadero
atractivo del libro lo que lo convierte en algo único
está en la exploración de lugares comunes con esos ojos
entrecerrados y obsesivos de un Nicholson Baker sin por eso sacrificar
el pulso narrativo. Así pasan y pasamos por aeropuertos, comidas
aéreas, el borracho de adelante, la revista de a bordo, la pasajera
que se sienta al lado, el sexo de cabotaje, los hoteles, los autos de
alquiler, las azafatas, las demoras, el aire que se respira en la cabina,
las valijas perdidas, lo que se ve o se deja de ver por la ventanilla,
los cinturones ajustados, los maníes envasados al vacío,
el infaltable y obligatorio mormón, la turbulencia que no cesa
aunque el avión ya haya aterrizado y una novela que redefine para
siempre aquello de libro ideal para leer en el avión.
Rodrigo Fresán
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