La historia
jamás contada sobre los días de militancia política
de Luis Alberto Spinetta
Compañeroflaco
El
voluminoso morocho que eleva sus brazos y parece estar en pleno sermón,
es un refinado rimador y defensor de la cultura hip hop de la comunidad
afroamericana. Desde ese lugar, evalúa el estado de las cosas
entre sus hermanos y se permite palabras de respeto para
las actuales estrellitas blancas del género que revolucionó
la música pop de fines del siglo pasado. ¿Alguna duda?
El libro Galimberti. De
Perón a Susana. De Montoneros a la CIA,
una biografía no autorizada del ex dirigente montonero hoy convertido
en empresario, incluye una reveladora historia ocurrida a fines de los
años 60. Allí se cuenta el génesis de una
agrupación estudiantil que resultó luego uno de los embriones
de Montoneros y en la que militó, durante un tiempo, un pibe
de pelo largo y canciones siempre a mano, luego expulsado por fumar
porro. Sí, era él...
+... El GRULA (1) se reunía una vez a la semana en un local
de la UCRI de la avenida Belgrano, con la autorización del ex
gobernador de Buenos Aires, Oscar Alende. En cada encuentro se incorporaba
gente nueva. Avanzado el año 1967, Coco Estela, que
cursaba el primer año de Bellas Artes, logró reclutar
a dos chicos de su curso. Uno se llamaba Emilio Del Guercio. El otro,
de pelo enrulado hasta pasados los hombros, era Luis Alberto Spinetta.
Los dos tenían diecisiete años.
Del Guercio y Spinetta eran amigos del barrio y se sentaban en el mismo
banco en el Instituto San Román. Habían egresado en 1966.
A los dos les interesaba el arte y la música. Spinetta formaba
parte del coro de la Iglesia y su papá cantaba tangos en audiciones
de radio. Le gustaban Piazzolla, Los Beatles, Waldo de los Ríos,
Bill Haley. También amaba la literatura. Andaba siempre con Rayuela
bajo el brazo. En ese tiempo, quien no tenía una teoría
sobre cómo armar el libro de Cortázar, era considerado
un marciano. Por eso se entusiasmaba cuando conversaba con Carlos Grosso
de literatura.
Del Guercio estaba más politizado. Su padre era peronista. Pero
tanto él como Spinetta estaba influidos por lecturas cristianas.
Iban a los retiros espirituales del padre Jorge Adur, que era una autoridad
del Instituto. También les encantaba componer música.
Spinetta tenía un stock de canciones desde el colegio primario.
En los últimos años del secundario, Spinetta cantaba con
Los Larkings. Emilio Del Guercio, en cambio, estaba en Los Sbirros con
Edelmiro Molinari. Sin embargo, en 1967, la banda de Spinetta se paralizó
porque a Rodolfo García, el baterista, le tocó la conscripción.
Entonces Los Larkings y Los Sbirros se fusionaron. Armaron una banda
a la que todavía no le habían puesto nombre.
Del Guercio y Spinetta llevaron a JAEN (2) a dos amigos que egresaron
del San Román: Ricardo Mitre, El Turco, que buscaba
un lugar para canalizar sus inquietudes políticas, y Luis Alberto
Vuistaz, Lucho, hijo de una familia acomodada del Norte
argentino que también quería participar.
(...) JAEN participó en la primera agitación callejera
de la CGTA, en repudio a los dos años de gobierno de Onganía,
el viernes 28 de junio de 1968 en Plaza Once. La marcha estaba prohibida.
En los días previos, el gobierno anunció que grupos guerrilleros
habían repartido armas para utilizar en la concentración
y organizó un dispositivo de seguridad con carros de asalto.
La Policía montada fue a las puertas de las fábricas y
universidades para impedir que obreros y estudiantes marcharan hacia
Once. Galimberti propuso a sus cuadros que entonces no sumaban
más de veinte un sistema organizativo de formaciones
reagrupables, que debían intentar el ingreso a la plaza
desde distintas esquinas y reunirse una vez superado el cerco policial.
Los manifestantes se juntaron en bares cercanos, presentándose
indiferentes a la convocatoria obrera. Esperaban la orden de los sindicalistas
de la CGTA para entrar a la Plaza en forma sorpresiva.
Spinetta y Del Guercio se metieron en la fila de una parada de colectivos.
Debido a su excesiva longitud, la fila empezó a ser requisada
por la policía. Los oficiales iban escudriñando uno a
uno, a corta distancia, hasta que se detuvieron en Spinetta. Su pelo
largo era un indicio de rebeldía contra la autoridad. Le pidieron
sus documentos.
¿Qué mierda estás haciendo acá? le
preguntó el policía mientras deletreaba su cédula
de identidad.
Spinetta dijo que esperaba el colectivo para ir a la casa de un amigo.
Abrí la valija ordenó el oficial.
En ese momento empezó la revuelta. Una cinta explosiva lanzó
una llamarada de quince metros. La Plaza se llenó de gases lacrimógenos.
La gente corría. Semitapado por un pañuelo, Galimberti
empezó a tirarle piedras a los carros de policía. Jauretche
intentó recuperar a su novia Martha Roldán y quedó
atrapado en el piso. Empezaron a patearlo. Spinetta y Del Guercio seguían
cercados contra la pared.
Abrí la valija le repitió el policía.
Spinetta la abrió y sacó un dibujo algo naïf, pero
de innegable influencia surrealista. El oficial interpretó el
ardid: abajo escondería el material explosivo.
No te hagás el vivo. Sacá todo que vos viniste a
poner bombas le gritó.
Le juro que no, señor. Tengo sólo dibujos. Yo estudio
Bellas Artes -imploró.
La Caballería empezó a arremeter contra la gente apiñada
bajo los arcos de la Recova. Una bomba molotov explotó debajo
de un patrullero. Spinetta empezó a mostrar las hojas. En una
de ellas se veía el dibujo de la cara de un hombre con expresión
triste, y una lágrima que se derramaba sobre su mejilla. Era
un bosquejo de la idea de tapa del primer disco de la banda. Ya habían
definido el nombre: Almendra.
Esa noche, Spinetta y Del Guercio fueron trasladados a la comisaría
por averiguación de antecedentes. Cientos de manifestantes fueron
detenidos en calles y bares. Perón le envió una carta
de felicitación a Ongaro por su combatividad.
A fin de junio de 1968, JAEN ya estaba advertido del progreso artístico
de quienes componían, precisamente, el Frente Artístico
de la agrupación. Lo demostraron en el cumpleaños de Nela
Melegas, la mujer de Carlos Grosso. Estaban recién casados y
vivían en un departamento de la calle Pacheco de Melo. Los dos
eran muy cálidos para recibir visitas. Algunos fines de semana,
la jefatura de JAEN Galimberti, Jauretche, Raventos y Grosso,
el anfitrión se juntaba en su casa con sus novias y otros
militantes. Nela era muy práctica en la cocina y preparaba la
comida. La noche de su cumpleaños, el 11 de junio, organizó
un pequeño festejo, y Spinetta y Del Guercio llegaron con dos
guitarras y una quena. Probaron cerveza, canapés y se acomodaron
a un costado del living. Había mucho interés por escucharlos.
Grosso había invitado a dos oficiales del Ejército argentino,
Julián Licastro y José Luis Fernández Valoni, que
eran peronistas y estaban descubriendo la política a través
de un espinel de relaciones. Buscaban tener contactos con la sociedad
civil.
Spinetta empezó a cantar una canción, bastante tímidamente.
Era la que más le gustaba. Había escrito la letra el día
que le avisaron que un amigo del colegio había muerto en un accidente.
La noticia era falsa. Pero cuando lo supo, la canción ya estaba
hecha. La llamaba El tema de Pototo, y tenía un agregado:
Para saber lo que es la soledad. Después tocaron
otra, Muchacha (ojos de papel) y El mundo entre mis
manos.
Spinetta, Del Guercio, Molinari y García, la composición
definitiva de Almendra, grabaron un disco simple con dos temas en la
primavera de 1968. La primera presentación del grupo se hizo
en el Instituto Di Tella. Lucho Vuistaz y El Turco
Mitre fueron los únicos jaenes que asistieron al concierto. La
agrupación estaba en pleno debate. A pocos les interesaba las
modas de los hippies o las canciones rockeras cantadas en español;
preferían ocuparse de otros asuntos: en septiembre, habían
detenido a un grupo en Taco Ralo. Algunos de ellos habían asaltado
el Banco de Hurlingham a cara descubierta y después tomaron un
tren hacia Tucumán para instalar un campamento guerrillero. En
total eran doce: una maestra, un ex cura, también estaba Cacho
El Kadri.
(...) En ese tiempo, la agrupación sufrió otra baja. Sensible,
si se tienen en cuenta sus cualidades artísticas y humanas: Luis
Alberto Spinetta. Su interés por la política estaba fundado
desde una perspectiva generacional. Los jaenes percibían la política
como fórmula para romper el sistema. Había otras diferencias:
la vida bohemia en torno a las guitarras acústicas o la moda
psicodélica, los jaenes las despreciaban. Las consideraban tendencias
modernas creadas por el capitalismo para distraer a los pueblos de su
lucha. Pero con las sustancias prohibidas, la posición del grupo
era mucho más rigurosa. En un plenario se debatió sobre
el tema y se decidió que los cuadros de JAEN no debían
consumirla. Spinetta rompió ahí mismo con ese discurso.
Se levantó, encendió un porro y se puso a fumar marihuana.
El responsable le ordenó que se fuera.
Spinetta no hizo caso. Se acercó a una ventana y se puso a mirar
la ciudad. Alargaba cada pitada.
Consumir drogas no es una actitud contestataria contra el sistema.
Es una condición de debilidad frente al sistema sentenció
el responsable, irritado.
Spinetta no contestó. El ambiente se tensó. Alguien salió
en su defensa.
Dejalo, che. Luis Alberto está más volcado a la
música que a la política. No jode a nadie. Y está
trabajando bien en el ámbito de Cultura. Es un cuadro valioso.
Será valioso, pero vos no tomás conciencia del riesgo
que corremos si sigue con nosotros. Un tipo que hoy fuma un porro, mañana
te vende por un porro. Propongo expulsarlo, compañeros.
Spinetta ya se había ido.
(1)
Grupo de Estudios Latinoamericanos.
(2) Juventudes Argentinas por la Emancipación Nacional.
Párrafos
extraídos del capítulo 3, titulado El mundo entre
mis manos, perteneciente al libro Galimberti. De Perón
a Susana. De Montoneros a la CIA, de Marcelo Larraquy y Roberto Caballero,
editado por Grupo Editorial Norma.