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CORDOBA
Villa Carlos Paz y el Valle de Punilla
Vacaciones
a la carta
Villa Carlos
Paz y el Valle de Punilla son el centro de la movida cordobesa para
este verano. Cerros, aerosillas, parques de diversiones, parapente y
hasta ovnis forman parte de un menú donde hay para todos los gustos.
Por Graciela
Cutuli
Río,
sierras y el lago. En tres palabras se puede definir la esencia de los
encantos de Villa Carlos Paz, que allí al sur del Valle de Punilla
supo consolidarse año a año como el principal centro turístico
cordobés por la variedad y calidad de sus servicios. A Carlos
Paz le gusta definirse como una ciudad joven y dinámica
léase una amplia oferta de espectáculos, restaurantes,
hoteles, discotecas, pero en realidad es elegida por turistas
de todas las edades que prefieren buscar a la sombra de las montañas
un equilibrio posible y cotidiano entre la naturaleza, la tranquilidad
y la diversión. Tiene sin duda como gran ventaja la cercanía
con la ciudad de Córdoba (apenas 36 kilómetros por autopista)
y la disponibilidad de todos los servicios que requiere para funcionar
un centro urbano donde viven durante todo el año al menos 45
mil personas. Pero también es la puerta de entrada al Valle de
Punilla, la marca cordobesa en materia de turismo de aventura
y alternativo.
PARA CHICOS
Y GRANDES Córdoba, con Villa Carlos Paz a la cabeza, es una
meta tradicional de turismo para las familias con chicos muy chicos
que, espantados ante la posibilidad de enfrentar el mar y la arena con
un bebé o un loco bajito un poco más grande,
vuelven la mirada hacia las sierras. Para ellos son ideales las atracciones
como Mundo Fantástico, un parque de diversiones que incluye juegos
mecánicos, áreas educativas (¡aptas para las vacaciones!)
y zonas de entretenimiento que permiten pasear desde el caballo de Troya
hasta los dinosaurios y los tiempos medievales. También les gustará
el Complejo Pekos, cercano a Mundo Fantástico, donde hay
lobos marinos, una gruta encantada, un circuito por el mundo de las
abejas, los viejos y queridos espejos locos y laberintos.
Hay que ser un poco más grande para disfrutar de Montaña
Mágica, una serie de carritos mecánicos instalados sobre
la ladera de un cerro que permiten bajar desde unos 1600 metros de altura
desplazándose sobre rieles, o la Estación Terrena Bosque
Alegre y Observatorio Astrofísico, cuyo telescopio con espejo
de casi 1,5 metro de diámetro fue el más grande de América
del Sur durante mucho tiempo.
Villa Carlos Paz ofrece, además, el Complejo Aerosilla (fue la
primera en su tipo en Sudamérica) que permite llegar hasta mil
metros de altura y divisar todo el valle, la ciudad y el lago mientras
se toma un café en la confitería de la cima. No son menos
tradicionales que este paseo el ascenso al Cerro de la Cruz, con las
14 estaciones de su Via Crucis, y la recreación en el Dique San
Roque, un impresionante ejemplo de ingeniería hidráulica
que embalsa las aguas del lago San Roque. Allí, los amantes de
los deportes náuticos están a sus anchas: se puede practicar
esquí acuático, velerismo, windsurf, o subirse a bordo
de una lancha y recorrerlo de punta a punta hasta que el sol cordobés
se lleve la luz del otro lado de las sierras y empiece entonces el
ritmo de la noche.
EL VALLE
DE PUNILLA Este sector de las sierras cordobesas tiene sin duda
un enorme potencial turístico. Capilla del Monte es una de sus
capitales, famosa no sólo por los agradables paisajes, arroyos,
ríos y lagos, sino también por levantarse al pie del Cerro
Uritorco, aquel donde no hay turista que no sueñe con algún
encuentro cercano del tercer tipo. Lo más probable es que el
encuentro cercano sea sólo con la flora y fauna del lugar, que
vive y se desarrolla tranquilamente gracias a la protección del
área, pero aunque sea menos excitante sin duda este tipo de encuentros
es más simpático y tranquilizador. Los casi 2 mil metros
de altura del Uritorco lo convierten en el más alto de las Sierras
Chicas, y le permiten dominar con comodidad amplias panorámicas
sobre el Valle de Punilla.
En la zona también se puede visitar el Complejo Turístico
El Zapato -que con su solo nombre permite adivinar la forma que le dio
la erosión natural a este curioso sitio, el dique Los Alazanes
y el balneario La Toma, donde el río asoma entre un sombreado
bosque de quebrachoscolorados. También merece un paseo el Parque
Autóctono Los Terrones, enclavado en la Quebrada de la Luna:
allí, los sedimentos rocosos volcánicos de color rojizo
fueron caprichosamente modelados por la erosión formando siluetas
que disparan la imaginación e invitan a descubrir desde formas
tradicionales como La bota o El honguito hasta
La ciudad perdida o La garganta del diablo.
Cerca de Capilla del Monte, en Los Cocos, se puede visitar la casa hoy
convertida en museo donde vivió el escritor Manuel Mujica
Lainez.
Otra de las capitales del Valle de Punilla es La Cumbre, con sus balnearios,
capillas, la cancha de golf y el Cristo Redentor. Se dice que la empresa
encargada de tender el ramal ferroviario entre Cosquín y Cruz
del Eje bautizó así a esta localidad porque era el punto
más alto de su recorrido, y a la vez actuaba como divisoria de
aguas en la región: en todo caso, cuando el tren irrumpió
entre las sierras, La Cumbre aún estaba en pañales, y
se convertiría con el paso del tiempo en un importante centro
hotelero y residencial al que las familias europeas radicadas le dieron
un marcado estilo arquitectónico.
La Falda no es menos tradicional. Antes de llegar desde Carlos Paz se
pasa por Valle Hermoso, donde vale la pena detenerse para visitar el
Museo Municipal Capitán Juan de Zevallos, que conserva piezas
de arqueología y paleontología, minerales, filatelia y
antigüedades, y la capilla de San Antonio, que se remonta al siglo
XVIII. En cuanto a La Falda en sí, no necesita presentación:
esta localidad es célebre desde los tiempos en que lo más
selecto de la política, la ciencia y la cultura del mundo se
reunía en el hotel Edén, hoy convertido como tantos
megaemprendimientos hoteleros de principios del siglo XX en apenas
un fantasma del lugar por donde pasaron Einstein y el príncipe
de Gales, entre otros famosos visitantes. La atracción de este
enigmático lugar es innegable; sin embargo, es probable que los
más chicos se sientan más atraídos por el Museo
del Ferrocarril en Miniatura, que incluye una gran maqueta con trenes
en movimiento. En las cercanías, se puede visitar (previa autorización)
un gran aserradero de mármoles y granitos: se trata de la mayor
planta de laminado de mármoles de Córdoba, y resulta muy
interesante seguir todo el proceso de tratamiento de las placas de minerales.
Finalmente, aunque un recorrido por el Valle de Punilla obliga a elegir
sólo algunos de los muchos lugares encantadores enclavados en
las sierras, vale la pena poner rumbo a Tanti y Los Gigantes, un enorme
macizo situado a 20 kilómetros de la ciudad que eligen muchos
montañistas para iniciarse o perfeccionarse en la escalada en
roca. Solar de piedra es el significado de Tanti en la lengua
indígena local, y los paisajes circundantes no hacen sino dar
razón a la etimología. Los Gigantes alcanza casi 2500
metros de altura, por lo que durante casi todo el invierno se embellece
con una capa de nieve en la cumbre, y cuenta con varios refugios de
montaña, como los del Club Andino de Córdoba y el Grupo
Andino de Villa Carlos Paz, para ofrecer reposo a quienes se internan
en sus tortuosos caminos de roca.
Datos
útiles
- Villa Carlos Paz
está a 36 kilómetros de Córdoba capital por
autopista, y a 750 kilómetros de la Capital Federal (por
la RN Nº 9). Capilla del Monte está a 832 kilómetros
de Buenos Aires, La Cumbre a 807 y Tanti a 755.
- Vuelan a Córdoba Aerolíneas Argentinas, LAPA,
Southern Winds y Dinar. Ofrecen el viaje en micro, entre otras
empresas, Costera Criolla, Chevallier y Plus Ultra.
- Informes: Avenida San Martín 400, oficina de información
turística. Funciona de lunes a domingo de 9 a 21. Teléfono
(03541) 421624. En Buenos Aires: teléfono 4322-0053.
- En Internet: www.turismocarlospaz.com.ar
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Experto
en volar
Ya es un personaje
popular de La Cumbre, la ciudad donde se instaló hace pocos
años para dar rienda suelta a una pasión que lo
lleva a surcar el aire con maestría. Se trata del suizo
Andy Hediger, que dejó su país natal en 1995 y se
mudó a La Cumbre, donde da cursos de perfeccionamiento
en parapente. En esta localidad, Andy instaló su AeroAtelier,
que es una velería donde se reparan parapentes y aladeltas,
aplicando los conocimientos
acumulados en Suiza mientras realizaba estudios de mecánico.
Fue en ese período que Andy comenzó a fabricar sus
propias tablas dewindsurf y aprender sobre costuras y velas en
una velería. Hace 15 años dio forma a su primer
parapente, y desde entonces no se detuvo: hoy ofrece en La Cumbre
vuelos de bautismo en parapente, ultraliviano, cursos de barrilete
a tracción Flysurf, de perfeccionamiento en
parapente y paracaidismo. Eso no es todo: el hombre, un verdadero
experto, también dicta cursos de aerodinámica, meteorología,
práctica de vuelo y legislación aeronáutica.
Se lo puede contactar a través del e-mail [email protected]
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