Por
María Esther Gilio
Delgado, alto, miope y con expresión de sabio distraído.
Tan distraído que cuando me acerqué y le pregunté
si recordaba que el día anterior habíamos combinado una
entrevista para esa hora, respondió: Claro que me acuerdo,
vamos. Y varios pasos después: ¿Para qué
me precisa? Pasando por Buenos Aires hacia Chile, fue entrevistado
el psicoanalista francés Alain Braconnier por Página/12
sobre el tema al que dedica la mayor parte de su tiempo: adolescencia.
¿Qué determina, en general, que la adolescencia pase
de naturalmente difícil a gravemente problemática?
La adolescencia es un pasaje de la infancia a la edad adulta, difícil
pero natural. Cuando el pasaje, de simplemente difícil pasa a ser,
como dice usted, gravemente problemático, hay que ir a los padres.
En esa relación encontramos el origen de las dificultades que vive
el joven. Este, como todo ser humano, precisa seguridad y, en esta etapa,
es de los padres que viene la seguridad.
Eso parece contradictorio con la necesidad del adolescente de poner
permanentemente su vida en peligro, cosa que se ve, por ejemplo, en las
estadísticas sobre accidentes de automóviles.
Estas dos cosas que usted contrapone no tienen ninguna relación
entre sí. Poner su vida en peligro, cosa que hace la mayoría
de los jóvenes, es una manera de indagar el mundo.
Que se manifiesta en la adolescencia.
Sí. Esta necesidad de vivir riesgosamente aparece por primera
vez, de manera intensa y frecuente, en el momento de la adolescencia.
Durante la infancia el niño no pone voluntariamente su vida en
peligro porque no tiene necesidad de saber cómo es el mundo. En
la adolescencia, en cambio, se busca conocer el mundo y sus límites,
descubrirlo; descubrimiento éste que va acompañado por una
toma de riesgos a través de los cuales experimentará situaciones
nuevas más o menos peligrosas.
Esto explicaría la frecuencia de los accidentes.
De las provocaciones y de los desafíos. Es una manera de
entrar al mundo adulto. Antiguamente, en algunas civilizaciones, el pasaje
era ritualizado.
¿Usted quiere decir que por medio de ritos se representaban
los riesgos posibles?
Exactamente. En estos ritos se ponían en escena muchos peligros
que se vivían como dramas colectivos, pero organizados, estructurados,
simbolizados, codificados. El problema de la sociedad actual es que ese
código bien establecido entre los adultos y los niños ya
casi no existe. O existe mucho menos.
Era bueno, entonces, eso que se hacía en otras culturas.
No puedo decir era bueno. Digo que eso existía,
permitiendo que el pasaje de la niñez a la adolescencia se desenvolviera
de manera que los riesgos se expresaran en un contexto de seguridad.
¿Qué se puede hacer hoy para facilitar una situación
semejante a la que usted describe? Me refiero a que el adolescente pudiera
tener la posibilidad de experimentar, sin transformarse en víctima
del experimento.
Antes era la sociedad la que asumía el contexto de seguridad.
Hoy es la familia quien debe asumirlo, y si no lo hace los adolescentes
construirán su propio contexto, ese que necesitan, a partir del
grupo de iguales, de bandas.
Esas bandas constituyen el lugar donde el adolescente experimenta
el mundo al tiempo que se siente protegido.
Sí. En esas bandas se viven también ritos de pasaje.
Tienen códigos que, evidentemente, a los que estamos fuera nos
cuesta visualizar.
¿Y qué pasa cuando el adolescente no tiene una familia
o un grupo que lo apoye en el pasaje?
En ese caso experimentará solo, tratará de explorar
el mundo solo.
Corriendo riesgos.
Sí, enormes riesgos. Y esto es lo que explica el número
de suicidios en la adolescencia. Los suicidios han subido enormemente
en los últimos años.
¿El suicidio como qué?
Como una manera de jugar con la muerte, de tomar riesgos. De ver
hasta dónde él puede ir.
Usted sabe que aquí en estos países del Cono Sur tenemos
una tasa de suicidios de adolescentes bastante alta.
Ah, fíjese... ya veo que me va a preguntar por qué.
No me lo pregunte, no conozco la región dice riendo.
Es verdad que se lo iba a preguntar. ¿Qué piensa del
uso frecuente de drogas en la adolescencia?
Aunque no totalmente, se explica como otra forma de experimentar,
de buscar riesgos.
En este siglo, es evidente, se puso mucha atención en el
niño y el adolescente, ¿se han producido cambios a partir
de esa preocupación?
Sí, ha habido una transformación importante en los
últimos años, en el sentido de que los adolescentes tienen
hoy, desde todos los puntos de vista, la capacidad de actuar como los
adultos. En el terreno del sexo, por ejemplo.
Considera que esto es positivo para el adolescente.
Es positivo cuando no resulta demasiado angustiante.
Lo cual dependerá de cada adolescente.
Sí, de su historia, de su entorno. Hubo una generación
absolutamente particular, entre 1970 y 1980, en la cual fue posible ejercer
la sexualidad sin peligros. Ni el del embarazo, por la píldora;
ni el de la infección mortal, pues no existía el sida. Es
un período excepcional en la historia de la humanidad.
Los adolescentes tuvieron la sensación de que lo podían
todo.
Sí, aunque no sin cierta inquietud, pues no estaban todavía
preparados ni se sentían capaces para tanto. Nada más inquietante
para el adolescente que no poder representarse los límites. Yo
pongo siempre el ejemplo de una jovencita muy ansiosa, que un día
me dijo: Mi padre es un muro sin cimientos. Lo que necesita
el adolescente es un muro al que poder agarrarse y contra el que poder
luchar.
¿Poder luchar?
Sí, también poder luchar. Un muro sin un lugar de
donde tomarse es más una presión que un muro. Un muro sin
cimientos es un ataque. No permite el desarrollo.
¿No cree usted que a los padres de los últimos años
les cuesta mucho decir no a sus hijos?
Yo creo que permanentemente hablamos de la crisis que viven los
adolescentes... pero hay una crisis de la que se habla poco y es grave:
la crisis parental.
Enpsiclopedia
Por Rudy
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Ajedrez y psicoanálisis
Uno de los participantes del foro Buffet Freud del Congreso virtual
de psicoanálisis preguntó:
¿En qué se parece y en qué se diferencia
un congreso de psicoanálisis de un torneo de ajedrez?
He aquí la respuesta de Buffet Freud:
En ajedrez hay ELO, en psicoanálisis hay EOL.
En ajedrez nadie mata al rey y luego se acuesta con la reina
para finalmente descubrir que era hijo de ambos.
En ajedrez nadie paga por las jugadas que no hace, y ...
En ajedrez hay Jaques, y en los Congresos psi hay Jacques.
Y recomendó la lectura de los siguientes artículos
Envidia del peón, por Sigmundo Fallocorto;
Jaque a his majesty the baby, por Melanie Karpov;
Juanito, un caso de fobia a los caballos 4 torre, por Jacques Alrey;
El yo y sus defensas: diferencia entre la siciliana y la nimso-india
La angustia ante la pérdida de la torre, por Aldred Capablanca;
Cómo atravesar el objeto alfil, por Karl Korchnoi, y
Jaquean a un niño; El trabajo de un analista con su paciente;
Escisión y escaque en la esquizofrenia (Spaltung und Schuitzerái).
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PRECISIONES
SOBRE LA NEUROSIS MAS CLASICA Y ACTUAL
No es igual seducir que histeriquear
Por
Claudio Jonas *
Uno de los temas a los que se han incorporado con total
liviandad la mayoría de los medios masivos de comunicación
es la histeria. Quizá por ser ella objeto de estudio paradigmático
de las investigaciones y de la terapéutica psicoanalítica,
valga la pena recuperarla en su especialidad; histeria es la denominación
que se le da a un conjunto de signos y síntomas que afecta a ambos
sexos con predominio en las mujeres y sin distinción por su estética.
Dicho lo cual se pueden ir despejando algunos equívocos que se
fueron instalando a medida que la divulgación científica
perdió el rigor que necesita. Por ejemplo, es inexacto que Freud
hubiera pretendido homologar histeria y femineidad. Porque afecta también
a los hombres, incluidos los de la clase obrera; porque se puede padecer
de histeria sin que exista ninguna manifestación en el carácter
que la acompañe; y porque las evaluaciones sobre la belleza de
las/los pacientes nos pondrían en una intrincada controversia de
subjetividades.
Respecto de este conjunto de signos y síntomas, vale decir que
tienen su manifestación patognomónica en el cuerpo. Claro
que de esto tampoco corresponde concluir que cualquier padecimiento corporal,
aun en el caso de aparecer en un momento de crisis de los pacientes, es
expresión de un síntoma histérico. Al revés
de lo que se cree vulgarmente, la ecuación desencadenante se nutre
de la cualidad de los significados antes que de la magnitud de los hechos.
Además, la forma en que estos signos y síntomas corporales
afectan la anatomía de los histéricos puede ser francamente
orientativa para el diagnóstico, siempre y cuando se oriente la
atención en la dirección adecuada. ¿Por qué?
Porque la respuesta está en el campo de la semiología clínica
y no en el ámbito de los discursos. La histeria de conversión,
en sus manifestaciones de gran ataque histérico o de equivalentes,
reemplazan la anatomía científica por otra imaginaria.
Otro punto que merece una consideración especial es la seducción,
tanto más cuando se la incluye como síntoma conspicuo para
el diagnóstico de histeria. Como se puede comprobar en cada presentación
clínica, las posibilidades de deslinde no sólo se complejizan
en el ámbito de las indicaciones terapéuticas (que, dicho
sea de paso, para eso nos servirían los diagnósticos precisos)
sino que un tufillo moralizante se ha infiltrado en el lenguaje popular
al punto de considerar sinónimos seducir e histeriquear.
De este modo, prácticamente se incorpora al campo de la psicopatología
una práctica cultural persuasiva que acerca amorosa y sexualmente
a hombres y mujeres. Si bien es cierto que la represión sexual
puede producir en la histeria un efecto de hipersexualización aparente,
donde todo parece sexual menos lo específicamente sexual, no se
desprende de esta posibilidad eventual la conclusión de que siempre
acompañará al cuadro de la histeria, ni tampoco que todo
tipo de seducción pueda considerarse emparentado con la histeria.
Ahora bien, estos deslizamientos y equívocos han ido produciendo
un efecto de ocultamiento de los síntomas histéricos, a
partir de lo cual algunos colegas intentan decretar la desaparición
de la histeria clásica y su reemplazo por las formas modernas y
posmodernas de la histeria. Sin embargo, para quienes la observación
desprejuiciada de la realidad siga siendo una condición irrenunciable
de su actividad científica, la posibilidad de encontrarse con el
gran ataque histérico, como lo describiera Charcot en el siglo
XIX, está todavía a la orden del día. En muchas guardias
de hospital se la sigue diagnosticando y denominando la H,
aunque lamentablemente en muchas de ellas esta adecuación
diagnóstica sea seguida de un inapropiado botiquín de recursos
que denotan la incomprensión de la causalidad inconsciente del
cuadro. Incomprensión esta última que se corresponde con
la poca o ninguna información querecibe un médico durante
su carrera respecto de la causalidad de las neurosis.
Pero es justo afirmar que tampoco las actualizaciones psicológicas
posfreudianas sobre la histeria darían la luz necesaria para aclararles
el panorama. El reemplazo de la metapsicología y de la tópica
freudiana por infinitas variantes más o menos originales han abierto
un espectro de especulaciones de tal índole que el psicoanálisis
más allá de haberse convertido en tema de conversación
mediática se acerca peligrosamente a su peor destino: el charlatanismo.
* Psicoanalista
POSDATA
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Adicciones. Grupos gratuitos de orientación familiar
para prevención y asistencia sobre drogas y alcohol. Centro
de Vida, 4821-6016.
Orientación. Espacio Clínico brinda un servicio
de orientación psicológica telefónica gratuita.
El horario de atención es de lunes a viernes de 13 a 21 en
el 4375-0705.
Charlas. El Instituto de Psicodrama Jacob L. Moreno invita
para hoy a las 19 al taller: Un nuevo año, quiero que
sea mejor, coordinado por la licenciada Mercedes Bazo, y para
el lunes 22, también a las 19, a una charla informativa sobre
adopción, a cargo de la licenciada Dolores Naon, especialista
en adopciones. Se requiere inscripción previa en el 48627867.
Taller. La Sociedad Argentina de Psicodrama invita a participar
del taller Una puesta en escena de nuestra realidad actual,
coordinado por la doctora Raquel Bitman y los licenciados Edit Gross
y Raúl Noceti, el 24 de enero a las 20. Informes:Thames 620
o al 4854-8742.
Atención. El servicio de Psicopatología de la
Liga Israelita Argentina contra la Tuberculosis brinda un servicio
de atención telefónica las 24 horas, para crisis emocionales
y emergencias psiquiátricas. Tel. 154444-6818. |
Mail
de estas páginas: [email protected]
. Fax: 4334-2330.
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