Por
Germán García *
Estoy advertido, puesto que cito de Gombrowicz lo siguiente: ¡Psicoanálisis!
¡Diagnóstico! ¡Fórmula! Mordería la mano
del psiquiatra que pretendiese destriparme privándome de mi vida
interior; no se trata de que el artista no tenga complejos, sino de que
sepa transformar el complejo en un valor de cultura.
Pero también estoy advertido de que ésa es la definición
de la sublimación, en los mismos términos en que la propone
Freud (dicho sea de paso, el joven Gombrowicz comentó la traducción
al polaco de La interpretación de los sueños).
Por otra parte, esa transformación del complejo en valor
cultural es lo que Jacques Lacan llamó el hacerse ser, por
lo general mediante una obra que vuelva consistente el nombre propio.
Algunos lo descubren al final de un análisis y pueden ubicar la
causa de su deseo en cierto árbol genealógico
la metáfora es de Lacan que sostendrá sus obras
y/o amores.
James Joyce, sabemos, hace pasar la historia de la humanidad por las iniciales
de un nombre: HCE.
Este no sería el camino del analista, pero es con seguridad la
salida del artista: transformar lo que sea en un valor cultural.
Moi, Gombrowicz, un documental realizado por la televisión francesa,
incluye esta declaración de Witold Gombrowicz: Me resulta
penoso saber que de esta época argentina quedará tan poco.
¿Dónde están los que podrían contarme, describirme,
restituirme tal como fui? La gente que yo frecuentaba no eran, en general,
literatos. No se puede esperar de ellos anécdotas pintorescas,
detalles característicos, acertados, logrados. Hay que confesar,
por otro lado, que era diferente con cada uno de ellos, así que
nadie sabe cómo era realmente.
En tanto es el deseo de uno lo que otorga sentido a las palabras del otro
y viceversa, estamos de nuevo en un malentendido.
También quise valerme del malentendido cuando hable de Gombrowicz,
el estilo y la heráldica.
La heráldica, como saben, es el conjunto de los conocimientos relacionados
con los escudos nobiliarios, los blasones de los escudos de armas. Creo
que Gombrowicz blasona y que su divisa, como lo recuerda su amiga Alicia
Giangrande, es: por bueno que sea un ambiente, siempre se lo puede arruinar.
No soy el primero en apelar a estas metáforas para hablar de literatura.
Lawrence Durrell usaba el término heráldico, incluso lo
justificó en los siguientes términos: Señalo
también el uso del adjetivo heráldico, del que
a menudo he tenido que responder ante los críticos. Significa simplemente
el mandala del poeta o del poema. El alquímico sello o firma del
individuo; lo que queda cuando extrae el ego. ¡Es la absoluta nulidad
de la entidad que el poema representa como un ideograma! (Una sonrisa
en el ojo de la mente, Ed. Sudamericana, Bs. As., 1980).
Este ideograma sin ego es la obra de Gombrowicz, es lo que queda de la
absoluta nulidad de una genealogía perdida y sustituida por el
mandala de un estilo.
Severo Sarduy cuenta, poco antes de su muerte, lo siguiente: Le
digo un día a Gombrowicz, creo que en Royaumont, en todo caso bajo
un árbol: Estoy perdido y solo, escribo en español,
y más bien en cubano, en un país que no se interesa en nada
que no sea su propia cultura, sus tradiciones y en el que, lo que no es
ya notorio, se puede ser asimilado totalmente, sin dejar residuos de la
pasada identidad del autor, es como si no existiera. Con su habitual
dejo de ironía, su sonrisa discreta pero burlona y ese jadeo asmático
que entrecortaba sus frases, me respondecortante: ¿Y qué
dirías, Nene, de un polaco en Buenos Aires? (Babelia,
suplemento de El País, Madrid, 14/8/93).
La pregunta, verdadero koan (esa frase del maestro zen, cuyo enigma obliga
al otro a buscar una respuesta) que sitúa la queja del otro en
la infancia al calificarlo de Nene, convierte a Gombrowicz
en el ideograma encarnado de su obra.
Ferdydurke, palabra de la que el lector puede elegir decir el, la, un,
una; es una verdadera divisa. Me informé de que en la Edad Media
las divisas se dividían en cuatro clases: las figuradas, a imitación
de los arabescos moros, por colores o mezcla de colores, y en las cuales
tenían su origen los cordones o lazos de amor que rodeaban el escudo
de los reyes de Cárdena; las divisas consistentes en sólo
palabras, llamadas por eso almas sin cuerpo; las que, por el contrario,
estaban constituidas por las figuras mudas, o cuerpos sin alma, y, por
último, las que tenían a la vez cuerpo, es decir, la representación
material de la idea, el dibujo de la imagen, y alma, el mote, la leyenda
o exergo que animaba el objeto.
El término mote viene del francés mot (palabra), frase breve,
sentencia que tenía un sentido oculto. El mote, la empresa, el
lema.
El mote era para la familia la divisa para el individuo. Y podía
ser una sola palabra. Por ejemplo, San Carlos Borromeo tenía como
divisa la palabra Humildad.
La divisa no podía sacarse de objetos desconocidos, no tenía
que ser demasiado enigmática, pero tampoco del todo clara.
En lo que hace al cuerpo, a la imagen, no se admitían figuras humanas;
por que hubiese sido comparar al hombre consigo mismo.
En el siglo XVI y XVII unas divisas llamadas cabezas de mote eran pasatiempos
en los salones y consistían en frases que debían ser glosadas.
El mote, sabemos, es también el sobrenombre.
Creo que Gombrowicz conocía la literatura heráldica al menos
desde los catorce años, cuando intenta escribir la historia de
su familia. Este conocimiento es manifiesto en su teatro y en su primera
novela, Los hechizados.
Una divisa es también algo monetario. La divisa del escritor, su
economía verbal y social, su modo de circulación.
La operación de divisar es añadir blasones a las armas familiares
para diferenciarlas: es lo que hace Gombrowicz con sus obras.
En Moi, Gombrowicz, dice: Soy originario de una familia noble que
durante cuatrocientos años tuvo propiedades en Lituania. La familia,
en lo que concierne a sus bienes, sus cargos y sus alianzas era un poco
superior a la media de la nobleza polaca, pero no pertenecía a
la aristocracia. Sin ser conde, tuve un cierto número de tías
condesas, pero esas condesas no eran del mejor rango. Era más o
menos.
Su abuelo había sido confiscado por el zar y al comenzar el siglo
dice Gombrowicz ... éramos una familia desarraigada,
nuestra situación social no era totalmente clara entre Lituania
y la Polonia del Congreso, entre la tierra y la industria, entre lo que
se llama una buena sociedad y la otra más bien mediana (...) tenía
ya en ese momento una doble vida, había en mí algo oscuro
que por nada del mundo aceptaba aparecer a la luz del día, era
totalmente incapaz de amar....
Ya esta aquí el entre, también la doblez. Divisar, agregar
la obra a la familia equívoca.
Vuelvo al título Ferdydurke, como divisa. Algunas divisas son cifradas.
Por ejemplo, repetidas veces aparece en la corona de Aragón la
cifra SYRA, cuyo significado se desconoce.
La cifra, la divisa cifrada de los duques de Saboya es FERT (y algunos
la descifraron como Frappez, Entrez, Rompez Tout).
Aparte de la indicación del prólogo de la edición
argentina de la editorial Argos, donde Gombrowicz dice que puede decirse
Ferdydurke encualquier género (femenino, neutro, masculino), ignoro
si este título fue alguna vez descifrado.
Tampoco es seguro que pueda divisarse lo mismo que puede circular -hablado,
escrito del final de análisis, cuya cifra suele pasar en
silencio como un cuerpo sin alma, reverso de esa alma sin cuerpo que consume
a un escritor como James Joyce (más dit/famado que leído).
* Escritor
y psicoanalista. Director de enseñanza de la Fundación Descartes.
DENUNCIA
DE LA PRESIDENTA DE LA ASOCIACION DE PSICODIAGNOSTICO
La difusión de los tests debe restringirse
Por Silvia
Viviana Pugliese *
En los últimos
tiempos hemos asistido atónitos, a través de medios masivos
de comunicación, a la difusión de maestrías
en recursos humanos dirigidas a estudiantes, profesionales y personas
con experiencia en el tema, que incluyen la materia Evaluaciones
psicotécnicas: o sea, les enseñarán a aplicar
tests. Además, se han difundido las preguntas y respuestas de un
riquísimo test psicométrico, que lleva más de 60
años de vigencia; y se han mostrado láminas de un valiosísimo
test de personalidad. Detrás de estas publicaciones sin perjuicio
de la responsabilidad de los editores hay psicólogos que
alegremente ofrecieron esa información, de estricto manejo profesional,
cuya difusión debiera estar restringida, como en todos los países
en los que ciencia y ética van de la mano.
La Asociación Argentina de Estudio e Investigación en Psicodiagnóstico
(ADEIP) asumió la responsabilidad de la adaptación argentina
de las Pautas internacionales para el uso de los test, precisamente
porque la mayoría de las fallas provienen del mal uso de los tests,
más que de una deficiente calidad técnica. El punto 2.9.5
de las Pautas internacionales dice: Cuidar para que
el circuito comercial de los productos no contraríe los principios
establecidos en estas pautas.
En el uso de los tests, si la persona evaluada conoce las preguntas y
respuestas del test que le van a aplicar; si quien lo aplica e interpreta
no es un psicólogo con formación específica; si las
pruebas se muestran a través de medios no científicos; entonces,
la práctica psicodiagnóstica no reúne las condiciones
de asepsia que requiere como condición sine qua non y se atenta
contra la seguridad de los tests.
A la competencia y ética del psicólogo, se debe sumar la
restricción de acceso al material de los tests. Allí reside
la garantía de calidad de los instrumentos. Las Pautas internacionales
en el punto 1.4.4, dicen: Asegurarse que la tecnología del
test no se expone públicamente de tal modo que su utilidad quede
deteriorada. Esta norma está basada en que la seguridad de
los tests depende de que el evaluado tome contacto con el material de
una determinada manera. En el caso de los tests psicométricos,
es condición que no haya tenido acceso a las preguntas ni a las
respuestas. De lo contrario, los resultados serán engañosos.
Cuando se requiere una respuesta ante un estímulo lámina,
dibujo, etcétera, si los conoce en un contexto distinto de
una evaluación las conclusiones se verán distorsionadas.
Quien vulnera la integridad de los tests ocasiona un triple daño:
científico, profesional y económico. Daño científico
porque echa en el cesto de papeles el trabajo de años de un equipo
de científicos que rigurosamente diseñaron una técnica
para ser usada durante mucho tiempo. Daño profesional porque el
profesional se verá privado del uso de un valioso instrumento,
para el que se preparó especialmente. Y el evaluado queda afectado
porque no reunirá las condiciones de asepsia que dan confiabilidad
a los resultados obtenidos. También daño económico
porque la erogación que implica la construcción de un test,
que generalmente proviene de universidades, fundaciones o instituciones
científicas, se ve pulverizada.
No todas las profesiones plantean problemas éticos en la misma
cantidad, ni con la misma intensidad. Los psicólogos rara vez pueden
evitar luchar con áreas grises de la ética o enfrentar un
sinnúmero de conflictos éticos. Por eso, las implicancias
éticas de la actividad del psicólogo no son eventos esporádicos,
sino un compromiso que constituye una parte fundamental de su accionar.
El psicodiagnóstico es un área específica, exclusiva
e indiscutible de la psicología, y tiene como objetivo dar cuenta
de la organización y el funcionamiento del psiquismo humano. De
lasconclusiones de un psicodiagnóstico dependen decisiones como:
ir a escuela especial, declarar la discapacidad mental o la inimputabilidad
de una persona, acceder o no a un puesto de trabajo, iniciar una psicoterapia.
El psicodiagnóstico es un proceso que incluye la utilización
de instrumentos llamados tests. Es precisamente en el uso y aplicación
de los tests donde se registran la mayor cantidad de prácticas
inadecuadas. Por ello decimos que el psicodiagnóstico debe conllevar
dos garantías: la científica y la ética.
La garantía científica comienza con la construcción
del test, que implica un largo proceso donde intervienen equipos de profesionales
hasta que alcanza la confiabilidad y validez requeridos. Finalizada la
misma, es puesta a disposición del conjunto de profesionales que
lo usarán por décadas, de ese momento en adelante.
Esta compleja elaboración tiene también un alto costo. En
Estados Unidos se estima que cada ítem, desde su concepción
hasta la incorporación al test, cuesta unos mil dólares.
Para dar una idea, el WAIS, uno de los tests que evalúa el funcionamiento
intelectual, posee 475 ítems. Al costo inicial se le deben agregar
las erogaciones que implican las posteriores adaptaciones y actualizaciones.
Las garantías de la integridad de los tests se asegura con la edición
de los materiales de alta calidad y fidelidad al original. Y aquí
la responsabilidad es de la editorial. Las Pautas internacionales
para el uso de los tests, versión argentina lo señalan
claramente en el punto 2.9.4: Los editores deberían: cuidar
la calidad científica del material y la información contenida....
Es claro que para maximizar la excelencia se requiere, no sólo
tests de alta validez y fiabilidad, sino una formación específica
en su manejo. Su uso responsable requiere algo más que un manual
de instrucciones.
El psicólogo, en su currícula universitaria, recibe los
cimientos teórico-prácticos del psicodiagnóstico.
Pero toda formación de grado, provee al profesional de los conocimientos
básicos, y cada área de aplicación requiere una formación
de posgrado, especializada. De ahí que el psicodiagnóstico
requiera una formación específica. Lo contrario daña
a los tests por el uso incorrecto y perjudica la imagen profesional del
psicodiagnosticador. Más aun cuando lo aplican personas sin título
de grado o con títulos afines y no tan afines.
Los avances tecnológicos de los últimos tiempos han beneficiado
a la tarea clínica y la investigación. Así ha sucedido
con la incorporación de la computadora, a través de los
tests computarizados y programas para el procesamiento e interpretación
de datos. Gracias a la informática, el psicodiagnosticador cuenta
con un excelente auxiliar, pero no son su sustituto. Del mismo modo, los
tests son sus instrumentos, pero el procesamiento de sus resultados, junto
con otras informaciones de la persona evaluada, expresados en una relación
interpersonal específica, requieren del juicio clínico del
psicodiagnosticador. Es más, si una evaluación se basa sólo
en los resultados de los tests, deviene parcial y quizá poco confiable.
Ni la computadora, ni un manual de instrucciones en manos de no psicólogos
pueden dar garantías de cientificidad en la tarea del psicodiagnosticador.
* Presidenta
de la Asociación Argentina de Estudio e Investigación en
Psicodiagnóstico (ADEIP). Rama Miembro de la International Rorschach
Society. [email protected]
POSDATA
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Vulnerables.
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Aires. Directoras Irene Meler e Irene Fridman. Para psicólogos,
médicos y egresados de ciencias sociales. 43457359/7422. |
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