Desde España

La moción se presenta para relevar al presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, pero en realidad está dirigida contra el líder de la oposición. La formación de extrema derecha Vox presentó este martes en el Congreso de los Diputados una moción de censura, el mecanismo constitucional previsto en el ordenamiento jurídico español que permite remover al presidente cuando éste pierde la confianza del Parlamento. Es la quinta vez en la historia de la democracia española que un partido recurre a esta fórmula. De las cuatro anteriores, tres fracasaron y sólo una, la que propuso Pedro Sánchez en 2018, consiguió su objetivo de provocar un vuelco político. En aquella ocasión, el secretario general del PSOE recabó apoyos suficientes para echar al entonces presidente, Mariano Rajoy.

En esta ocasión, Vox no tiene posibilidad alguna de que su propuesta salga adelante. Para conseguirlo necesitaría el respaldo de grupos, como los nacionalistas catalanes, vascos o gallegos cuyo apoyo a la formación de extrema derecha es imposible.

¿Para que se presenta una moción que no tiene visos de prosperar? La historia de la democracia española registra algunos casos de mociones de censura que no consiguieron votos suficientes pero que resultaron rotundos éxitos políticos. La más recordada es la del socialista Felipe González contra Adolfo Suárez en 1980. El líder socialista no obtuvo el respaldo para desalojar al entonces presidente, pero consiguió que se lo visualizara como alternativa de gobierno. Dos años después, el PSOE barrió en las elecciones y obtuvo una arrolladora mayoría absoluta. González se instaló en el poder durante 13 años.

La extrema derecha española no cuenta ahora con votos suficientes, apenas 52 de los 176 necesarios. El objetivo de la moción, por lo tanto, es propagandístico. Los ultras, que consideran al de Sánchez un gobierno “criminal” por la gestión de la pandemia, pretenden situarse como alternativa y poner en aprietos al Partido Popular, al que acusan de blando y cobarde. Más que una moción para determinar quién gobierna es una iniciativa para disputar el liderazgo de la derecha y por lo tanto de la oposición.

Semanas atrás, durante una entrevista televisiva, el presidente de Vox, Santiago Abascal, definió al gobierno de Pedro Sánchez como “el peor de los últimos 80 años”. Un panelista vinculado al Partido Popular le llamó la atención sobre que el periodo al que se había referido incluía a la dictadura de Franco y le preguntó si no había tenido un lapsus y se refería a que era el peor gobierno de la democracia. Abascal, tras reprochar a su interlocutor por representar a la derecha “acomplejada y cobarde” fue más allá y dijo que se había quedado corto, que no debió decir 80 años sino 800.

Los dirigentes de Vox suelen mostrarse indignados cuando se les señala su bajo perfil democrático y sin embargo, las intervenciones en las que reivindican la dictadura franquista son cada vez más habituales. Recientemente, durante el debate de la Ley de Memoria Democrática con la que España pretende ajustar sus cuentas con el pasado y reparar a las víctimas del franquismo, otra diputada de Vox, Macarena Olona, acusó a las formaciones de izquierda de querer ganar “lo que perdieron en el campo de batalla”, en referencia a la victoria franquista en la Guerra Civil tras el golpe de Estado de 1936.

Ataque xenófobo

La semana pasada, desde la cuenta oficial del partido en Twitter lanzaron uno de sus habituales ataques xenófobos. El objetivo fue Gerardo Pisarello, diputado catalán de origen argentino, hijo del abogado tucumano Ángel Pisarello, asesinado durante la dictadura: “Cuando un extranjero que mancilla la bandera y apoya un golpe separatista se sienta en la Mesa del Congreso, lo lógico es que mancille la Mesa y ataque al Rey que se enfrentó al golpe. Todo lógico, excepto que no le hayamos devuelto a Argentina con una patada en el culo”.

Con esta clase de intervenciones, no sorprendió que la formación de extrema derecha fracasara en uno de los objetivos enunciados a finales de julio, cuando adelantaron que presentarían la moción de censura. En aquel momento aseguraron que propondrían a la Cámara un candidato independiente que concitara el mayor consenso posible para desalojar a los socialistas. Este mismo martes, el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, reclamó al PP apoyo para la moción, aseguró que los votantes de ese partido la respaldan y admitió que su formación ha mantenido contactos con políticos de ese espacio político ya retirados que, aseguró, también apoyan la iniciativa. 

Las gestiones, sin embargo, fracasaron porque estos dirigentes, según el portavoz de Vox, no han querido dar el paso de “asumir la responsabilidad”. El candidato será Abascal, y este fracaso en el objetivo de conseguir un candidato identificado con el Partido Popular quita presión a esa formación, que ha descartado votar a favor de la moción de censura. Para el presidente del PP, Pablo Casado, la iniciativa de Vox no hace otra cosa que fortalecer a Pedro Sánchez ante sus potenciales aliados en la antesala del debate presupuestario.

Los motivos que los dirigentes de Vox citan para desalojar a Sánchez del poder son los mismos que vienen repitiendo desde la investidura de Pedro Sánchez el año pasado. Consideran que preside un gobierno ilegítimo que ha dado entrada en las instituciones del estado a los comunistas, que la intención última es socavar la democracia y la monarquía y que pretende controlar todos los contrapoderes, desde la Fiscalía hasta los cuerpos de seguridad.

Los objetivos, sin embargo, son claramente propagandísticos. Al presentar la moción en estas fechas, los dirigentes de la extrema derecha aspiran a que se fije el debate en torno al 12 de octubre, feriado nacional y fecha de exaltación nacionalista para la derecha española.

Además, la formación ultra ha elegido para defender la moción en el Congreso a Ignacio Garriga, un dirigente catalán de madre africana nacida en Guinea Ecuatorial. Garriga será el candidato de Vox en las elecciones que con toda probabilidad se convocarán en Cataluña tras la destitución del presidente autonómico, Quim Torra. La moción le servirá de altavoz.

Recientemente, el partido de extrema derecha presentó una propuesta, rechazada por el resto de la cámara, de ilegalización de las formaciones independentistas. Es probable que Garriga vuelva a recurrir a este argumento cuando suba a la tribuna del Congreso. Tendrá audiencia asegurada.