Un científico del Conicet reveló que el 21 de julio alertó a los ejecutivos de Municipalidad y Provincia que se avecinaba una multiplicación de contagios temeraria si no se volvía a un escenario de mayores restricciones. Y dijo que las autoridades no le hicieron caso. La revelación exasperó el fastidio de los trabajadores de salud que, organizados en asamblea, reclaman con la consigna "botón rojo ya" por un aislamiento intermitente para obturar la circulación del coronavirus. 

Ernesto Kofman, investigador y docente de la UNR y el Conicet, lo expuso en la Asamblea por la Salud Colectiva, ámbito que nuclea a numerosos trabajadores y profesionales del sistema de salud pública y privada. 

"El 21 de julio mandamos un reporte a las autoridades, advirtiendo que se disparaba todo. Yo suponía que su intención era mantenerse en esa situación, entonces les decía que si hacíamos una cuarentena ya, en 2 semanas podíamos bajar y volver a un modelo manejable de rastreo y aislamiento", contó.

"Lo comunicamos a la Municipalidad y a la Provincia. En Provincia nos dijeron que no, que la pandemia iba a hacer un pico en agosto y que luego bajaría por motivos estacionales. En la Municipalidad había distintas posiciones, pero evaluaron que no era factible aplicar medidas estrictas mientras había 20 casos diarios. Estaba lo político en el medio: Buenos Aires está abriendo con 1500 casos por día, y si acá cerraban con 20 casos por día los mataban. Esa era la postura política de la Municipalidad, pero no era la dominante en el área de salud", distinguió el ingeniero.

La posición científica sustenta el reproche de quienes trabajan en el sistema sanitario. "Pareciera que las autoridades no actúan hasta no ver en riesgo serio el sistema de salud; actúan como para que no explote", comentaron.

El intendente Pablo Javkin dio muestras de comprender el planteo, pero también exhibió una mirada pesimista acerca de que esta receta postulada por los trabajadores de la salud sea eficaz. "El botón rojo no es algo tan simple. ¿Acaso si se aplica dejará de haber actividad? ¿La gente cumplirá con no hacer reuniones sociales, por ejemplo?", planteó el viernes por radio. La perspectiva de las autoridades enfoca directamente en la inconducta de parte de la población como el origen de la mayoría de los contagios: las reuniones sociales y afectivas.

Con aquella respuesta negativa por parte de las autoridades, Kofman volvió a trazar una proyección de la evolución pandémica y el 2 de agosto afirmó que la curva pronto marcaría los 1.000 casos diarios. "Y estimamos que llegaríamos a fin de año con 1.200 fallecidos en Rosario. Entonces parecía una locura", recordó.

A dos meses de esa fecha, la ciudad cuenta casi 600 pacientes muertos por covid-19.

"Recién cuando vieron el 5 de setiembre el colapso inminente del sistema de salud, se adoptaron medidas de restricción", relacionó el experto.

"Esa es la lección, si se aplica un botón rojo intermitente es posible bajar la curva. No hace falta improvisar, los modelos matemáticos permiten planificarlo". Kofman

Otro de los expositores, Rodrigo Castro, investigador de la UBA y el Conicet, señaló que "hay una naturalización preocupante de las cifras. Antes 10 mil casos diarios a nivel país nos parecía que sería un espanto, y hoy está asumido", se escandalizó. Y añadió: "Se trata de salir de la ecuación de ir viendo cómo viene la curva, y hacer cierres eficientes, seguidos por períodos de reactivación controlada".

Kofman cuestionó el método de carga estadística que lleva el gobierno y en ese sentido aseguró que "hay retraso en el registro de fallecidos, se informa una letalidad muy inferior a la real: en el departamento Rosario es del 1,8%, y en la provincia, 2,1%", aseveró. 

En el balance, evaluó que la cuarentena inicial en Rosario fue "exitosa". "Buena parte de la población cumplió las medidas hasta setiembre y por eso la curva bajó. Pero al extenderse en el tiempo las medidas fueron perdiendo efectividad. Por lo tanto, las medidas de restricción no deben extenderse mucho en el tiempo", observó. 

El matemático trajo a colación los momentos de mayo y junio cuando Rosario empezó a liberar actividades y con el rastreo y aislamiento todavía eficaz los contagios no se dispararon durante varias semanas. "Esa es la lección, si se aplica un botón rojo intermitente es posible bajar la curva. No hace falta improvisar, los modelos matemáticos permiten planificarlo. Esto que estamos viviendo hoy, nosotros lo proyectamos a fin de julio", recalcó. 

A caballo de estos razonamientos es que la Asamblea Por la Salud Colectiva clama a los ejecutivos locales por aplicar un esquema de restricciones ajustadas pero con flexibilizaciones esporádicas: el modelo llamado "botón rojo intermitente". O en términos de las siglas barajadas en la crisis sanitaria, cambiar el ASPO por el ASPI (Aislamiento Social Preventivo Intermitente).

"Serían restricciones del estilo que se aplicaron antes de setiembre, cortas, unos 9 días cada tres semanas, de manera de cortar la circulación del virus de manera eficaz. Eso podría lograr que a principios de diciembre ya casi no tuviéramos casos, y llegar a una situación manejable por rastreo y aislamiento", ponderó Kofman. Pero asumió que "será inevitable llegar a los 1200 fallecidos a fin de año". 

"Las organizaciones de la sociedad civil deben convencer a las autoridades de que es necesario aplicar este modelo, el botón rojo intermitente con el Estado bien presente. Nuestro pedido no es sectorial, es de interés social", concluyó Jorge Cohen, uno de los presentadores de la Asamblea. 

Justamente, una de las críticas que plantean es que las decisiones de los ejecutivos ponen énfasis en una estrategia sanitaria asociada al cuidado individual. "Esto está muy marcado de ambos gobernantes y nosotros no estamos de acuerdo. Es algo complicado dejar a título personal el cuidado de las personas. Por supuesto que cada uno tiene elecciones, pero soslayar el rol central del Estado para el cuidado poblacional es inquietante en términos ideológicos. Tiene que ver con uno de los basamentos clásicos del neoliberalismo", consideró la trabajadora social Marina Iraolagoitia.