Un tribunal de la  Organización de las Nacones Unidas (ONU) sentenció ayer en rebeldía a Salim Ayyash, un presunto miembro del movimiento chiita Hezbolá, a cadena perpetua por su participación en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri en 2005. El tribunal ordenó "imponer la máxima pena" a Salim Ayyash, declaró el juez David Re, del Tribunal Especial para el Líbano (TSL), radicado en Leidschendam (Holanda).

El TSL, creado para juzgar a los responsables de la muerte, ha fallado en ausencia del procesado porque Ayyash se encuentra prófugo. Según los jueces, jugó un papel esencial en el ataque con coche bomba que mató al mandatario político. “Los políticos deben ser derribados en las urnas en lugar de hacerlo en un ataque terrorista”, han dicho los magistrados.

Hariri fue primer ministro del Líbano antes de su dimisión en octubre de 2004 y murió en febrero de 2005, cuando un atacante suicida detonó una camioneta llena de explosivos al paso de su convoy blindado. El ataque causó 22 muertos y 226 heridos.

El tribunal declaró culpable en agosto pasado a Ayyash de haber participado en el ataque suicida que acabó con Rafik Hariri, mientras se dirigía a su domicilio desde el Parlamento en un vehículo blindado. Cuando avanzaba con su comitiva por la Corniche de Beirut, el paseo marítimo que discurre a la orilla del mar Mediterráneo, fue alcanzado por el estallido de 3.000 kilos de explosivos.

 “Salim Ayyash participó en un atentado terrorista que causó un asesinato en masa. Su papel fue esencial para que el ataque pudiera producirse. Este tribunal impone por ello la pena máxima de cadena perpetua”, dijo David Re, el juez que ha presidido la sala. Los cinco cargos que le han valido la pena son los siguientes: conspirar para cometer un acto terrorista; llevarlo a cabo con explosivos; el asesinato de Hariri; la muerte de otras 21 personas; y el intento de homicidio de los heridos en el ataque. Ayyash se encuentra bajo protección de Hezbolá y Hasan Nasralá, secretario general de la organización chiíta, se niega a entregarlo al igual que a otros tres acusados que finalmente fueron absueltos.

“Es una sentencia proporcionada dado que se trata del peor asalto terrorista ocurrido en territorio libanés”, aseguraron los fiscales del caso. El TSL fue creado en 2007 a la luz de una resolución de la ONU con el acuerdo del Líbano y, como el resto de cortes internacionales.  Carece de poder de policía para perseguir a los acusados. Dependen, para ello, de la voluntad de la comunidad internacional. Un proceso como este, en ausencia, pese a no ser el preferido por la justicia, ha demostrado que no todos los crímenes de este calibre quedan impunes.

En una audiencia celebrada en noviembre, los fiscales consideraron que la cadena perpetua era la "única condena justa y proporcional" para Salim Ayyash, considerando que se trataba de "el ataque terrorista más grave ocurrido en territorio libanés". También exigieron la confiscación de los bienes de Salim Ayyash. En su fallo de agosto, los jueces consideraron que había pruebas suficientes para determinar que Salim Ayyash estaba en el centro de una red de usuarios de teléfonos móviles que espió los movimientos y gestos de Rafiq Hariri en los meses anteriores a su asesinato.

El juicio por la preparación y ejecución del asesinato de Hariri y los otros 21 fallecidos, dio comienzo en 2014 y había tres acusados más: Hussein Hassan Oneissi, Assad Hassan Sabra y Hassan Habib Merhi, todos ellos en paradero desconocido. No se pudo demostrar su participación en el complot y fueron exonerados el pasado 18 de agosto. Ese día se consideró culpable a Ayyash, aunque los jueces no hallaron pruebas de que la milicia Hezbolá contribuyera al atentado. Tampoco se pudo demostrar la colaboración de Siria, algo sobre lo que se venía hablando.

Entonces, el juez David Re señaló: “Si bien el Gobierno de Siria o el liderazgo del partido milicia Hezbolá pudieron tener motivos para eliminar a Hariri y a sus aliados políticos, no hemos recibido pruebas de que estuvieran involucrados en el asesinato”.