Cuando muere alguien que cambió las reglas del juego siempre hay angustia y una sensación generalizada de que el mundo es un lugar un poquito peor. Pero si es alguien muy joven, en la plenitud de su carrera, que hizo de su cuerpo, su devenir y su discurso una vía para liberar a otrxs, y además fue víctima de un accidente azaroso y absurdo, las palabras se escurren y sólo queda una sensación de vacío y sinsentido insoportable.

Sophie Xeon era escocesa y tenía 34 años. En la madrugada del 30 de enero, queriendo subir al techo de su casa en Atenas para ver la luna llena, resbaló, cayó y perdió la vida. Una muerte tan rara, poética e incómoda como su obra, aunque decir este tipo de cosas sea sólo un mecanismo de defensa ante la arbitrariedad de la absoluta tragedia. Su muerte nos dejó pasmadxs, rotxs y un poco huérfanxs a fans del pop, ravers y nerds experimentales por igual; en parte porque ella nos hizo dar cuenta de que éramos todos lo mismo. Solo hacía falta una figura que nos reúna, nos concentre y nos haga hacer las paces.

El 31 de enero, las redes sociales se plagaron de homenajes a SOPHIE por parte de estrellas de la música de todo tipo: desde su vasto abanico de colaboradorxs, como fueron su gran amiga Arca, Rihanna o Vince Staples, hasta Grimes, Flying Lotus o FKA Twigs, pasando por djs del mainstream de larga trayectoria como Peggy Gou o Skream. Todxs compartiendo un sentimiento: se fue alguien que hacía avanzar las cosas. Se fue antes de tiempo y dejó a todxs expectantes y con ganas de ver cómo iba a seguir.

Más allá de los moldes

Se puede afirmar que SOPHIE moldeó la música pop de la década pasada y sentó la sólida base sobre la cual se está construyendo la de ésta. Y PRODUCT, el álbum compilatorio con el que se dio a conocer internacionalmente y que funcionó como statement, es del 2015. Pasaron sólo seis años, y se siente como una vida: hay un pop pre SOPHIE y un pop post SOPHIE, así como hay una escena club pre SOPHIE y una escena club post SOPHIE. Como es parte inherente de nuestra actualidad musical, hoy parece que hubiera estado ahí desde siempre, como si el pop hubiese sido históricamente, y por definición, avant garde.

SOPHIE metió lo abstracto y lo concreto dentro del canon pop. Nos demostró que un track bailable no tenía por qué tener percusión, que la calidez no tenía necesariamente que ver con lo orgánico y que la frialdad no estaba desprovista de sentimiento. Y que el puro artificio no tenía nada que ver con la mentira sino que podía ser herramienta para concebir la verdad más pura, aquella que de tan ideal y perfecta no se encuentra por otras vías. Como le dijo a Rolling Stone en 2015, cuando todavía estaba lejos del estrellato: "Creo que toda la música pop debería consistir en quién hace la cosa más brillante y que suene más fuerte".

Luego de romper internet con los singles de PRODUCT y dejar a todo el mundo de la música recalculando con su approaching deconstructivo a la producción pop, de voces highpitcheadas que parecen de caricaturas o niños, sonidos disonantes que remiten más a un foley grabado en el espacio que a típicos sintetizadores o máquinas de ritmo, mucho uso del espacio negativo y mucho sentido del humor y de la ironía, se alió con el sello londinense de vanguardistas del pop PC Music, fundado por A.G. Cook, y comenzaron a reescribir las reglas del juego entrando y saliendo del mainstream.

Colaboró con Madonna y Diplo en el exitoso single Bitch I'm Madonna y luego, en 2016, comenzó su alianza con Charli xcx, una de las más paradigmáticas de la década: el EP que produjeron juntas, Vroom Vroom, tuvo reacciones polarizantes en su momento y hoy es, indudablemente, el documento definitivo de cuando el pop volvió a ser peligroso y excitante.

En estos años, SOPHIE produjo para Gaga, Flume, MO, Vince Staples; y colaboró con casi todo el catálogo de freaks de PC Music, fundando así el hoy conocido como hyperpop. Fue figura fundacional y referencia obligatoria del género de música club que hoy se conoce, precisamente, como deconstructed club. Y al lanzar su primer larga duración propiamente dicho, Oil of Every Pearl's Un-Insides (2018), se despachó con su primera balada, la conmovedora It's Okay to Cry, donde además pone su propia voz por primera vez.

Impulsos electrónicos

Oil of Every Pearl's Un-Insides también es el primer lanzamiento de SOPHIE que lleva su cara (luego de años escondiéndose detrás de renders plásticos de colores chillones) y no por una decisión casual: es aquí donde la artista se asume públicamente como mujer trans. Y explorando una faceta emo y vulnerable que antes no se había hecho presente en su música, todo el concepto del álbum gira alrededor de la materialidad de los cuerpos –la obsesión con la materialidad atraviesa toda su obra– y la identidad, en un mundo consumista y frío que no es amable con aquellxs que no encajan.

El álbum le valió sus mejores reseñas hasta la fecha y hasta la nominación a los premios Grammy. Pero su legado fue mucho mayor. Difícilmente sea una casualidad que después del lanzamiento del mismo, infinidad de artistas de la escena electrónica y de la vanguardia comenzaron a asumirse como transgénero, no binaries o simplemente como disconformes con lo que la cisheteronorma pretendía de ellxs. Una escena que siempre había tenido ese potencial, pero que aún no había explotado desde el underground hacia la esfera de lo visible.

En el mundo de la música del futuro, del sonido con posibilidades infinitas, de las fiestas donde los cuerpos se mezclan y el éxtasis de la totalidad vale más que todos los individuos, ¿por qué seguir aceptando los límites impuestos externamente en vez de construir nuestra propia individualidad?

SOPHIE fue forma y contenido. SOPHIE fue deconstructed en todo sentido y trans en todo sentido. Desorganizó y rearmó las piezas, tendió puentes entre géneros en todos los sentidos posibles de la palabra. Fue tan adelantada que ahora cuesta imaginar si, dentro de diez años, no habrán artistas electrónicos descubriendo lo mismo que ella ya había descubierto. Dio el impulso a los freaks para ser pop, al underground para ser mainstream, y a las personas a ser lo que tengan ganas. RIP SOPHIE.