“La verdad es que es muy categórica la reducción. Por supuesto que son datos preliminares, pero no deja de ser evidente que una de las cuestiones que está influyendo en eso es la vacunación. El personal de salud variaba entre el 3% y el 4% del total de infectados en CABA y en el presente ese número está por debajo del 1%. Es claro cómo está impactando”, afirma Martín Barrionuevo, senador provincial (Partido Justicialista- Corrientes), contador público y analista de datos. El personal de salud es la población objetivo que cuenta con el mayor porcentaje de vacunados en Argentina y se empieza a notar el efecto de la protección de la sustancia activa de Sputnik V y en menor medida de la fórmula de Oxford/AstraZeneca en los miembros del sector. “Las vacunas son altamente eficientes en la reducción de casos y prácticamente infalibles en la eliminación de cuadros graves. Los que estamos viendo son indicadores muy claros del éxito de las vacunas”, completa Barrionuevo.

En Argentina, de la misma manera que sucede en todo el mundo, las personas que forman parte del personal de salud son las primeras en recibir sus dosis. Al ser trabajadores en riesgo, son los que deben tener prioridad al momento de ser inmunizados y protegerse de la covid. “De acuerdo a toda la evidencia que se va recopilando hasta el momento, a medida que los gobiernos van vacunando disminuyen los muertos. Los casos podrán seguir subiendo a causa del clima o de la emergencia de variantes más contagiosas, pero lo que se debería comenzar a ver es la reducción de la mortalidad”, advierte Jorge Aliaga, físico y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Luego completa: “Vacunando a los grupos de riesgo con velocidad, la curva de fallecidos debería descender a menos de la mitad. La covid se va transformando en una gripecita, pero con vacuna. Parecido a lo que decía Bolsonaro, aunque con una cuota de racionalidad en el medio”.

En conferencia de prensa, el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, había compartido un dato muy alentador que se orientaba en la misma línea. “No tenemos internados en terapia intensiva que correspondan al personal de salud. Y eso que todavía no llegamos a vacunar a todos, pero no están entrando pacientes de ese grupo a la internación. La vacuna es extraordinaria”, comentaba el titular de la cartera sanitaria en Buenos Aires. Desde PBA, el propósito es alcanzar los 5 millones de inoculados de cara a mayo, pero aunque no se consiga cumplir, cada inmunizado es central en el camino de convertir a la covid en algo mucho más leve de lo que hoy representa.

De acuerdo a los datos consignados en el Monitor Público de Vacunación dispuesto por el Ministerio de Salud, del total de vacunas aplicadas a la fecha –1.181.292 dosis–, 890.221 fueron destinadas a miembros del sistema de salud y entre ellos, la gran mayoría recibió solo la primera dosis. Según los datos provistos por el Ministerio de Salud en el Plan Estratégico de Vacunación, 763 mil personas conforman aquello que se denomina como “personal de salud”. “La amplitud de la definición torna muy difícil ser precisos, porque el concepto es abarcativo, pero lo cierto es que Argentina está muy cerca de haber inoculado a todo este sector. Buena parte, al menos, cuenta con una dosis inyectada. La gran mayoría de ese 2% que el país ya vacunó corresponde a trabajadores de este ámbito”, explica Barrionuevo. Al respecto, plantea Aliaga: “La Ciudad de Buenos Aires ha hecho una definición de personal de salud muy amplia. Se inoculan a psicólogos que hacen atención por Zoom; para el caso, es mucho mayor el riesgo que tiene una cajera en un supermercado. Es difícil discutir éstas prioridades, sobre todo al interior de la propia comunidad médica”.

El objetivo a corto plazo

“El objetivo a corto plazo es inmunizar a la población de mayor riesgo, los mayores de 60 y 70 años. Los adultos mayores de 60 años representan un poco más del 15% de la población pero condensan el 80% de las muertes por Covid en Argentina”, detalla Barrionuevo. Se requieren entre siete y ocho millones de vacunas para poder inocular a este grupo y, con ello, el panorama de la enfermedad en Argentina cambiaría de manera drástica. “Sería ideal poder inocularlas entre fines de abril y mediados de mayo. Es un objetivo que se puede cumplir en la medida en que, como algunos de los laboratorios anunciaron, podrían llegar cientos de miles de dosis cada semana”, anuncia el legislador.

Desde esta perspectiva, reflexiona la bioquímica e investigadora Principal del Conicet, Daniela Hozbor: “Es clave llegar a un número importante de ciudadanos protegidos antes de que comience el invierno, sobre todo porque empezará el frío y tendemos a reemplazar las reuniones al aire libre por otros encuentros en sitios más cerrados, sin ventilación”. Luego continúa con su razonamiento: “Todos los países corren sus propias carreras entre los contagios nuevos que aparecen y la velocidad que deben adquirir para vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible. El contexto se va modificando porque aparecen variantes más contagiosas y representan obstáculos para la carrera”. En este sentido, las contribuciones en las tareas de vigilancia epidemiológica que, por un lado, realiza el Instituto Malbrán y, por otra parte, el Proyecto País, son vitales para estar atentos a cualquier modificación sensible que obligue a calibrar la composición de las sustancias activas de cada una de las vacunas que Argentina adquiere.

En el ámbito internacional Israel es de las naciones que ha conseguido inmunizar a la mayor parte de su población y su experiencia puede servir como ejemplo para las que vienen detrás. Sobre ello, comparte su punto de vista Hozbor: “Israel es uno de los países que más avanzado está en su proceso de vacunación; según la Universidad John Hopkins vacunó a 8 millones 320 ciudadanos. De manera reciente publicó los resultados sobre un estudio de eficacia (en la revista médica New England Journal of Medicine) de Pfizer/BioNTech. En su trabajo incluyeron a más de 596 mil personas y, tras siete días de recibir la segunda dosis, llegaron a la conclusión de que la tecnología previene hospitalizaciones y casos severos en un 90% aproximadamente. Son datos realmente impresionantes. Asimismo hay otra investigación que indica que la vacuna no solo previene la enfermedad sino también el contagio”.

Argentina ha recibido más de 4 millones de dosis: 2.470.540 de Sputnik V, 580 mil fabricadas por Oxford/AstraZeneca y 1 millón de Sinopharm. De acuerdo a lo que se ha anunciado durante las últimas horas, durante marzo, el país tendrá a disposición –como mínimo– 600 mil dosis semanales de la tecnología rusa, las otras 580 mil de Oxford/AstraZeneca que el gobierno adquirió como “partida extra”, tres millones más de Sinopharm y las que corresponden a Covax, mecanismo establecido por la Organización Mundial de la Salud, que rondan los dos millones más y llegarían antes de mayo. Asimismo, el mes que viene aterrizarán en territorio doméstico unas tres millones de dosis de Oxford-AstraZeneca, cuyo elemento activo se fabrica en el laboratorio local mAbxience (cuya planta está en Garín) y distribuirá Liomont, la empresa biotecnológica mexicana. Despejadas las incógnitas iniciales, la ecuación se clarifica: a medida que las vacunas llegan, el proceso de inmunización avanza y la pandemia retrocede.

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