Especialistas e investigadores criticaron la teoría de que Arnold van den Bergh fue quien delató el escondite de Ana Frank y su familia. 

La hipótesis fue postulada por Rosemary Sullivan en su libro La traición de Ana Frank, en el que postula que Van der Bergh, abogado de la comunidad judía de Ámsterdam, hizo la delación para proteger a su familia.

La pregunta sobre quién traicionó a Ana Frank y a su familia motorizó diversas investigaciones durante casi ochenta años. 

El matrimonio Frank y sus dos hijas, junto con otras cuatro personas, permanecieron ocultas más de dos años en una buhardilla hasta que los nazis los capturaron el 4 de agosto de 1944. Todos fueron a campos de exterminio. Solamente sobrevivió Otto Frank, el padre de la joven cuyo diario personal en esos dos años quedó como uno de los documentos más estremecedores de la Segunda Guerra.

El libro de la canadiense Sullivan postula que el delator habría sido Van den Bergh, quien intentó, sin éxito, proteger a su propia familia de los nazis

Según el cineasta Thijs Bayens, que colaboró en la investigación junto a un antiguo agente del FBI llamado Vicente Pankoke, "hemos investigado a 30 sospechosos en 20 escenarios diferentes, y solo consideramos a uno de ellos como el más probable". No obstante, aclaró que "no estamos ciento por ciento seguros”.

En agosto de 1944, los nazis dieron con el escondite de la familia Frank y la deportaron al campo de concentración Bergen-Belsen, donde muerieron las hermanas Ana y Margot. Ana tenía 15 años. 

La prueba que corroboraría la teoría sobre la traición del abogado es una nota transcripta en 1946 por Otto Frank, padre de Ana, mientras hacía sus propias indagaciones sobre el destino de su familia, informó Pieter van Twisk, considerado como el jefe de la investigación.

El nombre de van den Bergh apareció en una nota anónima remitida a Otto al finalizar la guerra. Aún se desconoce quién la redactó y el original no se pudo encontrar, pero el investigador halló en el archivo del hijo del policía que siguió el rastro de esa información una copia hecha a máquina. Esa es la prueba citada en el libro.

Según los investigadores, en ese papel se le informaba a Frank padre que los datos de su refugio “fueron reportados a la Jüdische Auswanderung (oficina de emigración judía) por A. van den Bergh", quien "vivía cerca del parque Vondelpark, en Ámsterdam" y quien "habría confeccionado una lista de direcciones para ese organismo”.

La investigación de La traición de Ana Frank ya tiene sus detractores pocas horas después de la publicación del libro. En declaraciones al diario New York Times, media docena de expertos arremetieron contra el libro en el cual el exinvestigador del FBI narra las conclusiones de sus seis años de trabajo y señalaron las lagunas que pueden hacerla fracasar como hipótesis.

Las críticas

El historiador holandés David Barnouw sostuvo que él había estudiado la posibilidad de que Van den Bergh fuera el culpable, pero que la descartó porque solo había una prueba: la nota anónima.

Emile Schrijver, actual director del director del Jewish Cultural Quarte de Ámsterdam, consideró que “la evidencia es demasiado escasa” para señalar a alguien de forma tan tajante: “Es una acusación muy grave que se ha hecho valiéndose de muchas suposiciones. La realidad es que no se basa más que en un pequeño papel”

Ronal Leopold, director de la Casa de Ana Frank, coincidió con Schrijver y advirtió que debe investigarse más a fondo y que, al menos por el momento, “no hay absolutamente ninguna base para llegar a una conclusión”. 

La existencia de una lista con los escondites de refugiados que podría haber hecho el Consejo Judío de Ámsterdam, organización en la que estuvo Van den Bergh, es uno de los mayores enigmas

Según la investigación, el abogado habría ido entregando poco a poco la información a los nazis para ganar tiempo para él y para su familia.

Para Laurien Vastenhout, investigadora del Instituto NIOD para Estudios de Guerra, Holocausto y Genocidio, la hipótesis es confusa: “¿Por qué las personas escondidas proporcionarían sus direcciones al Consejo? No tiene ningún sentido”

Explicó, además, que el Consejo Judío estaba bajo un escrutinio especial por parte de las fuerzas de ocupación y que hubiera sido muy arriesgado tener estas listas a disposición.

El presunto entregador

Van den Bergh murió en 1950. Los investigadores descartaron otras opciones, entre ellas la de Ans von Dijk, una colaboracionista que trabajaba cerca del escondite de los Frank; la hermana filonazi de una secretaria de Otto Frank; el verdulero de la cuadra, que pudo haber sospechado que había gente escondida, y el matrimonio Weisz, que se escondía en casa del verdulero y logró mejores condiciones de detención cuando fue arrestado en junio de 1944. 

Nacido en 1886, Van den Bergh tenía esposa y tres hijas e integró el Consejo Judío de Ámsterdam que, por orden de las fuerzas de ocupación nazi, debía dar las listas de personas para deportar

El abogado ocultó que era judío y pudo seguir trabajando hasta comienzos de 1943. Pero poco después perdió sus privilegios y en 1944 se enteró de que podría ser detenido por tener contactos con la Resistencia. 

Esa sería la razón por la cual habría dado las direcciones en las que había judíos ocultos, entre ellas, Prinsengracht 263, el escondite de los Frank