Con una participación récord, de 13 millones de electores, los chilenos y chilenas rechazaron el nuevo texto de la Constitución alcanzado a través de un proceso constituyente paritario y democrático, resultado del estallido social de 2019, cuando la sociedad chilena le dijo basta a la política económica del gobierno de Sebastián Piñera (rechazo que luego se hizo extensivo hacia todo el corte de políticas neoliberales entendidas como la causa de la enorme desigualdad que hay en el país).

Los últimos sondeos ya habían pronosticado la victoria de la opción Rechazo, movilizada principalmente por la derecha y sectores conservadores, pero ninguno con una distancia tan pronunciada: el 61.88% de los chilenos optó por el Rechazo mientras el 38.12% votó por el Apruebo, entre ellos más de 20 puntos de diferencia. Con el diario del lunes, los analistas ensayan algunas hipótesis de la derrota: hablan de fallas en la comunicación, de una efectiva campaña del miedo fogoneada por la oposición, de qué era muy difícil o pretencioso explicar más de 300 artículos de un saque. De que el cambio iba mucho más allá -con la incorporación de derechos fundamentales- de lo que la sociedad estaba preparada para votar…

Manifestantes a favor del Apruebo. AFP

Un breve repaso por el proceso constituyente y el nuevo texto que no fue

La hazaña para dejar atrás la Constitución instaurada por la dictadura de Augusto Pinochet parecía inmensa. El descontento generalizado expresado con las manifestaciones masivas de noviembre de 2019 solo logró ser canalizado cuando se abrió la posibilidad de un cambio concreto: la redacción de una nueva constitución que garantizara derechos fundamentales como el acceso al agua, a la salud, a la vida digna… Todo en el marco de nación plural, diversa y feminista. Un texto que estuviera a la altura de los valores de esa nueva sociedad que reclamaba en la calle.

El proceso de la redacción de esta nueva constitución también fue mirado con especial atención por los ojos del mundo por su carácter democrático y paritario. Chile estaba demostrando que el pueblo podía escribir su propia carta magna, con representantes votados democráticamente, con representación paritaria de hombres y mujeres y la inclusión de los pueblos originarios y otras minorías. Los Constituyentes saldaron debates que la sociedad -tal vez- todavía no había enfrentado.

Jornada con participación histórica, EFE
  • El texto de la nueva Constitución que se votó el domingo definía a Chile como una “democracia paritaria”, que implicaba que el 50% de todos los cargos del Estado debía estar ocupado por mujeres, para alcanzar una igualdad sustantiva en términos de equidad de género.
  • Definía a Chile como un Estado Plurinacional e Intercultural, lo que incluía el reconocimiento a 11 pueblos y naciones, con sus autonomías regionales indígenas y su propio sistema jurídico.
  • Modificaba el sistema político para alcanzar un “presidencialismo atenuado”, bajaba la edad de 35 a 30 años para postularse a presidente e incorporaba la posibilidad de una reelección consecutiva. También eliminaba el Senado y reformulaba la distribución de poder entre las cámaras con una nueva Cámara de las Regiones.
  • Ampliaba derechos sociales fundamentales: como el acceso a la educación, salud, vivienda, trabajo y pensiones, que pasarían a ser universales, para todos los chilenos y chilenas.
  • Incluía el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, dejando atrás el sistema de causales por inviabilidad fetal, riesgo de vida de la madre y violación.
  • Establecía el derecho humano al agua, establecida como un bien “inapropiable”, como respuesta a la crisis hídrica que vive el país.

El día después y un proceso que no tiene vuelta atrás

El Rechazo en las urnas fue contundente pero los cambios sociales una vez desatados no pueden detenerse tan fácilmente. Esto fue lo que intentó sacar en limpio y expresó el presidente chileno, por cadena nacional, tras conocerse el resultado. 

Manifestantes a favor del Rechazo, AFP

“El esfuerzo realizado no será en vano, porque así es como mejor avanzan los países, aprendiendo de las experiencias y volviendo sobre sus huellas para buscar nuevas rutas. El pueblo chileno no quedó satisfecho con la propuesta de constitución. Esta decisión exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más diálogo, más empeño, respeto y cariño”, señaló Gabriel Boric, quien ya convocó a los presidentes de la cámara de diputados y senadores para iniciar una ronda de conversaciones que incluya a todos los espacios políticos para encarar un nuevo proceso constituyente que de respuesta al plebiscito de entrada, en el que el 80% de los chilenos y chilenas votaron a favor de una nueva constitución.

“Lo volveremos a hacer, no tengo ninguna duda de ello. Y no partiremos de cero”, cerró Boric. El camino iniciado tras el estallido social de 2019 no tiene vuelta atrás, solo queda seguir avanzando.