Alguien, de entre las miles de personas que duermen en la calle (si es que hay manera de significar ese verbo, dormir, en ese contexto, la calle, con el mismo sentido que cualquiera le da a dormir en una cama, bajo techo) murió calcinada porque se atrevió a intentar guarecerse durante la noche dentro de un auto que parecía abandonado.

Murió calcinada. No hubo reacción en las "noticias". 

El ministro de Seguridad porteño, Marcelo D'Alessandro, rápidamente explicó lo ocurrido, con una velocidad que no se representa en los casos de violencia policial. La explicación del funcionario fue clara: primero describió que el auto no estaba abandonado, con lo que el calcinado ya no era calcinado sino un ocupa invasor. Primera marca diferencial que alimenta el odio.

Después sostuvo que el auto ya había sido "vandalizado" antes. Usó ese término específico. Lo que deja a quien sea propietario del vehículo, en una víctima de vándalos. Cierto, dirán. La segunda marca que alimenta el odio viene del lado de la lógica que justifica el medio. La propiedad violada se defiende. Y ubica al calcinado, sin que el ministro haya hecho la menor alusión directa, como uno de los vándalos que se quedó a dormir en propiedad ajena. 

Insisto, porque los relatos naturalizan: dije el calcinado, con toda la intención de que al leer, la vista, que no tiene olfato, huela la piel achicharrada y escuche el alarido que no surge de solo leer. 

Mucho menos surge de escuchar al ministro, que en su explicación promovió apartar la vista de la víctima y encender por otro lado la parva del odio. Textualmente D'Alessandro dijo: "la dueña del vehículo sabía perfectamente que había una persona durmiendo en el auto porque lo habían vandalizado no hacía mucho". Tercera marca que alimenta el odio, ese "porque" es la causalidad que justifica.

Según el mismo relato, el autor del fuego, el hijo de la dueña estaba "ebrio" y sufre "padecimientos psiquiátricos", según se encargó de difundir el funcionario. Estaba cansado de que le vandalizaran el auto a su madre, dijo el ministro.

El calcinado que no fue tratado como víctima quedó mezclado, en el relato oficial, con una persona "de la calle", con "padecimientos psiquiátricos" que quemaba coches en Palermo y que fue identificada y detenida. “En poco tiempo lo vamos a ver caminando por la calle, porque la ley de Salud Mental, tal cual está, no permite actuar, poniendo en riesgo a la persona y a terceros”, aseguró el ministro. No se refería al riesgo de dormir en la calle.