Desde San Pablo

Con los días contados. Sergio Moro, aquel juez que puso de rodillas a la democracia brasileña hace casi una década través de del proceso Lava Jato viciado de irregularidades comprobadas por la Corte junto a presuntos casos de corrupción millonarios en dólares, enfrenta la amenaza de ser destituido como senador.

Consenso

"Creo que va a terminar perdiendo el cargo por tantas maniobras dolosas acumulados en estos años, hay un consenso sobre su casación", afirmó este sábado Humberto Costa, dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) , y uno de los parlamentarios más experimentados de la Cámara alta.

La causa iniciada contra Moro en el Tribunal Regional Electoral del estado de Paraná recogió numerosas pruebas sobre posibles delitos, incluyendo abuso de poder económico, cometidos en la campaña de octubre de 2022 cuando obtuvo una banca en el senado federal.

Cualquiera sea la sentencia en esa primera instancia se da por seguro que será apelada ante el Tribunal Superior Electoral, cuya jurisprudencia es severa y donde pocos apuestan a la absolución del imputado.

Ante la expectativa de casación la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, acaba de expresar su intención de disputar las elecciones por el sillón de Moro en el Senado. Igual interés declaró Zeca Dirceu, jefe de la bancada de diputados petistas. Incluso dirigentes de derecha y extrema derecha, entre ellos Ricardo Barros un aliado del expresidente Jair Bolsonaro, admitieron que puede presentarse en los comicios para cubrir el cargo de Moro.

En declive

En 20214 al comenzar Lava Jato, el entonces juez alardeaba con estar al frente de la versión tropical de la causa italiana Manos Limpias o "Mani Pulite", conquistando la adhesión del campo político conservador y la prensa, al tiempo que su popularidad iba en ascenso, superando a la mayoría de los dirigentes partidarios.

Nueve años después Moro se ha convertido en el espectro de lo que fue: olvidado por la mayoría sus ex aliados y sin la credibilidad de otros tiempos parece caminar hacia un final melancólico, salvo imponderables.

Aliados en problemas

Sin la prédica antipolítica de Moro hubiera sido difícil el ascenso de Jair Bolsonaro: el diputado notorio por sus discursos circenses que acabó convertido en presidente de la República en los comicios de 2018.

Ahora bien, si el nacimiento del bolsonarismo no se explica sin el la atmósfera antipetista alimentada por Moro, es igualmente cierto que la carrera política de éste tuvo un espaldarazo tras su designación como "super" ministro de Justicia y Seguridad Pública en el primer gabinete bolsonarista de enero de 2019. Moro y Bolsonaro están intrínsecamente vinculados , a pesar de divergencias puntuales, con sus historias entrelazadas en las buenas y en las malas.

Así, mientras el exjuez avanza hacia un potencial precipicio el excapitán enfrenta su peor momento político en años luego de que el Tribunal Superior Electoral lo acaba de inhabilitar para disputar las elecciones de 2026 y 2030, lo que abrió automáticamente la carrera para la disputa de esos comicios entre sus correligionarios del Partido Liberal (PL).

El precedente de Bolsonaro, absolutamente negativo para Moro se alía a otro igualmente preocupante. Esa misma corte electoral que condenó a Bolsonaro en junio en mayo destituyó del cargo de diputado federal al exjefe de los fiscales de Lava Jato, el militante evangélico Deltan Dallagnol.

Ya sin inmunidad parlamentaria Dallagnol podrá enfrentar procesos penales por los delitos que habría cometido durante la causa Lava Jato en complicidad con Moro, según quedó documentado en las comunicaciones mantenidas por ambos a través de la aplicación Telegram publicadas en una rigurosa investigación del site The Intercept.

Denuncias

Una de las denuncias, reforzada este mes con documentos obtenidos por el portal UOL, da cuenta de maniobras de los miembros de Lava Jato para apropiarse, mediante un pacto ilegal con Estados Unidos, de millones de dólares pagados en concepto de multa por Petrobras al país del norte.

Otras acusaciones indican que un estudio próximo a Moro habría recibido millones de dólares para asesorar a los abogados de imputados en Lava Jato y redactar las delaciones premiadas al gusto del entonces juez. Y hay más. La justicia se apresta a recibir el testimonio del exdiputado Tony García quien asegura haber sido reclutado e intimidado por Moro para realizar operaciones ilegales.

Desprestigio internacional

En los primeros años de Lava Jato Moro gozó de una buena reputación internacional favorecido por las impactantes noticias sobre la lucha contra la corrupción que en rigor ocultaban una guerra política a través de procedimientos judiciales también conocida como Lawfare.

Sin embargo con el correr del tiempo comenzó a tomar estado público el método Moro: valerse de cualquier artimaña para acabar con sus enemigos, el principal de ellos Lula, hacer espionaje ilegal, someter a tortura psicológica a imputados hasta que confiesen delitos no cometidos o se acojan a la delación premiada. Poco a poco la propaganda morista, que incluyó una película producida por el grupo de medios Globo, comenzó a ser desmentida por evidencias sobre sus tropelías.

Uno de los primeros juristas de prestigio internacional en denunciar los "atropellos" fue el catedrático italiano Luigi Ferrajoli. A él se sumaron el exjuez español Baltazar Garzón, el abogado Geoffrey Robertson, que trabajó en la defensa de Julian Assange y el magistrado argentino Raúl Zaffaroni.

La credibilidad del actual senador amenazado por la destitución se vino a pique en en 2019. Primero con su incorporación en enero de aquel año al gobierno de Bolsonaro confirmando las sospechas sobre su interferencia, desde la justicia federal de Paraná, para favorecer al nuevo mandatario a través de decisiones que obstruyeron la candidatura de Lula.

Luego con las revelaciones publicadas por The Intercept sobre las operaciones ilegales urdidas entre Moro y el jefe de los fiscales Dallagnol. Datos tomados en cuenta por el Supremo Tribunal Federal que impugnó los procesos contra Lula a quien restituyó sus derechos políticos.

"Mani pulite" deformada

Moro, respaldado por una desinformación generalizada, se presentó como la continuación del proceso Mani Pulite italiano que entre 1991 y 1994 desmontó un red de corrupción entre los principales partidos de la península y empresarios principalmente de la construcción. El exjuez brasileño es autor de un ensayo sobre el tema publicado en 2004, diez años antes del inicio de Lava Jato.

Las comparaciones entre los dos procesos fueron aprobadas por un cierto sentido común periodístico que le daba el visto bueno a todo lo que venía del juzgado federal de Paraná. Pero una vez pasado el impacto inicial de ese golpe de marketing comenzaron a surgir las dudas de algunos juristas italianos y del propio Gherardo Colombo, uno de los fiscales de Mani Pulite.

Colombo concedió dos entrevistas en Italia a este corresponsal, la primera a comienzos de 2017 y la segunda a fines de 2019. En 2017 planteó algunos alertas sobre la tentación de convertir a los jueces en "salvadores de la patria" y evitó responder las preguntas sobre Moro. En el reportaje de 2019 aceptó hablar de Moro, siempre con un estilo mesurado, aclarando que le faltaban algunas informaciones para ser más categórico.

Reconoció su "sorpresa" ante las revelaciones del site The Intercept sobre la "presunta" complicidad entre Moro y el jefe de los fiscales Dallagnol, y afirmó que si bien los fiscales de Mani Pulite fueron objeto de críticas nunca se puso en duda la honestidad con que se condujeron.

En una de sus respuestas más categóricas Colombo dijo, siempre dentro de su estilo sobrio, que una de las principales diferencias" entre los responsables de Mani Pulite y Lava Jato, es que ninguno de los fiscales italianos participó en el gobierno de Silvio Berlusconi, electo en 1994 sobre los escombros del sistema político anterior, en cambio Moro se sumó a la administración de Bolsonaro.

Ya sobre el final de la conversación le pregunté si Lava Jato fue una deformación de Mani Pulite.

_ No lo sé, ese adjetivo no me lo atribuya

_ Le parece un adjetivo inadecuado?

_ No sabría decirle. Si usted pone en la nota que Lava Jato es una deformación de Mani Pulite aclare que es una afirmación suya, concluyó Colombo.

Batalla cultural

Un legado, no el único, de la causa Lava Jato posiblemente sea el surgimiento de una corriente de opinión bolsonaro-morista, en la que el expresidente y el exjuez, contribuyeron al asentamiento de um movimiento político y cultural de ultraderecha. La traducción electoral de esa corriente fue derrotada en las elecciones del año pasado por Lula. Fue un triunfo ajustado que no puso fin al fantasma neofascista ni su capacidad de desestabilización, algo que se comprobó en el intento de golpe de Estado del 8 de enero. 

Paciente y constante Lula ha adoptado varias medidas para acabar con lo que él llama el clima de "odio" y para restablecer la "normalidad" y la convivencia nacionales. En el último mes decretó el fin da las escuelas cívico-militares, uno de los proyectos de adoctrinamiento más caros para el bolsonarismo , y el viernes último anunció medidas severas contra la venta de armas además de enviar al Congreso un proyecto que eleva las condenas contra los implicados en un golpe.

Lula realizó el anunció junto a su ministro de Justicia, el exjuez Flavio Dino, posiblemente el funcionario más atacado por los extremistas. En su discurso Dino fue claro, dijo que estas iniciativas son parte de una "batalla cultural" en defensa de la democracia y para extirpar el bolsonarismo que aún controla corazones y mentes de no pocos brasileños.