Carol Dartora es la primera diputada federal negra de Paraná, el mismo estado al que pertenece Sergio Moro, el exjuez que lideró la operación Lava Jato y que está cerca de ser destituido de su cargo como senador por presuntos delitos cometidos en la campaña de las últimas elecciones en Brasil.

Por invitación del INADI, y en coordinación con el Núcleo del PT en Argentina, la diputada llegó a la Ciudad de Buenos Aires para participar en uno de los paneles de la primera "Asamblea Nacional de Mujeres, Lesbianas, Bisexuales, Travestis, Trans y No Binaries Afrodescendientes de Argentina". Tras el evento, Dartora dialogó con PáginaI12 acerca de la importancia de la representación negra en los espacios de poder y su experiencia, así como también su perspectiva sobre Moro y las consecuencias del bolsonarismo en la política brasileña.

-¿Cómo fue su acercamiento a la política?

-Soy profesora de historia en la ciudad de Curitiba, perteneciente al Estado de Paraná, y me gusta mencionarlo porque el sur de Brasil tiene algunas particularidades. Una de ellas es invisibilizar a la población negra, que sufre mucho el peso del racismo institucional. La población negra en la ciudad de Curitiba, que solía ser del 40%, cayó al 20%. Así que vengo de este lugar, de una familia de militantes negros que no se veía en la ciudad, porque Curitiba se presenta como una ciudad blanca, lo cual no es cierto, aunque tenga poca población negra. Fue en este contexto que empezamos a construir esta lucha junto con el movimiento negro, el movimiento de mujeres y la clase trabajadora, para decir que necesitábamos participación política y garantía de derechos. Encontré en el aula, como profesora, mi primer espacio de actuación política y hoy soy diputada.

-¿Qué siente al ser la primera mujer negra que llegó a ser diputada en Paraná?

-Es una victoria colectiva, tanto para la ciudad como para el Estado. La ciudad eligió con sus votos creer y depositar su esperanza en que esta barrera podía ser superada, en que podíamos tener una mayor participación política con otras figuras. Al mismo tiempo es una denuncia de años de exclusión. Estamos en 2023 y recién ahora una mujer negra de este Estado ocupa ese cargo. Esto habla del tamaño de la subrepresentación, porque muchas más personas necesitan llegar a este espacio y ocupar esta posición. Es un espacio de muchos desafíos y preguntas, donde debo demostrar mi competencia y la importancia de esta presencia, lo que exige mucho esfuerzo. También siento mucha soledad, porque soy la única mujer negra. Claro que tengo el apoyo, la fuerza de todos los que me llevaron hasta acá a través de los votos, pero el espacio institucional en sí mismo es muy solitario.

-Sergio Moro también es de Paraná, ¿qué le genera su persona?

-Vergüenza. Me avergüenza que sea de mi Estado, me avergüenza lo que hizo con mi ciudad, la mentira de combatir la corrupción, cuando en realidad estaba construyendo el golpe, tanto que se convirtió en ministro de Jair Bolsonaro, uno de los peores presidentes que tuvo Brasil. Alguien que predicaba la lucha contra la corrupción ahora tiene varios problemas con la rendición de cuentas de la campaña… una hipocresía gigantesca. Fue un juez parcial y mentiroso, pero sobre todo fue alguien muy dañino para la ciudad.

-¿Qué opinión tienen los ciudadanos sobre él tras sus problemas legales?

-Desafortunadamente, todavía tiene mucho apoyo de una parte de la población que sufre la desinformación, uno de nuestros mayores problemas, porque las redes sociales y, sobre todo, figuras políticas como Moro y Bolsonaro promueven las noticias falsas. Como todavía vivimos en una sociedad muy desigual, donde no todas las personas tienen acceso a información legítima, ni a una educación de calidad, la desinformación encuentra un lugar en algunos grupos que todavía defienden estas ideas.

-¿Se puede decir que la extrema derecha está debilitada con la inhabilitación de Bolsonaro para ser candidato y la posible destitución de Moro?

-Todavía tenemos el desafío de combatir el bolsonarismo porque lamentablemente sigue siendo fuerte.

-¿Cómo convive día a día con un fenómeno político de estas características?

-Ha sido muy difícil lidiar con el bolsonarismo en el parlamento y en las calles debido a la violencia política que promueve. Como profesora creo firmemente en la reeducación política y social como estrategia para enfrentar estos desafíos. La educación y la información verídica son herramientas fundamentales que siempre incentivo, tanto para mis estudiantes como en mis discursos públicos. El bolsonarismo está compuesto por innumerables prejuicios que deben ser rotos con la racionalidad. Por ejemplo, la idea de que haya corrupción aquí o allá, ¿cómo rompemos con eso? Con la verdad, haciendo una verificación, con información legítima. Eso es lo que busco traer: una política verdadera, abierta, donde las personas puedan tener acceso y aprender que necesitan informarse sobre las decisiones que se toman en su país, porque afectan su vida cotidiana. Ese es el instrumento para combatir las mentiras y toda la violencia que el bolsonarismo promueve.

-¿Cómo ve la gestión de Lula da Silva?

-La economía brasileña mejoró en estos seis meses de mandato, ya salió del agujero en el que estaba. Es una victoria, pero para mí lo mejor del gobierno de Lula fue el retorno de la esperanza y el progreso. Brasil pasó por un período de mucha tristeza y sufrimiento. La mayoría de las personas que murieron por Covid-19 fueron personas negras y pobres. Bolsonaro no aplicó ninguna política de protección a la sociedad brasileña frente a la pandemia. Por el contrario, propagó remedios sin eficacia, dijo que las personas tenían que morir e incluso que la Covid-19 era solo una “gripezinha”. Básicamente fue un genocida. Su política hizo que Brasil volviera a la peor situación en la que una sociedad puede encontrarse: el hambre.

Entrevista: Axel Schwarzfeld