Uno de los temas cruciales cuando un sujeto tiene angustia es si puede comenzar a analizarse. El próximo Encuentro Americano de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana (Enapol) propone un tema fundamentalmente clínico articulado a una dimensión temporal. El presidente del XI Enapol, Jorge Assef, explica en diálogo con Página/12 que un comienzo de análisis se determina por una serie de operaciones que se deberían producir y que tienen que ver con el establecimiento de la transferencia; es decir, "el establecimiento de la relación particular, de una confianza particular que hay entre el analista y el analizante, lo que llamamos una dimensión subjetiva, que se abran ciertas preguntas de una relación del sujeto a su propio inconsciente, pero a partir de lo que el sujeto descubre que sabe su propio inconsciente y que él no sabe porque no tiene acceso a su propio inconsciente hasta que comienza a atravesar una experiencia analítica", según detalla Assef.

--¿Qué diferencias tiene un análisis del siglo XXI en relación a la época de Freud?

--Muchas diferencias. El principio, que es trabajar con esa parte del sujeto, de la cual el sujeto no tiene total disponibilidad ni conoce completamente de sí mismo, sigue presente. Pero Freud en el momento de crear el psicoanálisis, en primer lugar se encontró con subjetividades que se constituían a partir de un discurso social que tenía como base un sistema represivo; es decir, que cuando Freud piensa, por ejemplo, la sexualidad, piensa que el sujeto se las tiene que arreglar con un discurso social, con una cultura, con un entorno que, como principio, tiene la represión. Era la sociedad victoriana, donde se ponían en valor el deber y ciertas cuestiones de un comportamiento regido por normativas culturales represivas por sobre la satisfacción de cualquier tipo de goce personal, goce del cuerpo.

--¿Y hoy?

--Hoy tenemos una subjetividad que se encuentra con un discurso social inverso, completamente diferente; es decir, que hoy, por ejemplo, el sujeto viene al mundo y se integra a una maquinaria discursiva donde la satisfacción es el principal objetivo. Y eso está, además, tomado como consigna por uno de los principales motores del discurso social de Occidente, que es el Discurso Capitalista, donde todo se vuelve una experiencia y se vende así: como una experiencia para ser vendida. Entonces, en el terreno de lo sexual hay que tener experiencias; en el terreno del turismo hay que tener experiencias. Hay que viajar a lugares exóticos porque hay que tener la experiencia "de". Hay que probar disfraces eróticos porque hay que tener distintas experiencias. Es decir, que hay un empuje, lo que en psicoanálisis actualmente llamamos el empuje a gozar, que construye otro tipo de subjetividad. Y los síntomas de la era victoriana, que estaban más ligados a la represión, no son los mismos que los síntomas de nuestra época, que están mucho más condicionados por este empuje permanente a gozar y que se vinculan mucho más con la compulsión que con la represión.

--¿En qué aspectos la pandemia modificó las modalidades de análisis? ¿Cómo cree que fue la experiencia de comenzar un análisis de forma virtual sin conocer personalmente al analista? ¿Le sucedió como analista de comenzar un análisis sin conocer personalmente al analizante?

--Sí. Incluso los analistas que se resistieron mucho o todo lo que pudieron a atender pacientes de manera virtual cuando empezó el aislamiento, a la larga tuvieron que ceder porque los pacientes necesitaban ese espacio y el aislamiento se iba haciendo cada vez más largo. Entonces, para muchas personas la atención o el tratamiento por vías virtuales ya era una realidad. Se atendía gente de otros lugares o con imposibilidades o ciertas dificultades para acceder al consultorio. Nos ha pasado a todos antes de la pandemia de tener que atender de forma virtual una urgencia de una persona que estaba de viaje. Pero no se tomaba como una constante y no se empezaba un análisis por esa vía. Con la pandemia, durante un tiempo se volvió un poco más regular. Durante varios meses hubo que atender así a gente que pidió empezar un análisis de manera virtual. Yo creo que hay un consenso, por lo menos en los psicoanalistas de la orientación lacaniana, en que se pueden llevar adelante entrevistas, encuentros, inclusive una parte de un tratamiento psicoanalítico a distancia y por medios virtuales, pero que es bastante complicado. Todavía no hay la casuística suficiente para decir si se puede llevar un psicoanálisis hasta el final, completar un tratamiento hasta el final por medios virtuales.

--¿En las entrevistas preliminares ya se puede hablar del comienzo de un análisis?

--Las entrevistas preliminares ponen en acción herramientas y principios del psicoanálisis. Por lo tanto, ya el psicoanálisis está en juego desde el primer encuentro. Ahora, el momento en que comienza el análisis o el comienzo de un análisis es un más allá de las entrevistas preliminares; incluso, un más allá del alivio sintomático porque en las entrevistas preliminares ya se dan los efectos de alivios sintomáticos que produce el encuentro entre un sujeto que sufre y un analista. Eso se da al principio. Lo que va a habilitar un análisis es que, además de esos alivios sintomáticos, el sujeto pueda acceder a hacerse ciertas preguntas sobre sí mismo.

--¿Se puede hablar de fin de análisis siempre o hay que ver caso por caso?

--Todo en psicoanálisis hay que verlo caso por caso. El final de análisis, como lo pensó Lacan, sobre todo para los analistas que practican el psicoanálisis, es un final que se verifica en un procedimiento que el propio Lacan creó y que se llama "el pase". Lo que no significa que no haya momentos conclusivos de un análisis: que en cada caso, aunque no haya el final total del análisis, el final absoluto, un sujeto pueda arribar a un momento conclusivo que le es satisfactorio y le es suficiente y que llegado a ese lugar decide que no necesita más el espacio analítico y suspende las entrevistas. Inclusive de mutuo acuerdo entienden que ha sido suficiente el trabajo hasta ahí. Y queda abierto probablemente un segundo período o un tiempo más adelante. O tal vez, eso le funciona el resto de la vida y no necesita analizarse más.

El Encuentro

Desde el viernes 29 de septiembre hasta el domingo 1º de octubre inclusive se llevará a cabo en el Hotel Marriot el XI Encuentro Americano de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana (Enapol), con eje en "Empezar a analizarse". El presidente del XI Enapol, Jorge Assef, señala que el tema del encuentro surgió con la Federación Americana de Psicoanálisis porque los psicoanalistas “estamos permanentemente estudiando ya que la subjetividad, que es nuestro material de trabajo, cambia todo el tiempo y porque lo que vamos comprendiendo de la teoría psicoanalítica también cambia". "Hacía tiempo que no trabajábamos la cuestión de las entradas, la lógica del principio de análisis y era momento de volver a estudiar y a investigar el tema de los comienzos, pero a la luz de lo que hoy comprendemos mejor desde la teoría psicoanalítica y de las nuevas subjetividades".

El XI Enapol "es una puesta a punto de la práctica psicoanalítica y específicamente de la práctica de los comienzos del análisis a partir de los últimos descubrimientos de la propia clínica porque la clínica es la que nos renueva permanentemente la teoría", destaca el presidente del encuentro. "Por lo tanto, los objetivos van ligados a una puesta junto a una actualización de lo que se viene pensando desde la creación del psicoanálisis, de cómo se dan los comienzos de un análisis y también lo que hace al psicoanálisis personal como la clave de la formación de un psicoanalista", concluye Assef.