Es hora de actualizar el catastro de marginales, incorporando a quienes se permiten cambiar de opinión durante una charla en persona o un cruce online. Hoy son los menos. Nadie debate. Ni en los debates. Y menos si hay una brecha generacional: veinteañeros y cuarentones se repelen mutuamente como interlocutores; unos por viejos meados, los otros por virgos pasotas. Fue un espiral en el que caímos en algún momento, distraídos en otra cosa. Pero al freestyle no le pasó.

Parte central de la praxis del freestyle es ganar la discusión sin dejarse distraer, donde "ganar la discusión" no necesariamente implica "ganar la discusión". Hay rondas que se definen por flow, por retórica, por estructura, por epicidad de rimas, por caer increíble en el beat; mientras otras lo hacen por humor, por disrupción, por interacción con el público, por capricho. O por error.

Por eso los raperos habilidosos para correrles el eje a sus rivales o cambiarles el tono a sus réplicas, los capaces de abstraerse de los ánimos del público y el fervor religioso por los jueces y referentes, están entre los de mejor rendimiento. La supervivencia a una ronda de freestyle parece jugarse tanto en el instinto y en la asociación rápida como en el manejo de las crisis, y es claro que ninguna de esas habilidades funciona bien sin observación, intelecto y elasticidad.

Por cierto, también es hora de actualizar el catastro de campeones de Red Bull Batalla, con uno claramente dotado de observación, intelecto y elasticidad: anoten a Jesse Pungaz, alias de José Vine, el bonaerense de 26 años quien tras llevarse el trofeo en la Final Nacional de RBB del sábado pasado ya estaría en condiciones de cambiarse el nombre a José Vine, Vi y Vencí.

► El mejor promedio de la clase

En su tercera RBB al hilo, Jesse fue campeón con una dominancia que empezó incluso antes de la primera ronda y que durará hasta el año que viene. "Qué onda Córdoba, ¿está o no está?", reventó al mic ni bien se lo pasaron, siendo así el primer MC en hablarle al público del Quality Arena. Le ganó el piedra, papel o tijera a Klan y eligió ser el primero en soltar su minuto. Abrió todo; y dos horas y pico después estaba cerrando todo y tragándose la llave. Su determinación total contrastó con ratos de displicencia de otros, y fue ese extra clave para días de finales.

En este formato, los freestylers eligen de a uno su lugar en los cruces de octavos, mediante un sorteo que se hace minutos antes del evento y que se stremea al igual que toda la competencia. Jesse salió segundo, pasó a la pizarra y se puso arriba a la izquierda, abriendo la primera llave. Nueve competidores al hilo lo evitaron adrede, excepto Barto, que se acomodó para cruzarlo en cuartos, llegado el caso. Recién Klan, el 12º en el sorteo, se bancó el versus con el Pungaz.

"Arranco yo, papá, así empieza Red Bull 2023, Miramar está en la casa", anticipó el MC costero antes de su primera entrada ante la máxima leyenda de esta edición: Klan jugó 9 nacionales, ganando 15 de sus 25 batallas. Jesse Pungaz, tras conquistar terreno cordobés, terminó de juntar 8 victorias en 10 batallas en las últimas tres nacionales. Y clasificó así a su primera Final Internacional, el 2/12 en Bogotá, Colombia, donde se puede cruzar con Chuty, Gazir o Aczino.

El de Jesse es el mejor promedio de cualquier MC activo en la órbita local de Red Bull Batalla, casi empardando al mítico Dtoke, que ganó 8 de 9 (debutó yéndose en primera ronda en 2012, y luego clavó dos títulos, en 2013 y 2015). El otro argento de la Internacional es Mecha, que fue campeón acá y tercero en el mundo en 2022, y va 8 de 11 en las Batallas argentinas de 2019 a 2022. También Larrix se les arrimó como otro de los más experimentados en la competencia con este subcampeonato 2023: lleva 9 rondas de las nacionales '21, '22 y '23, pero solo 5 wins.

► Teorema de tercios

Entre los del Quality, el segundo en historial era Wolf, una institución en el freestyle y una filial caminante de su institución madre, Racing Club. Con 21 jugadas en 9 nacionales, y 11 de ellas ganadas, este Lobo sabe por viejo, por lobo y por académico. Exe había perdido las semis de la Regional con Klan, que terminó campeón, y el sábado eligió cruzarse con Wolf, el subcampeón.

Y Damián Mansilla le respondió en la tarima, rechazando el piedra, papel y tijera: "El guachín atrevido me eligió a mí, que arranque si tiene huevos; se piensa que nací ayer". Exe entró muy cebado y cargó con lo de ser nueva generación. Wolf rapeó bien pero el pibe fue mejor, según el voto unánime del jurado: Dani Ribba, Stuart y el bicampeón argentino y campeón mundial Dtoke.

Ese cruce mostró que el eje "viejo/pendejo" se está tensando en el freestyle competitivo 2023, pero funciona narrativamente alrededor de una lógica que, consecuentemente con lo que pasó en las elecciones generales, podría definirse como "de tercios". G5, que es uno de los más chicos aunque lleva ocho años tirando freestyle, lo definía muy bien en la previa a esta RBB Nacional.

"Mantener un balance de nuevos, de conocidos y de vieja escuela es bueno para el show", le dijo a EL NO el rapero que entró a esta RBB por la plaza que entregan las plazas: fue campeón de la Only Bars. G5 propone una simbiosis entre espectáculo, deportividad y cultura: "Esta Red Bull tiene un par de perros viejos que siempre están ahí y conocen el lugar; el bloque del presente, que son los que se están disputando quién es el mejor ahora; y el factor sorpresa, al que hay que darle lugar. A veces sale bien, a veces sale mal, pero tiene que haber fichas en lo nuevo".

► Debuts y bienvenidas

Así como los OGs, algunos debutantes también se fueron en octavos, aunque de igual forma dejando grandes momentos. G5 tuvo un muy buen cruce con Barto, sonando fuerte y prolijo, pero el campeón de la Regional de Córdoba salió a la réplica en su salsa y lo pasó por encima, usando los propios contradichos del pibe de Flores. También con réplica, el rosarino Nasir Catriel (podio Córdoba) arrancó palo a palo ante las sólidas entradas de Vid Urbana (podio Mendoza), pero cuando se enfocó en el alargue sacó sin grandes dudas a la activista cuyana.

"Que el ojo hoy esté puesto en el freestyle permite hacer visibles otros elementos de la cultura, pero si te gusta el rap no hace falta que seas rapero para apoyar el movimiento. Pagando una entrada, haciendo el aguante, el apoyo emocional, estás aportando a que la cultura y el arte crezcan", explicaba Vid en una charla previa con El NO, y sus alocuciones fueron en esa línea, incentivando a que los que estaban entre el público o en sus casas lo intentaran, si quisieran.

Mono Strong y Parker, que venían de hacer semis en las regionales de Córdoba y Mendoza, anticipaban un cruce entretenido, con estilos muy personales. Pero el Monito fue redundante recurriendo a la localía, mientras Parker seguía respondiendo desde la suya, rapeando de forma disruptiva para el común de la competencia. Gorra contra piluso, la visera tuvo voto unánime.

Con un flow muy chill, UNK (podio Mendoza) se paró de igual a igual contra CTZ (finalista 2022), a quien fue a buscar en el sorteo: el conurbano eligió tercero y el cuyano quinto. En la batalla repartieron lindo pero a la larga CTZ hizo rodar su snowball de experiencia para ganar la parada, en la búsqueda de su primera Nacional tras el subcampeonato del año pasado. De hecho, entre sus barras iniciales, CTZ lo dijo: rimó sobre ya tener el "nivel de Internacional".

Pelín (campeón en Mendoza) dio una buena batalla contra Larrix (3º en 2022), con respuestas y ataques: "Perdón por no ser cordobés, pibes, vamos", le tiró al público entre sus entradas. Fue preciso, porque de movida se notó que la primera Nacional jugada fuera de Buenos Aires tenía la sazón de ese federalismo. Pero dejó escapar algunas inconsistencias y Larrix no lo perdonó.

"Se nota esa vibra diferente de que la Red Bull se esté haciendo fuera de capital", anticipaba Exe antes del evento. "Buenos Aires no tiene nada de malo, es un público increíble y recontra masivo, pero llevarla a un lugar distinto acompaña un cambio generacional que se nota en un montón de cosas: en la manera de rapear, de encarar la batalla, en la profesionalización, en cómo se llevan los pibes. Todo está cambiando, creo que para bien", evaluaba ante El NO.

En la última batalla de octavos se dio un cruce de subcampeones regionales, con el mendocino Jaff y el salteño Alkoy (2º de Córdoba). "Esto es hip hop de alto combate, rap de alto rango para los rangos que todavía no tocaste", le explotó Alkoy en la jeta a Jaff, y tuvo razón: con sponsor cannábico y una concentración férrea que lo mantuvo sin exagerar reacciones durante todos los octavos, Alkoy se despabiló para competir y pasó muy bien de ronda, empezando a repartir algunas de las mejores barras del día, como seguiría haciendo rato después en cuartos de final.

► Cuartos intermedios

Parker y Nasir Catriel fueron los únicos debutantes que siguieron a cuartos, junto a Alkoy en su regreso a RBB (estuvo en la de 2018), a los reincidentes Exe, Barto y CTZ (que habían estado en la de 2022) y a los que terminarían siendo los finalistas, Jesse Pungaz y Larrix, ambos teniendo su tercera participación. Sin jovatos ni novatos, los ocho trenzaron cruces de variados calibres.

En el arranque, Jesse se llevó puesto al primer clasificado cordobés, Barto, no sin quilombo de por medio. Por un error de cálculo de la host Taty Santa Ana o de la producción, cortaron la primera vuelta 4x4 con temática cuando faltaba la última respuesta del Barto. Para compensar, luego no le dieron a Jesse su última respuesta, lo que terminó sumando más confusión a una tarde muy calurosa donde se cruzaban la sed, los nervios, la manija, la presencia en escena de casi un centenar de invitados, y la ronca y rumiante frustración de los primeros eliminados.

En otro duelo de alto level, Nasir se llevó puesto a Parker. El rosarino conectó mejor y con menos firuletes (aka relleno técnico), aunque lo de Parker fue bien digno de ver, con un rap que no se ve mucho en eventos de escenario y que marca la pauta de que el freestyle, a este nivel, y contra el pronóstico de su agotamiento, será cualquier cosa menos monocorde y redundante.

Larrix también avanzó por sobre CTZ casi sin riesgos, con el 3-0 de los jueces a favor de quien en octavos ya había claimeado el mote de rapero "del interior del interior", como tiró cuando se señaló el tatuaje de Córdoba en su gamba, una frase remixada de la que le lanzó Pelín entradas antes. Rebusques del free, resabios del lenguaje, reflujos de una competencia donde lo que dice el otro es nafta y donde Larrix se hace el boludo pero siempre tiene un fósforo a mano: aunque haga ver como que anda en la suya, invocando autores y próceres, nunca se olvida de competir.

Contra Exe, Alkoy también dominó su batalla de cuartos, con entradas tan sólidas y fluidas que deberían revisarse por los años venideros, y que lo establecen no solo como el representante norteño en la élite del nuevo freestyle sino también como un player muy fuerte de cara a 2024. "Es muy notable para las personas que estamos en el under saber que el ecosistema no se va a acabar de ninguna manera, pase lo que pase con el mainstream", le decía Alkoy a El NO.

"Hay pibes rapeando en todo el país, que pueden salir en cualquier momento. Si no somos nosotros, hay un montón más. Se formó un ecosistema copado de plazas, de competencias, de niveles, de todo tipo de personas. Muchos además de MCs son activistas culturales, un trabajo muy importante de no solo hacerlo sino además incentivar a más personas a que lo hagan."

► La batalla de Córdoba capital

Los semifinalistas Jesse Pungaz, Nasir Catriel, Larrix y Alkoy ya habían quedado clasificados a la Nacional del año que viene, independientemente de lo que pasara en sus cruces, que fueron marcados por el jeite del formato: beats de género que cada uno pickeaba para su oponente.

Arrancaba Jesse, así que Nasir eligió el tango. El futuro campeón manejó mucho mejor la musicalidad y sacó más técnicas a relucir. Catri colgó su segunda entrada y volvió a montarse raro al beat. Después, Pungaz devolvió un mariachi y el rosarino arrancó en su onda, tirando referencias reconocibles pero no obvias. En un momento se empezaron a pelotear piola, pero la distancia ya era irremontable. Dos votos positivos y uno por la réplica, Jesse primer finalista.

Del otro lado, la preferencia del público en sus reacciones y la puesta en escena de Larrix pasaron como una topadora por encima de Alkoy. El salteño tuvo su peor batalla, que aún así fue mejor de lo que pareció en directo, pero el momentum que generó el cordobés fue más intenso, tal vez el mayor de toda la jornada. Se paseó por toda la escena, hablándole a la gente, tirando pasos en el centro, charlándole a los jueces, bailando cuarteto con los eliminados. Luego de revolcarse en la cultura popular cordobesa, Lucas Larrazábal perfilaba como el gran favorito de la gente para la gran final, pero Jesse tampoco corría de atrás. La venía rompiendo.

Y si el resultado de esta Final Red Bull Batalla pujaba por ser federal por el marco, lo terminó siendo: Jesse Pungaz le ganó en octavos a la gran leyenda del AMBA en actividad (Klan), le ganó en cuartos al mejor cordobés de la regional (Barto), le ganó en semis al bólido rosarino (Nasir Catriel) y finalmente le ganó en la final al favorito de los locales, al 3º de 2022 (Larrix).

Lo más lindo de las finales, de lo que sea, es verlas por primera vez. La de estos dos titanes está en YouTube, dura algunos minutos nada más. Decir cualquier cosa más es sacarle magia al show de improvisación de dos bestias, y sacarle emotividad a un festejo conmovedor.

Solo para dimensionar: el desempeño de Jesse en esta RBB fue tan bueno que le podría permitir estar tres años sin jugar regionales, casi un mandato presidencial. Pudo saltear la Regional 2023 por haber sido cuarto en la Nacional 2022. Con su campeonato 2023 (que lo equipara con Frescolate, Tata, Sony, Papo o Mecha) clasificó directo a la Nacional 2024. Y por eso, a la fecha, no estaría obligado a jugar otra Regional al menos hasta 2025. Es evidente que tiene el nivel, la experiencia y el tiempo por delante como para no tener que jugar tampoco ésa.

► El Aparato y el Movimiento

"El underground siempre estuvo en las Batallas. Este año, de los 16 fuimos 10 que la mayoría no sabía quiénes éramos. Vinimos a empezar a dejar un sello. Somos el underground, los que la venimos remando, algunos más años, otros menos. Sin discriminación de línea de tiempos: se trata del esfuerzo que conlleva", cerró G5, que nació para ver a Frescolate traer la copa a casa.

"Estas experiencias tan mainstream no las vemos mucho. Lo común es ir a una plaza, pagar la inscripción, competir por lo que se junta y punto. Recién cuando entrás a una regional de Red Bull te volvés consciente de que aparece la posibilidad de entrar a un círculo profesional, y en una Nacional ves un círculo todavía más profesional", redondeó G5. Esa idea es transversal a casi todos los involucrados en esta Final Nacional RBB, incluyendo a los hosts (Taty del main event y Shulio en los intervalos) y a los djs (Alcazone aka DJ Zone, y de a ratitos Pacha).

Para los mejores y los más visibles, el freestyle es un laburo. Para quienes son medianamente buenos, se vuelve autosustentable. Y para un montón de gente de la industria, es empleo en áreas de producción, management, hosts, djs, periodismo especializado, comunicación, crew, técnica, operadores, seguridad, logística, choferes, empresas de cátering. Pero aún así, lo que se siente en el aire de una Red Bull es lo que los jugadores ponen. Es la cultura, la destreza y la preparación; el hambre, el ingenio y el repentismo; la percha, la flecha y la mecha. Son las ganas.

Jesse Pungaz, campeón nacional de Red Bull Batalla | Gentileza de prensa

Estamos a 18 años de la primera estrella en el pecho del freestyle argentino: aquella debutante Red Bull Batalla de los Gallos Internacional que ganó Frescolate en 2005. Estamos a 10 años de la Internacional que ganó Dtoke en el Malvinas Argentinas, la segunda "Copa del Mundo" para Argentina en la disciplina. Estamos a 5 años de la tercera, con Wos en 2018, que redondeó el estallido ulterior del free. Y estamos, ahora, siendo ya representados por el cordobés Mecha (tercero en la Inter 2022) y el playero Jesse Pungaz (campeón de esta Nacional 2023), que el 2 de diciembre buscarán en Bogotá consagrarse en la Red Bull Batalla Final Internacional 2023.

Todo ese tiempo pasó, y sigue sin existir otro evento tan mainstream, tan espectacularizado, tan brandeado y tan soñado por la pibada como la Red Bull Batalla, que pasó por otros nombres y tipografías pero, acorde a la jerga de los últimos años, siempre estuvo bullish. Aunque, ahora en términos políticos, es verdad que el aparato no es el movimiento. La Batalla (aka El Aparato) es una estructura dantesca, pero sin referentes y sin militantes, sería una estructura vacía, un elefante blanco; o en este caso un par de toros rojos. Los que batallan (aka El Movimiento) son el combustible, los terpenos, la salvia y la saliva; son la verdadera taurina de esta disciplina.

Que cierre Alkoy: "Habrá quien usa recursos más bajos y quien es más fair play, pero al batallar el contacto es real. Los cuatro minutos que dura son reales, los cuatro minutos se sangra y se pega de verdad. Y después cicatriza cada uno en su esquina, va y hace lo que tiene que hacer."


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