Victoria Villarruel ya no esconde sus ansias por no dejar en pie ningún emblema de las peleas por la memoria, la verdad y la justicia en el país. En esta oportunidad, apuntó sus cañones hacia el espacio de memoria que funciona en lo que fuera la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), un campo de concentración por el que se estima que pasaron 5000 hombres y mujeres durante los años del terrorismo de Estado. La candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza (LLA) expresó su intención de que las 17 hectáreas del predio puedan ser “disfrutadas por todo el pueblo argentino”. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, denunció que Villarruel busca no dejar rastros de lo sucedido –de los crímenes perpetrados y de las resistencias.“La historia no se va a borrar porque para eso estamos los organismos y el pueblo argentino”, contestó la referente del movimiento de derechos humanos.

Villarruel volvió a tener protagonismo después del debate de la semana pasada con Agustín Rossi –y especialmente después de la mala performance de su compañero de fórmula, Javier Milei, en el cara a cara con Sergio Massa. En su raid mediático, la abogada reincidió en algunas de sus letanías contra el movimiento de derechos humanos y la ESMA, en particular. “Un predio como el de la ESMA, que son 17 hectáreas que podrían ser disfrutadas por todo el pueblo argentino. En su momento estaban destinadas a ser escuelas, y lo que más necesitamos son escuelas”, provocó la diputada de LLA en una entrevista en TN. “Creo que hay que pensar en tener una visión amplia de los derechos humanos que nos incluya a todos y que nos permita –con el paso del tiempo y con mucho respeto– cerrar las situaciones que nos duelen como sociedad”, añadió.

Villarruel tiene una vieja obsesión con la ESMA. Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en su afán provocador, pidió que el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv) que ella preside tenga una oficina en el predio de la Avenida del Libertador. En enero de 2016, con Mauricio Macri en el poder, logró poner un pie en el espacio: fue recibida por el entonces secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, en lo que la misma Villarruel promocionó como un “cambio de paradigma” en materia de derechos humanos.

La número dos de Milei proviene de la familia militar y tiene una larga trayectoria en organizaciones que ven con buenos ojos lo hecho por la dictadura. Según publicó Pedro Mercado –marido de Cecilia Pando–, Villarruel integró a principios de este siglo la Asociación Memoria Completa. Este grupo fue uno de los más férreos opositores a la decisión de Néstor Kirchner de sacar a la Armada del predio de Libertador al 8151. En un comunicado difundido en 2004, Memoria Completa se preguntaba “cuántos museos de la memoria habrá para homenajear a los subversivos” y renegaba por la cesión del predio para el desarrollo de actividades que “mancillarán el honor de los hombres y mujeres que fueron formados en estas escuelas y que ofrecieron su vida defendiendo la soberanía de nuestra Patria y combatiendo en la guerra antisubversiva”.

A lo largo de las últimas décadas, la ESMA funcionó como un emblema de los crímenes de la dictadura y también como un terreno fértil para las disputas políticas por el sentido de lo sucedido. En 1998, Carlos Menem pretendió demolerla para construir allí un “parque para la reconciliación”. Lo impidieron Laura Bonaparte –Madre de Plaza de Mayo– y Graciela Lois –esposa de un desaparecido.

“Esta señora no sabe de lo que está hablando. La exESMA está abierta a todo el mundo. Alguien a quien ellos admiran quiso demolerla y no pudo. Que no crea Villarruel que le va a ser fácil. Nosotros nos plantaremos ahí para defenderla”, le dijo a Página/12 Lois, referente de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.

“Villarruel está proponiendo lo mismo que Menem en 1998”, suma Valeria Barbuto, representante del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en el directorio del Espacio Memoria y Derechos Humanos –exESMA. “Es una política que atrasa 30 años y que fue resistida desde los organismos de derechos humanos, la justicia, la sociedad y las políticas públicas. Esta propuesta viene de la mano con el intento de desmontar el proceso de justicia por crímenes de lesa humanidad. No es honesta. No se preocupa por la sociedad y esconde el único objetivo, que es la impunidad”.

La banalización de los crímenes

No fueron pocos quienes se sintieron interpelados por el uso del verbo “disfrutar” para referirse a la ESMA. “No está para el disfrute sino para mantener la memoria de los crímenes que cometieron los marinos en el lugar”, contesta Osvaldo Barros, sobreviviente de ese campo de concentración e integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD).

“Fueron los genocidas que ella visitó y visita quienes disfrutaron de cometer los delitos de lesa humanidad que se perpetraron ahí”, afirma Guillermo Pérez Roisinblit, que nació en ese centro clandestino y después fue apropiado. “El pueblo argentino va a la exESMA a aprender y ejercitar la memoria para que el Nunca Más sea efectivo después de tantos años”, añade.

Patrimonio de la humanidad

Todo el predio de la Avenida del Libertador está alcanzado por una medida de no innovar dictada por la justicia federal, que impide que sea alterado sin la autorización de un juez. Hay una protección especial para el que fuera el casino de oficiales –donde estuvieron miles de personas secuestradas y que, desde 2015, funciona como un museo de la memoria. La protección especial vino de la mano de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que en septiembre pasado declaró al lugar como patrimonio mundial.

“La ESMA ya no es de los argentinos, sino de la humanidad”, sostiene Horacio Pietragalla Corti, secretario de Derechos Humanos de la Nación. “A diferencia de lo que plantea Villarruel, acá se puede conocer la historia reciente y cómo fue la resistencia a la dictadura así como disfrutar lo que pudo conquistar la sociedad argentina en materia de derechos humanos”.

Para la sobreviviente Miriam Lewin, Villarruel hace una apología de la dictadura. “Hay un sinnúmero de experiencias educativas en la exESMA, lo que pasa es que a Villarruel no le gusta el contenido”, dice.

En lo que va del año, 24105 personas hicieron las visitas guiadas por todo el predio. Más de 460 estudiantes participaron del programa Jóvenes y Memoria. Solo en la última Noche de los Museos, 7400 personas visitaron el Museo de Malvinas –que también está emplazado en la exESMA–. El Museo de la Memoria recibe, en promedio, 10000 visitantes por mes. Desde que se inauguró en 2015, son más de 400000 las personas que lo recorrieron.

Además, funcionan allí el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, el Espacio Cultural Nuestros Hijos (Ecunhi), la Casa por la Identidad, el Espacio Deportes y Derechos Humanos, la Casa de la Militancia de H.I.J.O.S, entre otros, y entidades estatales como la Secretaría de Derechos Humanos o el Archivo Nacional de la Memoria.

“La ESMA es un sitio emblemático y que sintetiza la lucha de las Madres, las Abuelas y de todo el pueblo argentino por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, afirma Mabel Careaga, referente de Familiares y Compañeros de los 12 de la Santa Cruz. Su mamá, Esther Careaga, estuvo cautiva en la ESMA y fue víctima de un vuelo de la muerte junto con otras dos Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas. “Villarruel sigue negando la historia. El negacionismo es la última etapa del genocidio y tiene como base la repetición. Ella niega el terrorismo de Estado para reivindicarlo. El pueblo argentino no cambia de idea y mantiene la bandera de la Memoria, la Verdad y la Justicia. El domingo, el pueblo argentino le va a dar una lección tanto a Milei como a esta señora, que está llena de odio”, se esperanza.