“Sabemos que hay gente que se va resistir, que quiere mantener privilegios. A ellos les digo: dentro de la ley todo; fuera de la ley, nada” fue una de las frases del discurso de Javier Milei una vez confirmada su inapelable elección a presidente. Ocho años atrás, ese mismo lugar era ocupado por Mauricio Macri. En vez de motosierra había globos amarillos celebrando la revolución de una alegría que nunca fue. Lo que sí se festejó fue el fin de doce años de kirchnerismo, un fin que hoy vuelve a revitalizarse y a tener un lugar protagónico en el escenario político.

El 22 de noviembre de 2015 Macri decía: "Ustedes hicieron posible lo imposible. Pido a Dios que me ilumine para ayudar a cada argentino a encontrar su forma de progresar. Les pido por favor que no me abandonen. ¡Vamos Argentina!". Le había ganado en balotaje a Daniel Scioli por tan solo 700 mil votos.

El puente entre 2015 y 2023 produce resonancias y encuentra en el nuevo escenario político al ex presidente Macri -a quien el nuevo presidente electo llama presidente- disputando cargos en el gobierno de quien estará al mando del ejecutivo por los próximos años. MM disfruta de esta versión neoliberal recargada aunque no consigue, todavía, todo lo que quiere en el gabinete. ¿Cuáles son los ecos que aparecen de 2015 y por qué habría que prestarles especial atención? ¿Cuáles son los sentidos de la palabra resistencia encarnada casi como un acto reflejo y de defensa por parte del sector minoritario que no eligió a Milei como presidente?

Los ecos del 2015

La derrota de lo común, el anhelo de un capitalismo salvaje, la crispación generalizada, la necesidad de un cambio, el deseo de terminar con el kirchnerismo y la resistencia enlazan estos dos momentos históricos y permiten empezar a ensayar diferencias, similitudes y estrategias frente a un futuro por demás incierto.

La médula espinal del voto atraviesa de punta a punta un rechazo rotundo al kirchnerismo. Maria Luisa Peralta, activista lesbiana, lo percibe como un “ánimo de revancha” que aparece en mucha gente -no toda- que votó a Milei: “Hay algo de aleccionador en relación a todo un conjunto de personas que se identifican con el kirchnerismo, independientemente de que lo sean o no. Hay una situación furibunda con las personas que reciben algún tipo de prestación social, un plan, un Potenciar Trabajo, una beca o un subsidio. En 2015 cuando ganó Macri, estaba la idea de que el kirchnerismo había creado grupos privilegiados, en cosas que eran básicamente reconocimiento de derechos, incluso paliativos de una situación dramática, no más que eso. Eso sí me aparece como un eco de ahora.” explica.

Según la antropóloga Catalina Trebisacce este es un escenario más complejo que el de 2015: “El voto a Milei es complejo por su composición y por las racionalidades que lo acompañan. A los sectores de votantes tradicionales de los gobiernos de derecha, representados burdamente por las clases acomodadas y los/as antiperonistas, se suman lxs jóvenes -que son el núcleo más puramente mileista- pero que no tienen ni la conveniencia económica de los primeros ni se podrían calificar correctamente de “gorilas” porque no participan de las coordenadas de aquella discusión política. Pero sí conservan un condimento revanchista respecto del actual gobierno al que denominan kirchnerista. Y se destacan por una inocencia peligrosa, que se debe a la precaria comprensión de los procesos sociales y el inmediatismo ciego para la resolución de sus malestares para los que fantasean soluciones instantáneas, radicales y violentas", explica. 

En ese rango de juventudes aparece un alto grado de desinformadxs que no terminan de entender qué es exactamente lo que votaron en términos de materia económica. Fue el sector al que hizo referencia Mauricio Macri en una de sus primeras intervenciones post elección: "Los jóvenes no se van a quedar en casa, van a ir a defender su oportunidad. Entonces ellos, los orcos, como los llamo, van a tener que medir muy bien cuando quieran salir a la calle a hacer desmanes".

Otro de los componentes del voto al partido libertario estuvo basado en el desprecio a lo público, según María Luisa Peralta “la diatriba contra la cosa pública que aparece encarnada en el Estado va más allá del Estado. Es realmente lo público lo que se ataca, y la idea de la solidaridad social, en el sentido de que todo el mundo en algún momento va a necesitar algo, desde un plan social hasta un trasplante”.

En 2015, las ganas de que MauricioMacri no llegara al poder se materializó en acciones concretas: miles de personas fueron al Parque Centenario bajo la consigna Amor Sí Macri no. 


Con la mente y el corazón

La palabra “resistencia” exige más sentidos y una mayor robustez en un contexto en donde quienes resisten ya lo han hecho o lo vienen haciendo. En este sentido es crucial poder esbozar los escenarios que urge defender, las luchas que hay que dar, las estrategias que hay y las que deben ser imaginadas. Neka Jara, de la Red de Salud Comunitaria, lo pone en términos de “re pensar, actualizar y replegar” y dice: “Son momentos de luchas colectivas, en las calles, en los barrios, en los piquetes, en las rondas y en las charlas. Tenemos esta sabiduría en el cuerpo de gustar del codo a codo y de lo colectivo, de mirarnos en la calle y sentirnos cómplices, eso se va a activar en un tiempo de arrasamiento. Se ve muy claramente la alegría que tiene Macri con el triunfo de Milei y se ve también que le quedaron pendientes cosas para terminar de saquear”.

La resistencia está vinculada a la vitalidad como contraseña de lucha, según Neka “se dice que Milei ganó porque los jóvenes están en búsqueda de algo vital y que le dé sentido a la existencia. Yo más que vital, diría que hay una búsqueda de consumo exacerbado, de querer más y más. Para mi la vitalidad es que somos muchos y que estamos en comunidad. La resistencia se va a ir armando por ese lado”

Violeta Alegre es artista travesti y pone sobre la mesa una pregunta que sirve para identificar frente a qué se deberían plantear estrategias de resistencia. Son los derechos adquiridos pero también es un paradigma que está en proceso de instalarse. La pregunta es: “¿Para qué quiero un DNI que manifieste mi identidad de género si paralelamente quienes nos gobiernan habilitan a través de discursos de odio, con todo un aparato mediático, las redes sociales, que si no respetás la autopercepción de una persona no pasa nada? Quienes nos van a gobernar piensan que eso está habilitado, y de esas miradas vienen otras violencias y hasta agresiones físicas”, dice y agrega “las estrategias que necesitamos en este momento es estar cautelosxs, atentxs, cuidadosxs, dejando de lado toda diferencia para comenzar de manera acelerada a reconstruir nuestro tejido comunitario, que no quedó exento en la rotura, para que ante cualquier adversidad colectiva no nos encuentre solxs, deprimidxs, en consumos problemáticos, que es como nos quieren ver los fascistas” concluye.

“Hay una memoria de lucha y una experiencia de organización, hay un bagaje del campo popular del 2001, del gobierno macrista y la dictadura, que van a necesitar actualizaciones y ser repensados. Volver a pensar es muy necesario, creo que en estos años en el campo popular hubo un cierto rechazo al pensamiento, si bien se siguió produciendo pensamiento en algunos ámbitos creo hubo un poco de desprecio hacia lo analítico” dice Maria Luisa Peralta.

Pensar en el acopio de memoria, experiencias de resistencia y comunidad es uno de los puntos de partida frente al nuevo paradigma que se instala. Es uno porque también urge multiplicar posibilidades e imaginación, inventar senderos, reagrupar y replegar si es necesario. Los transfeminismos y los colectivos LGTBIQ* no tienen la calle como única respuesta ni la resistencia cerrada a un único significado. Eso es un triunfo de una lucha histórica.