Desde una de las ventanas del tercer piso del Palacio Legislativo se ve el anexo en donde se inaugura el debate en Comisiones de la Ley Ómnibus. Los y las legisladoras vienen y van, en pleno enero deben discutir una ley que con 644 artículos le solicita al Congreso “delegaciones legislativas al Poder Ejecutivo nacional de emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, social, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria y social”. 

La discusión se da en un escenario de tres tercios volátil pero coloca al Congreso Nacional en el epicentro de la política a un mes de la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada: “Abrir el Congreso que es la clave para cualquier discusión en este momento” dice Paula Penacca, diputada nacional de Unión por la Patria. Desde su despacho, la referente de La Cámpora, recibe a Las12 en el primer día del debate en comisiones. 

Está convencida de que hay que amigar a la sociedad con la representación política y el canal es la participación en lo que suceda en el Congreso: “Ese canal se construye en función de pensar cuáles fueron los déficit de representación de los sectores que habitualmente eligen gobiernos nacionales y populares porque entienden que ahí están más representados y más custodiados sus derechos. Y que esta vez no lo hicieron. Tenemos que tener real dimensión de que perdimos la elección porque tuvimos un gobierno que no fue lo suficientemente bueno y que no estuvo a la altura de las expectativas de la sociedad. Escuchar mucho, estar muy cerca y saber cuales son las demandas”, dice.

Dentro y fuera del kirchnerismo se habla de revisar los procesos del gobierno que encabezaron ¿Crees que son procesos para revisar y debatir de manera pública o puertas adentro?

--Para mí no hay debate interno que no sea en intercambio con la sociedad, encerrarse a discutir no. Una cosa es mirar hacia adentro, tener un mirada interna de la fuerza política y otra cosa es hacer internismo. Yo creo que por hacer internismo también llegamos hasta acá. Es un momento para estar en contacto y en un ida y vuelta con lo que propone la sociedad. Hay dos perspectivas, una que es la de construir legitimidad en nuestro propio electorado y eso está expresando acá en el Congreso con todo el programa de gobierno con el que juntamos los votos que juntamos y ganamos la elección en octubre, de hecho por eso tenemos una representación en las dos cámaras. Y la otra es poder volver a tener interlocución con los sectores que están con la frustración que les generamos por no tener el gobierno que esperaban. Son quienes dejaron de elegirnos y votaron una opción como la de Milei.

La escucha también es algo que experimentaron muchas de las personas que votaron al actual gobierno: ¿sintieron una escucha atenta por parte de la propuesta libertaria?

--Sin duda, Milei expresa la voluntad de participar y de querer ser escuchados de un montón de sectores de la sociedad que dejaron de sentir que desde nuestro proyecto político somos el canal. Yo no creo en la teoría de la apatía absoluta, ni de la juventud ni de ningún sector social. Yo creo lo contrario, creo que la gente votó a Milei esperanzada.

Entonces el resultado de que la mayoría haya elegido a este gobierno no tiene que ver con un descreimiento en la política o con posturas apolíticas, sino todo lo contrario, ¿es así?

--Es que si nosotros planteamos que hay una disociación de la sociedad y de la política y no entendemos que lo que hay es una marcada de cancha de la sociedad, que nos dijo que determinadas herramientas de la construcción de la política no le están resolviendo su vida concreta y cotidiana, vamos a estar teniendo un diagnóstico equivocado.

¿Cuál es la estrategia entonces desde el oficialismo?

--Es una construcción con mucha intencionalidad, muy constante que le dice a la sociedad que todo lo que quiere transformar es imposible de transformar a través de la organización popular y de la organización política.

Y la alternativa es el sacrificio para después estar mejor...

--Eso es más viejo que la humedad. La base de las religiones y de la religión católica está construida en base a ese planteo de sufrimiento ahora para después lograr el paraíso. Lo que nos tenemos que preguntar ahí es ¿quiénes son los que nunca sufren? ¿Quiénes son los que nunca están convidados a hacer el esfuerzo? ¿Quiénes son los que en función del poder económico que concentran siempre hay algún sector de la política que está dispuesto a hacerle el favor de ahorrarle el trago amargo? Y en el gobierno de Milei eso está claro. Es el mismo modelo económico, político y social del macrismo pero hoy con la legitimidad de haber conseguido los votos del conjunto de la sociedad, a quien se le va a pedir ese esfuerzo para que en definitiva los mismos sectores de siempre sigan ganando sin siquiera preocuparse por la situación general del país.


La mirada puesta en el Congreso

Desde el anuncio del Decreto de Necesidad y Urgencia y la presentación de la Ley Ómnibus la atención está puesta en el Congreso Nacional, es desde ahí en donde parece que van a salir las primeras definiciones y un termómetro bastante certero de los primeros meses de la gestión de Javier Milei. ¿Dónde crees que está la clave del tratamiento de la Ley?

--Me parece que está en la defensa de la Constitución, ahí hablamos de la defensa de la división de poderes, hablamos de la defensa de la república pero en definitiva estamos hablando de defender nuestro sistema democrático.

Pero ahí te podría decir que es una cuestión de forma y no de contenido...

--Algunos sectores de la oposición se quedan en ese planteo. Yo creo que es central porque tenemos enfrente a un Poder Ejecutivo y a un presidente que definitivamente entiende que no tiene que respetar ninguna de esas normas y que quiere hacerse con la suma del poder público. Vos tuviste dos medidas centrales, dos herramientas centrales que lleva adelante el Poder Ejecutivo en estos poquísimos días de gestión: entre las dos tenemos anular el poder legislativo y avanzar sobre el Poder Judicial.

Si la Ley Ómnibus no se aprueba va a haber una respuesta inmediata en términos de señalar al Congreso como quienes impiden que el nuevo gobierno pueda gestionar. ¿Qué respuesta hay frente a eso?

--Esa respuesta la empieza a encontrar cada uno de los sectores que ve que las cosas no las quieren discutir acá, o peor aún quieren que el Congreso funcione como una escribanía para aprobar leyes sin debate. Esto ya empezó a pasar, es tan brutal el avance que no es que solamente están regulando las cosas que se plantearon en la campaña, están regulando cosas que van en contra de lo que le propusieron a la ciudadanía.

¿Ves algo nuevo en lo que plantean?

--Vos mirás lo que están proponiendo y es una vuelta clara a las 90`, lo novedoso puede ser el discurso de la libertad, pero en definitiva lo estructural, las medidas económicas, el llevar al Estado a su mínima expresión es el mismo proyecto neoliberal de los 90, y si mirás un poco, son los mismos.

¿Y las marcas de autoritarismo?

--Yo creo que eso se ve mucho en las reformas al código penal, es el intento de instalar un Estado policial para que haya posibilidad de instalar el modelo económico. Pero eso también pasó en los 90 pero fue en la práctica, no tanto en la modificación de la estructura legislativa.

¿Cuál es el punto de confluencia entre los sectores que se ven afectados por las reformas que propone la Ley?

--Yo creo que no hay duda de que los únicos que no necesitan el Estado para poder desarrollar su vida son los grandes poderes económicos concentrados, el resto de la humanidad necesita que haya un Estado que regule, que ponga reglas, que controle y que genere una mediación frente al deseo de lucro desmedido y la necesidades de las personas para poder desarrollar su vida. Y te digo, yo creo que vamos a terminar discutiendo la libertad.

La libertad de quienes...

--Y sí porque en ese discurso de habilitar que las personas sean más libres, necesitás a alguien que le ponga un freno al poder desmedido que ejercen hoy los grandes monopolios económicos.

Y hoy la sociedad también tiene un rol fundamental en ese sentido.

--Sí, sin eso no hay nada. Por más de que seamos la primera minoría, por más que seamos un bloque, que conservemos la unidad, que nos mantengamos firmes en la representación de nuestro electorado, que podamos representar a sectores nuevos que se sientan defraudados por Milei. Todo eso está muy bien, es el plan de acción. Pero no alcanza solamente con lo que se haga dentro del Congreso.

Javier Milei habla de un 15.000 por ciento de inflación o de los 45 años para ser Irlanda, son relatos que se vuelven memes pero que también calan en la sociedad. ¿Por qué crees que utiliza estos relatos extremos?

--Hablar de un 15,000 por ciento de inflación anual no tiene goyete pero cobra sentido que lo diga el presidente cuando en lo poco que va de gobierno tiene que construir el relato de la crisis más absoluta y más profunda. Esto es sencillamente para después imponer el modelo económico que viene a imponer.

Es muy posible que haya una construcción en términos de relato pero también hay una realidad de crisis que es casi un consenso.

--Sí, pero es la exageración de esa crisis en la que estamos, para después poder profundizar todavía más la crisis. Es la construcción de un relato terrorífico para que después sea aceptado, es la misma lógica del sufrimiento para después llegar al final del túnel de la que habla Milei.

Ustedes como fuerza política tienen responsabilidad en eso. ¿Sentís eso?

--Sí, sin duda. En este Congreso tuvimos una discusión muy importante que fue la discusión por la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Tuvo diferentes posiciones, algunos votamos en contra y otros a favor. ¿Qué decíamos los que votamos en contra? No le mintamos a la sociedad, no le digamos que el acuerdo con el Fondo va a ser positivo para sus vidas, no le digamos que este es el mejor acuerdo al que se podía llegar como país. No le digamos cosas que no son. Definitivamente no era lo mejor que se podía hacer y tuvo un impacto negativo en la vida de la gente. Yo creo que ahí nosotros fallamos. Tenemos algo que ver en la construcción de este estado de crisis, que ya está instalado porque es real, porque gobernamos y porque además no pudimos dar esa discusión de cara a la sociedad.

Como pasó en la discusión para la aprobación o rechazo de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, lo que emerge es una mirada atenta hacia el Poder Legislativo. En el 2020, cuando fue aprobada, los feminismos venían de poderosos procesos de organización y lucha en las calles y eso se vio plasmado en la presión hacia legisladores y legisladoras. Esta vez, el Congreso vuelve a ser el centro de atención. Los feminismos están en el centro de la llamada batalla cultural ¿Qué lectura tenés en relación a los feminismos en este contexto en el que como el kirchnerismo, el feminismos repele tanto?

--Mirar la realidad, entender cuáles son las demandas que existen y abrazarlas es algo en lo que el feminismo siempre ha tenido práctica y gimnasia. Sí creo que hay que pensar cómo se interpela a los sectores de la sociedad que no se sienten parte de ese proceso de organización. Quizás hoy se necesita hablar de otra manera y en otros términos para interpelar a los mismos y a las mismas que antes eran interpeladas con otros formatos.

Ese modo de interpelar fue tal vez algo que se aprovechó y que tiene que ver con el ascenso al poder de este gobierno...

--Por un lado sí, y por el otro creo que hay que tratar de no quedarse rezagado en algo que te contiene, que te representa y estar pensando en nuevas formas que podrían expresar esa interpelación. Extender esas demandas y esas reivindicaciones y que puedan ser tomadas por la sociedad y no solo por el feminismo. De todas maneras, me parece que no es el único frente por el que se atacó sobre la base de un gobierno que no terminaba de funcionar y de una situación económica que empeoraba cada vez, sobre ese hartazgo también se apuntó contra el feminismo.

¿Fue un terreno fértil para desplegar las ideas libertarias?

--Los libertarios se pararon en la tensión entre el avance de derechos sectoriales y que la gente no tenga para morfar. Entonces si vos laburás todos los días 12 horas y no te alcanza para llegar a fin de mes y la política te habla de los derechos y no te resuelve la vida diaria, probablemente estés más abierto a que venga alguien a decirte que el problemas son los derechos de las mujeres.

En el debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la sociedad y los medios, también por empuje de los feminismos, conocían a los y las legisladoras que votaban a favor y en contra. Había una presión concreta. ¿Se puede generar algo similar en el debate de la Ley Ómnibus?

--Por lo que yo veo, sí. Cuando logramos sancionar la moratoria previsional, donde un sector acotado de jubilados hicieron un trabajo interesante de identificar quiénes eran los diputados y diputadas que tenían su voto en contra, se generó un revuelo enorme acá adentro. Los legisladores que habían sido señalados más o menos nos acusaban a nosotros de estar llevando adelante una persecución al estilo de la gestapo. Y la verdad es que hay que bancársela, porque si estamos acá es por el voto de la gente y si la gente exige una cosa hay que bancarse esa exigencia.

¿Cómo ves el paro y la movilización del 24 de enero?

--Va a ser central la convocatoria del 24 de enero y del 24 de marzo, yo veo ahí dos mojones muy importantes. La del 24 de enero tiene la importancia de focalizarse en el Congreso y eso tiene que ser la defensa de las instituciones de la democracia, además va a tener una contundencia en cómo terminen siendo votadas las leyes. Yo confío plenamente en que los diferentes sectores políticos del Congreso van a estar condicionados por ese tipo de acción.

Que sea multitudinaria como hace mucho que no se ve o como se vio solo con los feminismos en los últimos años...

--Sí y que tenga una capilaridad. Que todas y todos quienes sienten que alguna de las cuestiones que se están discutiendo en el Congreso impactan en su vida cotidiana de forma negativa tienen que sentirse interpelados y venir. Esa va a ser la potencia más trascendental que pueda tener esa movilización.