En el gobierno confían que a partir de abril, con el ingreso de divisas por la cosecha gruesa (exportaciones de maíz y soja), mejorará sustancialmente la posición de reservas en dólares y, con ello, las condiciones para la dolarización en las semanas siguientes. 

Pero no descartan que, previamente, haya presiones de sectores exportadores para arrancarle una nueva devaluación al gobierno antes de hacer las liquidaciones. "El gobierno lo podría resolver con una devaluación no tan grande como la de diciembre. Esta vez puede ser del 20 ó 25 por ciento, y hay que ver cuánto de eso puede pasar a precios", estiman fuentes cercanas a Cristina Kirchner.

Desde la nueva perspectiva que ahora enarbola Javier Milei como mecanismo de dolarización, ya no serían necesarios montos tan signficativos de dólares para reemplazar a los pesos como originalmente se preveía. Ni créditos externos extraordinarios, que La Libertad Avanza aseguraba que tenía pero nunca aparecieron. 

Steve Forbes, el magnate estadounidense que le pidió a Milei que apurara la dolarización para que su plan no fracase, dio una pista, que es la que ahora Milei estaría siguiendo. "Su gobierno ya tiene billetes verdes más que suficientes para comprar cada billete y moneda de peso que hay en circulación y le sobra mucho dinero. Steve Hanke y Francisco Zalles, dos figuras experimentadas en la lucha eficaz contra la inflación, sostienen que los activos y pasivos en pesos que existen son derechos o usos nominales que pueden expresarse o redenominarse en cualquier momento, en cualquier unidad de cuenta, o en cualquier moneda".

Es decir, siguiendo esa teoría, no harían falta dólares billetes sino simplemente cambiar la denominación de cualquier activo o pasivo, de pesos a dólares, y quedaría resuelto el tema. 

Milei mantuvo hace unas semanas una reunión con Steve Hanke para que lo asesore en el asunto, quien le dijo, incluso, que se puede hacer ya mismo. Hanke, experto estadounidense en temas monetarios, fue uno de los artífices técnicos de la dolarización de Ecuador y hombre de consulta de Cavallo durante la implementación de la convertibilidad. 

La convertibilidad y el "uno a uno" permitía que cualquier persona que fuera al banco a depositar diez mil pesos, pudiera pedirle a la entidad que se los convierta en dólares y automáticamente quedaba registrado como un depósito de diez mil dólares. Mientras hubo confianza en el sistema, todo anduvo bien. Cuando estalló la desconfianza en 2001, los bancos dejaron de entregar los dólares. "nominalmente" tenían los dólares, pero no podían acceder a los mismos, ni golpeando las persianas detras de las cuales se encerraban los banqueros. 

Muchos lo recuerdan como "el corralito", una etapa dolorosa en la vida económica de los argentinos.