(Desde Córdoba)

Tras las declaraciones de once testigos entre sobrevivientes y familiares de desaparecidos, el juicio número 14 por delitos de lesa humanidad iniciado en Córdoba el 21 de febrero, comenzó a mostrar varios ejes. Uno es la renovada confirmación de que el robo de bebés, su entrega y desaparición tuvo complicidad de la tríada eclesiástico- cívico-militar con epicentro en la Casa Cuna de la provincia, fundada en 1884 y a cargo directo de la Iglesia Católica a través de la Orden franciscana de las llamadas “monjas Concepcionistas de España”, tal como las nombró una médica y testigo ante el Tribunal Oral Federal 2. La segunda característica es que también parece el juicio de los olvidados. O las olvidadas: un puñado de mujeres en situaciones de extrema pobreza y miseria, que cuando visitaban a sus compañeros presos comunes en la cárcel UP1 --en la que asesinaron a 31 presos políticos en el invierno de 1976-- aceptaron por solidaridad, pero también por necesidad económica “hacer de correo” entre los prisioneros políticos y sus familias.

--Negra, te van a ayudar con fideos, con algo mientras yo esté acá --le dijo su compañero a Marta Nélida Funes, mamá de tres pequeños hijos en septiembre de 1978. Marta declaró en una de las primeras audiencias. Mientras pudo, contó, llevó y entregó cartas “en papel arroz que escribían los familiares y los presos” y que ella escondía bajo los tacos de sus zapatos. Hasta que eso cambió. “Alguien nos delató y me agarraron cuando lo fui a ver a la cárcel", explicó. "Sé que nos delataron porque un día me pasaron a una pieza y la guardia directamente me pidió los zapatos y abrió la tapa con una tenaza. Tenía diez cartas en cada taco. Ahí me detuvieron y me sacaron a mis tres chicos. El menor tenía tres, el del medio siete y la más grande seis. Se los dieron a una vecina y a mí me llevaron al D2".

Ese campo de reclusión, tortura y muerte ya había pasado del Cabildo a lo que luego fue la sede del Comando Radioeléctrico en calle Mariano Moreno. Allí, la mujer que ahora tiene 76 años, se encontró con otras caras conocidas "por la fila de la visita en la puerta de la cárcel”, explicó. Entre ellas, estaban Mercedes Moreno, embarazada y a quien luego “le robaron el bebé en La Casa Cuna”; Lidia Peñaloza, “una mujer mayor” que era su vecina en barrio Alberdi y Teresa Martínez, a quien llamaban “La Garza”. Una vez adentro, también vio que habían secuestrado a María Lidia “Marilí” Piotti, quien había “molestado buscando” a su esposo Cecilio Manuel Salguero “aparecido” en la UP1 tras el secuestro y tortura en La Perla, feudo de tormentos y de muerte del multicondenado Luciano Benjamín Menéndez. En la D2, siguió: “A todas nos golpearon, violaron, y nos amenazaron con matar a nuestros hijos, con colgarlos de la lengua al frente nuestro”. O hasta “hacerlos asado o cocinarlos para comer”, como atormentaron y laceraron a otra de las prisioneras, Marilí Piotti hasta sumirla en la locura, según atestiguó su hijo menor, Emiliano Salguero.

Frente al Tribunal, también contaron sus padecimientos familias de los desaparecidos Juan Carlos Bazán y su primo Elías Humberto Ríos. Su hermana Rosa Zulema Ríos de 85 años relató que el 8 de agosto de 1978 se llevaron a los dos: “Mi mamá fue a la casa de su hermana Mercedes, la madre de Bazán. Allí los militares revisaron toda la casa, las tuvieron toda la noche, las interrogaron, les pegaron, abrieron la cámara séptica… No las dejaron ni ir al baño. Al otro día, volvieron las abuelas. Se habían orinado encima, no las dejaron ir al baño”. Rosa contó que para reclamar fue a los Tribunales Federales y que allí fue atendida por “un secretario Molina (…) que parecía de segundo grado", dijo. "No sabía ni escribir. Después me fui a pedirle al (Cardenal Francisco) Primatesta... No me atendió. Así que con el tiempo, con los años, perdí la esperanza. Me ocupé de mi madre. Tiré todo. Sólo me guardé el documento de mi hermano. Nunca supe más nada de él”.

Sacro robo de bebés

Durante el juicio también avanzó el capítulo de la Casa Cuna. Declaró Norma Elida Altamirano, médica de 77 años y testigo en el caso de la adopción irregular de la nieta 107, hija de Mercedes Moreno, detenida en el D2 y quien no pudo volver a ver a su hija. Abuelas Córdoba la localizó el 9 de octubre de 2012, no tuvo contacto con su madre y el caso es parte de este juicio. Sobre el lugar, Norma Elida señaló: “Yo he visto a la Madre Superiora (Monserrat Tribo) entregar chicos en el patio del hospital", explicó en relación al patio de la Casa Cuna. "Un día entregó un niño a una bioquímica por vías no legales. Se ve que alguien habló, contó y le quitaron al bebé el juez de Menores. Pero al poco tiempo, esa misma monja entregó otro niño a la misma persona que al mes lo devolvió porque era muy negrito. Era muy negrito y ella era muy rubia, ojos celestes. Es la misma bioquímica que hoy vive en España”, declaró.

En el lugar, la médica tenía a cargo la Sala de niños de 0 a 2 años. Ante el TOF, relató su llegada y cómo durante una mañana vio “a una bebé de unos seis u ocho meses sentada sola en su cuna, porque a esa edad se sientan solos” y que la recuerda “porque era muy bella, muy bella”, explicó. Describió cómo una asistente social llamada Laura Caligaris de Agüero Doná pasó directo a la cuna y dijo: “¡Ya está dada en adopción!”. A Norma le extrañó la rapidez porque la niña recién había llegado y a la semana ya no estaba: “Una semana --recalcó--. Nada más”.

-- ¿Y usted por qué cree que ella se la llevó? --quiso saber el juez Julián Falcucci.

-- Porque cuando vino la democracia y llegaba la CIDH ella y su ayudante de la oficina, pidieron ´carpeta psiquiátrica´ y no volvieron más. La fueron renovando hasta el estado jubilatorio.

La médica también mencionó a los directores de la institución: Funes Camping y el doctor Mulqui. Y ante preguntas de Patricia Chalup de la querella de Abuelas y Ramiro Fresneda de la SDH repitió que “las monjas manejaban todo, todo. Ellas entregaban legal o ilegalmente, no sé si con ayuda de los jueces de Menores, pero ellas entregaban los bebés. Eran las que mandaban y hasta tenían una cueva financiera: prestaban plata a los empleados que no llegaban a fin de mes y cobraban con intereses". Y repitió los nombres de Monserrat Tribo y Asunción (Medrano), entre otros.

También narró que “las monjas llevaban embarazadas hasta su Clausura", que era donde ellas vivían en la Casa Cuna para "convencerlas de que dieran a sus hijos en adopción”.

Cada una en su momento, también hablaron las hermanas de Mercedes Moreno. “Las monjas nos sacaron corriendo cuando fuimos a reclamar por la bebé de mi hermana y hasta nos amenazaron con llamar a la policía, nos echaron como perros”, dijeron. Allí habían podido ver a su sobrina y hasta acunarla en sus brazos. Pero a Mercedes nunca la dejaron siquiera verla. La súplica, los intentos para lograrlo y la negativa constante de las monjas recordó otros relatos como el de Sonia Torres y su hija Giselle Parodi, cuando describieron que en junio de 1976 fueron a ese mismo lugar con un moisés listo para llevarse al bebé de Silvina Parodi y Daniel Orozco. Sabían que estaba en una cuna del primer piso. Sonia y Giselle, el mismo recorrido, el mismo ruego, idéntico crimen de lesa humanidad.

A Sonia la búsqueda le llevó toda la vida, desde el 26 de marzo, dos días después del golpe hasta su muerte, el 20 de noviembre de 2023. En 2013 hasta le envió una carta abierta al Papa Francisco que este diario reprodujo a página completa. Hasta el momento, la orden de las Concepcionistas españolas jamás dio explicaciones. Sólo una de ellas, ante la testigo y ex presa política Laura Marrone, se animó a admitir que el nieto de Sonia podría “estudiar medicina en Río Cuarto”. Sólo una de ellas. Monserrat Tribo fue trasladada a España ocho días después de que el fiscal Facundo Trotta pidió su citación para declarar en el Megajuicio La Perla-Campo de La Ribera.

Van 14 juicios en la “Córdoba de las campanas”, y desde el primero en 2008 hasta este último, ni la Iglesia católica de Primatesta, ni parte de la llamada Sagrada Familia Judicial, salieron a dar explicaciones.