Carla Peterson había visto trabajos anteriores del dramaturgo y director Matías Feldman –autor del célebre Proyecto Pruebas donde investiga lenguajes y explora nuevas modalidades de producción y aproximación a los espectadores– así que entendía su forma de escritura pero no sabía de qué manera trabajaba para lograr esos resultados. En diálogo con Página/12 a propósito de Reverso, obra que puede verse de viernes a domingo en el Paseo La Plaza, dice: “No sabía si era un trabajo de él o si había improvisación y luego una transcripción, pero no tenía nada que ver con eso. Todo está en la cabeza de Matías”. Después de un recorrido por diferentes espacios del circuito independiente y teatros oficiales, el universo Feldman arriba al teatro comercial de calle Corrientes con un elenco ecléctico y talentoso conformado por Peterson, Marco Antonio Caponi, Nicolás García Hume, Diego Cremonesi, Juan Isola y Emilia Claudeville.

Cuando Peterson y Feldman se contactaron, él ya estaba escribiendo la obra pero necesitaba tener un elenco en la cabeza para terminar de darle forma a esos personajes. “La leí y me encantó. Hay algo muy familiar para mí que tiene que ver con lo teatral –declara la protagonista–. El productor que nos juntó, además, es alguien en quien confío mucho por su mirada y un pensamiento profundo en torno al teatro: Pierpaolo Olcese, dueño de El Galpón de Guevara, un espacio con una programación distinta a todo lo que se puede ver”. Las referencias eran buenas, pero la incógnita era cómo se llevaría ese texto a escena, cómo se desplegaría la acción y cómo contarían un relato complejo que aborda conceptos como el metaverso o los avatares.

–Para narrar estos mundos virtuales paralelos no utilizan efectos especiales. Son sus cuerpos en escena y la pura teatralidad. ¿Cómo fue el proceso?

 

–Ese límite entre lo que es real y lo que no podría haberse abordado desde el pensamiento, los sueños o cualquier otra cosa. En este caso se eligió la virtualidad y los metaversos así que lo abordé desde el total desconocimiento. Yo le hacía preguntas a mi hijo, que juega todo el tiempo en la virtualidad, e incorporé otros elementos. Un día habíamos inventado esto de poner y sacar personajes con un movimiento de manos y yo me sentía un poco ridícula haciéndolo porque pensaba que no iba a quedar tan teatral, pero a los pocos días salió el anteojo Apple y era exactamente lo que hacíamos nosotros. Mientras jugábamos en escena, eso ocurría en el mundo real.

La actriz habla con curiosidad y asombro sobre ese mundo que le resulta un poco ajeno: “El otro día me contaban que alguien había comprado un terreno en el mundo virtual, al lado de un Starbucks. Esto es un pretexto para contar algo, habilita el juego, es una convención en la que les hacemos creer que la tenemos re clara con lo virtual aunque no sea así. No somos avatares pero podríamos serlo. Yo todavía no logro comprender ciertas cosas aunque me las expliquen, pero en el teatro sí puedo hacer cualquier cosa porque hay un código que todos compartimos”.

En Reverso una mujer y su marido reciben la visita de ex socios con quienes ella trabajaba en una galería de arte. La disposición inicial de los elementos escenográficos, de un blanco impoluto y aséptico, podría hacer creer al público que en los siguientes minutos tendrá lugar allí una típica “comedia de living” alrededor de una familia disfuncional pero en verdad es algo muy distinto. El presente escénico se vuelve ambiguo y los límites entre realidad/virtualidad se tornan cada vez más difusos.

–¿Cómo fuiste construyendo este personaje? Hay varias referencias a la Alicia de Carrol y en ella hay mucha complejidad porque transita un duelo.

 

–Sí, hay cosas que se fueron manifestando. Alicia fue apareciendo porque en este mundo te sentís más grande, más pequeño, aparecen y desaparecen personajes. Lo que sí sabía era que la obra demandaba meterse en un mundo doloroso. Por más que se intente escapar, nadie está exento de una situación traumática como la que vive esta mujer. Si bien el teatro es un gran recorte y uno puede incluso inventar un lenguaje, en algún lugar tenés que experimentar una conexión realmente profunda con ese duelo que transita. Ella está jugando todo el tiempo para evitarlo pero la emoción, la tragedia y el dolor aparecen constantemente.

Ese vaivén entre lo cómico y lo trágico era uno de los mayores desafíos para Peterson porque hasta ahora siempre había interpretado comedias sobre las tablas. “La obra demanda humor, vitalidad y energía, pero también debo atravesar un montón de cosas. Tuve que ir buscando momentos para poder respirar durante la obra y pensar en lo profundo mientras la voy haciendo, para poder repetir y encontrar una emoción genuina. Por momentos parece que el personaje va a darse cuenta de lo que está pasando”, dice la actriz, y describe ese proceso como si se tratara de una partitura con sus notas, sus silencios, sus acordes mayores y menores. “Entiendo perfectamente lo que le pasa a este personaje y siento mucho respeto a la hora de hacerlo porque una no sabe qué es lo que vivieron las personas que están en la sala. Me pasó de charlar con gente que atravesó situaciones parecidas a las del personaje y te dicen que este metaverso es completamente normal en sus vidas”.

La actriz valora el trabajo en equipo y confiesa: “Me gusta mucho lo que recibís de otros colegas porque aprendí a trabajar con los demás. Yo tengo mi manera de resolver, pero aprendí mucho viendo cómo otros actores resuelven situaciones complejas, me contagié de las cosas buenas o las copié”. Por otra parte, Peterson destaca que es muy bueno “sostener algo entre todos a la hora de contar una historia”, y por eso le fascina trabajar con actores que le resultan atractivos o que plantean un trabajo diferente al suyo: “Algunos trabajan más con la voz, otros con el cuerpo y todo eso hace que uno también vaya creciendo”.

Esa mixtura entre diversos estilos de actuación también se refleja en las lógicas de producción que posibilitaron esta obra. Podría decirse que Reverso es fruto de un modelo híbrido que involucra a un creador con extenso recorrido en el circuito independiente, un grupo de actores con deseo de trabajar juntos que estaban dispuestos a poner su tiempo al servicio de un proyecto ambicioso que requería muchas horas de ensayo y un teatro comercial que decidió apostar por esta producción en su temporada. “Nosotros ensayamos un montón, pusimos tiempo, tomamos decisiones entre todos. Es una compañía, una cooperativa, un grupo con quienes armamos, produjimos y gestionamos desde otro lugar adentro del teatro comercial. Creo que esto es posible, es bueno y funciona”.

“Para mí el mejor teatro del mundo es el que hacemos acá y también el mejor público". La actriz lo dice sin muchas vueltas y agrega: "Hay todo tipo de teatro en todos los circuitos, hay grandes obras y grandes actores. Es algo rarísimo, no hay ciudad como Buenos Aires en ese sentido. El teatro independiente genera la posibilidad creativa. No es casual que muchos actores hoy estemos haciendo teatro, parados en el lugar donde creo que tenemos que estar”. Peterson señala que los límites entre circuitos son cada vez más difusos porque hoy muchas obras gestadas en el circuito alternativo o en los teatros públicos pasan luego al comercial por el interés de los productores en los materiales. Por otra parte, celebra la presencia de autores nacionales: “Está bueno comprar derechos de una obra extranjera pero está buenísimo que haya espacio para los autores de acá, tanto los jóvenes como los ya consagrados”.

El rito teatral y los desafíos en la actual coyuntura

Cuando se le consulta sobre su propia concepción en torno al rito teatral, alude a la idea de una experiencia transformadora: “Sos espectador, cómplice y parte de algo que va a suceder ahí. Esta obra te propone, además, entrar en un código y un lenguaje diferentes, te da la posibilidad de dejarte llevar sin tratar de entender todo. El teatro te modifica, hay algo que te pasa físicamente porque se ponen en juego las emociones. Hoy es un gran plan ir al teatro”.

–¿Cuál es tu opinión sobre la estigmatización que sufren los artistas por parte del actual gobierno, además de los recortes y despidos? ¿Cuál es el desafío?

 

El desafío es seguir estando y sosteniendo lo que nos costó tanto. Que Argentina sea reconocida por su cine y su teatro es un orgullo. Yo viví un tiempo afuera y sabían perfectamente lo que hacíamos, además era mi manera de presentarme. Esto es algo muy difícil de conseguir para una sociedad. A mí siempre me dio muchísimo orgullo y sentí que llevaba una bandera muy importante: la de nuestra cultura. A veces lo damos por sentado y no es normal. Yo tengo amigos que actúan en otros países, vienen acá y no pueden creer cómo hacemos las cosas, la creatividad que tenemos, los lugares en los que hacemos teatro. Entiendo que haya mucha gente enojada por un montón de cosas que no tienen nada que ver con los artistas o la cultura, pero ojalá no nos demos cuenta tarde porque estamos a punto de perder una gran oportunidad. En el campo audiovisual está todo frenado y, lo que no suceda ahora, es pérdida para el futuro. Si no se filma, el año que viene no habrá películas.

Para argumentar su punto de vista explica cuestiones que varios de sus colegas señalaron también en los últimos meses: el cine y el teatro motorizan la economía, fomentan la creatividad y brindan posibilidades de empleo para muchas personas. “¿Realmente queremos que nos vaya bien, queremos crecer? ¿Vamos a romper absolutamente todo?”, se pregunta. “A veces trato de armarme mis propios metaversos para no enojarme tanto. Me considero una actriz independiente. Mi maestro Miguel Guerberof nos enseñó con el ejemplo a poder decidir con total libertad lo que queríamos hacer y pretendo sostenerlo toda mi vida. A los argentinos nos reconocen en todo el mundo por nuestra creatividad. ¿Por qué armamos estos relatos sobre enemigos internos? Esos enemigos no somos los artistas”, concluye.

*Reverso puede verse los viernes y sábados a las 21.30 y los domingos a las 21 en la sala Picasso del Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660). Entradas por Plateanet