El fenómeno del "me gusta" se ha popularizado en las redes sociales como una forma de aprobar o mostrar interés en el contenido expuesto. Sin embargo, este acto, tan simple en apariencia, a menudo carece de una reflexión más profunda sobre sus motivaciones subyacentes y sus verdaderos efectos, lo cual va más allá de la simple acción de pulsar un botón. Este tipo de "me gusta" promueve un comportamiento superficial, inmaduro e infantil, volviéndose adictivo. Es importante reconocer que este gesto no es inocente, ya que lleva consigo un trasfondo ideológico diseñado por las empresas tecnológicas líderes en este tipo de formatos masivos.

Quienes emiten estos "me gusta" pueden estar cayendo en una trampa, siendo llevados por las redes sociales hacia un laberinto de frivolidades cautivantes y una senda de pereza mental y adicción poco saludable. ¿Tendrán un “me gusta” para eso? Es fundamental reflexionar sobre ese comportamiento, ya que la excesiva gratificación inmediata rara vez conduce a resultados positivos.

El "me gusta" se ha convertido en un símbolo guía de la era actual, reflejando una dinámica consumista y frívola arraigada en la tecno-cultura globalizada de nuestra época. Desde otra perspectiva, es esencial distinguir entre el placer instantáneo y el valor a largo plazo, pues el exceso de lo primero puede obstaculizar la consecución de lo segundo, sembrando así las semillas del arrepentimiento futuro. Por ejemplo, si nos damos todos los gustos de forma inmediata, podríamos descuidar la capacidad de ahorro, o la administración de otros recursos muy valiosos, como el tiempo y la energía motivacional, necesarios para proyectos significativos.

Como vimos, este enfoque en la gratificación instantánea puede socavar nuestras metas a largo plazo y contribuir a una sensación de vacío e insatisfacción más adelante. Entonces, todos los “me gusta” inmediatos que me otorgue no alcanzarían a suplir lo significativo de mi vida y harían que posteriormente mucho de lo que me ocurra “no me guste”. Para mí esto sería un problema, pero para el mercado omnipresente no, porque solo tiene que adecuar su oferta y brindarme lo que en ese tiempo requeriré, por ejemplo, fármacos antidepresivos o tratamientos para las enfermedades psicosomáticas. También pueden ser viajes o golosinas para que disfrute o calme mí ansiedad y “olvide” mis problemas.

Esta dinámica aquí analizada se refleja no solo a nivel personal, sino también en contextos políticos y de crianza, donde la complacencia inmediata puede limitar el desarrollo de habilidades como la resiliencia y la perseverancia necesarias para afrontar los desafíos.

El impulso predominante del "me gusta" en nuestras decisiones puede alimentar la disolución de la sociedad, generando malestar, frustración y, en casos extremos, convulsiones sociales. Además, esta tendencia podría contribuir a la propagación de postverdad, ya que la gente parece tener menos paciencia para aceptar verdades incómodas. En este sentido, el "me gusta" también se ha convertido en un filtro para la verdad.

*Psicoanalista. Reside en Marcos Juárez.