El misterioso avión Bombardier 5000, cuyo 50 por ciento es propiedad del argentino Leonardo Scatturice, no realizó un viaje sin control a Buenos Aires, sino siete (7) en muy pocos meses. No sólo hubo una orden “de alguien de arriba”, para que no se verifique el equipaje, sino que la única pasajera, Laura Belén Arrieta, y el dueño, Scatturice, firmaron un contrato con la Secretaría de Inteligencia