Martes, 10 de marzo de 2015 | Hoy
EL MUNDO › LA GUERRILLA RENUNCIó A LOS FUSILES Y EL ENTONCES GOBIERNO COLOMBIANO IMPULSó UNA NUEVA CONSTITUCIóN
Ayer se cumplió un nuevo aniversario de la firma del proceso de paz con el grupo insurgente M-19. En medio de los diálogos que actualmente sostienen la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano, el optimismo afloró en el país.
Por Katalina Vásquez Guzmán
En los años sesenta, cuando ardían las luchas rebeldes en América latina, un grupo de colombianos conformó su guerrilla tras el descontento por la elección corrupta del siguiente mandatario. Robar la espada de Simón Bolívar, en la quinta del héroe en Bogotá, fue el símbolo de una lucha armada que duró 15 años. “Con el pueblo, con las armas, al poder”, fue la consigna combativa del nuevo M-19 tras anunciar en los periódicos: “Bolívar, tu espada vuelve a la lucha”. Tras décadas de conquistas militares, tomas armadas a embajadas y la desafortunada toma al Palacio de Justicia, en exigencia de cambios al régimen político del momento, el M-19 (o EME19) depuso las armas. Ayer se cumplieron 25 años de la firma del proceso de paz con ese grupo insurgente. Y, en medio de los diálogos que actualmente sostienen la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano, el optimismo afloró en el país.
El 9 de marzo de 1990 los guerrilleros del EME entregaron y fundieron las armas. Los fusiles que empuñaron, dispararon, asesinaron y aterrorizaron en eventos históricos como el secuestro de la familia de un reconocido narcotraficante, se convirtieron entonces en lingotes de hierro. Empuñando uno de ellos, el ahora líder político Antonio Navarro Wolf recordó lo que para muchos de los ex rebeldes fue su mayor acto revolucionario: dejar las armas. “Miren el ejemplo del M-19, miren lo que lograron hoy 25 años después: un miembro del M-19, alcalde de Bogotá –Gustavo Petro–; otro, senador estrella del Congreso de la República –Antonio Navarro–, y todos sus miembros haciendo patria”, dijo el presidente Juan Manuel Santos durante el acto conmemorativo en la Plaza de Bolívar, recibiendo el lingote de hierro de manos de Navarro.
Desde que comenzó su lucha armada, en varias oportunidades el M-19 intentó negociar para volver a la vida civil, pero recién en 1990, bajo la comandancia de Carlos Pizarro, fue que se logró un acuerdo. Ellos renunciaban a los fusiles y el gobierno impulsaba una nueva Constitución política nacional y un nuevo país. Profundas transformaciones sociales y políticas también son la demanda de FARC - Ejército del Pueblo, que hoy negocia su paso a la vida civil en La Habana, Cuba, en un diálogo que lleva más de dos años. En especial las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) exigen cambios en el tema agrario, la presencia y explotación de multinacionales y el intervencionismo de Estados Unidos que, en general, suma una contravía en contra del neoliberalismo. Su preocupación es, como la de las diversas guerrillas que se han desmovilizado en Colombia, que al regresar a la vida civil sean, sencillamente, borrados del mapa por aquellos que sí permanecen en armas. Fue el caso del líder Carlos Pizarro, quien, apenas un mes después de deponer su fusil, recibió un tiro de revólver en un avión que lo sacaba de la capital hacia una ciudad intermedia. Su crimen sigue hoy en la impunidad. Por eso su hija, María José Pizarro, les pide a Colombia y el mundo que no se olvide de su padre. “No olvidemos a Carlos Pizarro, ni a ninguna víctima del conflicto. Por favor, intenten conocer cuál fue el pensamiento que llevó a mi padre y los demás a alzarse en armas; y también qué fue lo que los llevó a acuerdos de desmovilización.” En diálogo con Página/12 la mujer enfatizó en que “la principal garantía de no repetición para la gente que se desmovilice es poder avanzar en el caso de Pizarro y los demás víctimas, que haya verdad y justicia”.
Sin referirse a los miles de casos de homicidio de ex integrantes del M-19 y la Unión Patriótica (UP) que siguen en la impunidad, el mandatario recalcó ayer la importancia de renunciar a la lucha armada: “La lección principal que nos deja esta experiencia es que sí se puede lograr la paz y que a través de esa paz se pueden lograr objetivos que no se lograron a través de las armas”. La UP agrupó a varios ex rebeldes de la guerrilla de las FARC, el ELN y otros frentes guerrilleros en los años ochenta, pero rápidamente sufrió un exterminio, del que hoy muchos alzados en armas temen ser víctimas.
Todos –guerrilla, gobierno, ex guerrilleros ahora en la política, y víctimas– están de acuerdo en que dejar que la sangre siga corriendo es la peor forma de alcanzar los ideales. La lucha continuará, en caso de deponer las armas, en el terreno político y de la legalidad como lo ha dicho la Delegación de Paz de las FARC - Ejército del Pueblo desde La Habana, Cuba, donde este mes se celebró una de las más históricas reuniones: militares activos de la fuerza pública junto a altos mandos militares rebeldes. El primero de los acuerdos entre ellos fue revelado el fin de semana: comenzará un desminado humanitario en las montañas y llanos de Colombia.
Para María José Pizarro, el aniversario de la dejación de armadas del M-19 así como los avances en la mesa de conversaciones en La Habana significan “demostrarle a este país que la paz es posible y que la única paz exitosa es la que se hace sin las armas; avanzamos en aceptar que el otro hace parte del país, tiene derecho y que su lucha es válida, es respetable, sin tener que arrasarlo”. Santos concluyó que espera “de todo corazón” que así como en el caso del EME, el actual proceso de paz con las FARC culmine con la firma de un acuerdo, así como se refirió al Ejército de Liberación Nacional (ELN) con el cual se encuentra en diálogos exploratorios “... Y así terminar el único conflicto armado que subsiste, el más viejo además, en todo el hemisferio occidental”.
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