Jueves, 22 de marzo de 2012 | Hoy
EL MUNDO › FUE SECUESTRADA EN 1976, A LOS 19 AÑOS, CON SEIS MESES DE EMBARAZO
Junto a su marido Marcelo Gelman, hijo del poeta, fue trasladada al centro clandestino de tortura y exterminio Automotores Orletti, sede del Plan Cóndor. Fue llevada a Uruguay en un avión clandestino.
Por Mercedes López San Miguel
Una foto en blanco y negro muestra a una chica de cara redonda y mirada serena. Así se veía María Claudia García Iruretagoyena a sus 19 años y seis meses de embarazo cuando fue secuestrada el 24 de agosto de 1976 en Buenos Aires, junto a su esposo Marcelo Gelman, de 20 años. Eran alrededor de las dos de la mañana cuando un comando militar irrumpió en el departamento de la pareja mientras dormía.
Ambos fueron trasladados al centro clandestino de detención Automotores Orletti, ubicado en un garaje abandonado de Buenos Aires y que sirvió de casa de tortura y exterminio a cargo de unidades conjuntas de oficiales y militares de Argentina y Uruguay. Orletti fue una sede del Plan Cóndor, la coordinación del aparato represivo de las dictaduras del Cono Sur. A Marcelo Gelman lo asesinaron y su cuerpo fue recuperado en 1989 gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. María Claudia, embarazada, fue llevada a Uruguay en un avión clandestino por José Nino Gavazzo, según arrojaron las investigaciones periodísticas que permitieron la apertura de la causa. En el ’76, Gavazzo era el segundo jefe del Departamento III del Servicio de Información y Defensa (SID) con sede en la calle Bulevar Artigas, Montevideo. Allí estuvo secuestrada la chica de cara redonda.
De acuerdo con la investigación que realizó Gabriel Mazzarovich para el diario La República, junto al trabajo que hicieron Juan Gelman y su mujer, Mara, María Claudia fue vista en la sede del SID por soldados que hacían guardia y por datos indirectos de otros presos, como Sara Méndez. Mazzarovich contó a este diario que María Claudia fue sacada del centro clandestino para dar a luz en noviembre de 1976. “Las versiones, tanto de detenidos en el SID como de las fuentes militares, señalaron lo mismo: la orden fue llevar a la joven al Hospital Militar.”
Después, madre e hija fueron trasladadas de nuevo al SID y allí estuvieron al menos hasta el 22 y 23 de diciembre de 1976. Mazzarovich dijo que en esa fecha la nuera del poeta fue retirada por el entonces mayor Ricardo Arab y el coronel Rodríguez Buratti, quienes le comentaron al soldado de guardia: “A veces hay que hacer cosas jodidas”. Y ese fue el último momento en que se la vio. María Claudia llevaba a su beba en un canasto, el mismo en el que la pequeña fue dejada tiempo después en la puerta de la casa de un policía.
Con los años, la desaparición de María Claudia García se convertiría en emblema de la lucha contra la impunidad de sus familiares y de las organizaciones de derechos humanos a ambos lados del Plata. Fue recién en octubre de 2011 cuando fueron procesados cinco militares retirados acusados de homicidio especialmente agravado. Y fue posible tras un largo y difícil trabajo de investigación del escritor argentino y los aportes de La República. En 1999 las pistas eran concluyentes respecto de la identidad de la hija de María Claudia, cuyo nombre era Macarena. En esa búsqueda sin aliento, Juan Gelman no tuvo ninguna ayuda oficial: estaba cerrado el camino de la Justicia en Uruguay por la vigencia de la Ley de Caducidad, una amnistía que impedía que se juzgue a militares y policías acusados de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura (1973-1985). La norma fue aprobada en 1986 y ratificada en un primer referéndum tres años después. Si bien no contaron con el apoyo de la Justicia, los Gelman sí contaron con la solidaridad de escritores e intelectuales de la talla de José Saramago y Günter Grass, quienes llevaron a cabo una campaña de difusión.
El reencuentro se hizo esperar hasta el 2000, cuando Macarena tenía 23 años. Juan Gelman dijo sentir una emoción inimaginable. El abuelo quería encontrarse con su nieta en secreto, según contó Eduardo Galeano. Pero Jorge Batlle, que llevaba pocos días en la presidencia, quería que el poeta anunciara el hallazgo de su nieta desde la Casa de Gobierno. La noticia fue anunciada el 31 de marzo de ese año y recorrió el mundo. Después la prueba de ADN confirmaría el lazo sanguíneo.
Según fue reconstruyendo la propia Macarena, los militares la entregaron de bebé a un policía, que la crió junto con su mujer. Tiempo atrás, Macarena contó a esta cronista que durante su niñez no tuvo indicios de que había sido adoptada. “Nunca se me ocurrió. Fue una infancia linda, normal, lo único distinto era que mis papás eran un poco mayores.” En ningún momento mencionó la palabra apropiación.
Poco a poco, Macarena asimiló su verdadera identidad, y en ese proceso tuvieron que ver los amigos de sus padres biológicos. “Fueron un aporte fundamental para reconstruir la historia de mis padres.” Al mismo tiempo que iba armando el rompecabezas de su historia, la joven se fue involucrando en la lucha que encabezaba su abuelo para que se pudiera romper el bloque de impunidad en Uruguay.
Fue así como en 2009 Macarena Gelman hizo campaña por la anulación de la Ley de Caducidad en una segunda consulta popular. Pero el referéndum fracasó. Ante ese impedimento legal, la familia Gelman demandó al Estado uruguayo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La contundencia del fallo de la Corte hizo acelerar los tiempos y las voluntades: se culpó al Estado del asesinato y la desaparición de María Claudia García Iruretagoyena y se lo exhortó a no obstaculizar la investigación y juzgamiento de los responsables. El procesamiento con prisión de José Nino Gavazzo, Ricardo Arab, Valentín Vázquez, Jorge Silveira y Ricardo Medina como coautores penalmente responsables del homicidio en el caso de la mamá de Macarena habló por sí solo. El Congreso sancionó una ley que dejaba sin efecto la impunidad. Y se reanudaron las excavaciones para dar con los restos de María Claudia. Coincidencias de la historia, se acaban de encontrar restos óseos en el Batallón 14 en el marco de la causa de María Claudia. Abuelo y nieta no pierden las esperanzas. Ahora menos que nunca.
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