Jueves, 18 de septiembre de 2014 | Hoy
Por Ernesto S. Sinatra
Los síntomas contemporáneos responden a manipulaciones realizadas sobre el organismo: en ellos el cuerpo se muestra como superficie de inscripción de sucesivos goces (en cortes, tatuajes, piercings, ablaciones, implantes...). Esas transformaciones operan sobre lo real de los “organismos” (implantes, ablaciones), pero nada asegura que con la manipulación realizada se produzca la modificación concomitante en los “cuerpos” (al menos no en la dirección pretendida). Que los “organismos” se conviertan según lo esperado por medio de la cirugía, no implica que los “cuerpos” respondan “satisfactoriamente” a esa transformación. El “empuje a la mujer” (irrupción deslocalizada del goce en el cuerpo que, para ser nombrada, situada, impulsa a un hombre a transformarse en mujer) ya se tramita por la vía quirúrgica y hay casos comprobados de desencadenamientos de psicosis producidos luego de la intervención ablativa. No es lo mismo el anudamiento que podría producir en ciertos casos el sentimiento del “empuje a la mujer”, que el desanudamiento desencadenado por su realización efectiva. Ya que el psicoanálisis comprueba que no hay una justicia distributiva en relación con los sexos, nos corresponde advertir a la comunidad y al Estado sobre los riesgos de impulsar una justicia compensatoria que pudiera transformarse en un (nuevo) empuje generalizado al goce.
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