TARIFAS, PIQUETEROS, EL DEFAULT Y EL AJUSTE DE LA FED
“La tasa seguirá subiendo”
Empresario, experto en finanzas, maneja Dolphin desde que se separó del Grupo IRSA. Marcelo Mindlin compró la mitad de Transener y espera la demorada aprobación de Defensa de la Competencia.
Por Claudio Zlotnik
Durante una década, y en sociedad con Eduardo Elsztain, fue el brazo en la Argentina de George Soros. Fue una de las cabezas del Grupo IRSA, dueño de shopping centers y del Banco Hipotecario, entre otros activos. Ahora a través de su compañía Dolphin adquirió Transener. En diálogo con Cash habló de todo: la economía, los piqueteros, las tarifas, la situación social y la reestructuración de la deuda.
¿Cómo puede impactar la suba de la tasa internacional en la Argentina?
–Va a afectar poco debido a que el país no está conectado con los mercados internacionales. Pero el Gobierno puede perder una oportunidad histórica si no aprovecha la ocasión y reestructura rápido la deuda. No es lo mismo si la tasa internacional se ubica en 1,0 o 1,5 por ciento que si avanza al 4 por ciento anual. Y la tasa va a seguir subiendo.
¿Cuál es la situación de Transener?
–Hace más de dos años que está en default, y los tiempos se están acabando por los juicios y pedidos de quiebra que tiene en contra.
¿Está resuelto el tema societario en la empresa?
–No, porque, sorprendentemente, la Comisión de Defensa de la Competencia todavía no se expidió a pesar de que ya pasaron cuatro meses desde la operación de compra. Nos dicen que no hay objeciones, pero la aprobación no sale. Estamos en un limbo que perjudica a la compañía, y es obvio que nuestra participación no afecta a la competencia del sector: nuestra empresa no tiene ninguna otra participación en el negocio.
¿Cómo evalúa la situación económica?
–Venimos de un crecimiento espectacular por la combinación de distintas variables: precios altos de los commodities; una tasa internacional baja y el hecho de que partimos de niveles muy bajos tras la hecatombe de 2001. Gran parte de esa caída ya se recuperó. A partir de ahora, el crecimiento y la creación de empleos dependen de que se hagan cambios estructurales.
¿Cuáles?
–La reestructuración de la deuda externa y la renegociación de los contratos con las privatizadas.
¿Cree que el Plan Buenos Aires será el definitivo en la negociación con los acreedores?
–No. Las posiciones siguen muy enfrentadas. Coincido con el ministro Lavagna en que hay que dejar que el mercado hable. O sea, esperar a ver qué cantidad de bonistas aceptan la oferta.
Una de sus características como empresario fue ir en contra de la corriente y comprar lo que nadie recomendaba. ¿Hoy cuál sería ese nicho?
–Compré Transener, una empresa energética, sector que atraviesa una crisis profunda pero que a la vez tiene un potencial enorme. Las privatizadas quedaron muy mal después de la devaluación, por su alto endeudamiento y la pesificación tarifaria. Pero con capital fresco, reestructuración de sus pasivos y aumento de tarifas se van a reordenar.
¿En qué punto se encuentra la crisis energética?
–Está casi solucionada pero este año costó 2000 millones de pesos, y para el año que viene se espera un gasto mayor. Estoy de acuerdo en tener mucho cuidado en aumentar el gas o la electricidad a la gente que no puede pagar. Pero, ¿qué sentido tiene subsidiar a la clase media y media alta?
A propósito del tema social. Los empresarios vienen reclamando poner límites a los piqueteros. ¿Existe alguna autocrítica por la crítica situación social?
–A nivel personal puedo decir que durante los ‘90 subestimamos el valor de las instituciones. Cuando no se las respetaba no le dimos importancia porque la economía crecía. Y cuando las instituciones se debilitan, todo el país se cae. También nuestros activos se desvalorizan.
¿No está magnificado el tema de los piqueteros cuando se escuchan advertencias de que no habrá inversiones?
–Los piqueteros son un emergente de un desastre socio-económico que hemos producido todos los argentinos. En ese contexto, creo que no se exageracuando una fotografía sobre la violencia da vueltas por el mundo. Afecta el ánimo inversor. Eso no significa que si hay represión sea mejor. Puede ser peor. Mientras la mitad de los argentinos viva en la pobreza se mantendrá la protesta.