Domingo, 14 de diciembre de 2008 | Hoy
DEBATE > CONCENTRACION DE LA TIERRA Y DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA
Por Diego Rubinzal
El patrón de distribución inicial de la propiedad rural argentina fue muy concentrado. En la región pampeana, la mayor parte de las tierras quedaron en manos de unas pocas familias terratenientes. Con el tiempo, la concurrencia de distintos factores (políticas oficiales que fomentaron el acceso a la propiedad por parte de los arrendatarios, subdivisión hereditaria) generó un tibio proceso desconcentrador que afectó el histórico latifundio ganadero. De todas maneras, la mayor parte de la tierra permaneció en poder de los terratenientes. Otras naciones (Estados Unidos, Canadá) impulsaron un modelo de desarrollo agrario asentado en una distribución más equitativa de la superficie productiva.
El coeficiente de Gini –que normalmente es utilizado para medir la desigualdad de los ingresos– también puede calcular el grado de concentración de la propiedad rural. El indicador varía entre 0 (equidad absoluta) y 1 (concentración total). La Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) desarrolló una base de datos que contiene información —discriminada nacionalmente— sobre ese coeficiente. El continente latinoamericano se encuentra entre las regiones del mundo con mayor concentración de la tierra. Los coeficientes de México, Chile y Paraguay superan el valor de 0,90. En los casos de Costa Rica, Colombia, Venezuela, Brasil, El Salvador y Panamá los valores oscilan entre 0,79 y 0,85. En el caso argentino, el indicador es 0,83 denotando una elevada concentración en la propiedad de la tierra.
Como el cálculo de FAO está basado en datos de 1988, la concentración de la propiedad sería mayor. Los datos del último Censo Nacional Agropecuario (2002) revelaron una reducción de la cantidad de explotaciones y un aumento de la superficie media. La amplitud de los datos relevados por la FAO convierte su base de datos en una referencia ineludible a la hora de realizar análisis comparativos. En el caso argentino se computan la totalidad de las hectáreas disponibles. En ese sentido, la metodología utilizada resulta inadecuada para dar cuenta de las diferentes calidades productivas. Por ejemplo, 200 hectáreas en la zona núcleo pueden llegar a valer más que 10.000 hectáreas patagónicas. La falta de homogeneidad del territorio argentino obligaría a realizar un análisis más cuidadoso. Una mayor precisión se lograría si la concentración se calculara sobre el valor de la tierra y no sobre la superficie. También sería más apropiado acotar los resultados a la zona pampeana. Prescindiendo de esa objeción metodológica, algunos especialistas le quitan importancia a la cuestión de la tenencia de la tierra. De acuerdo con esa mirada, el modelo productivo impuesto por la revolución tecnológica agraria (siembra directa, transgénicos) relativizó la importancia de la propiedad. Actualmente, la siembra directa requiere escalas de producción que fomentan la difusión de los arrendamientos rurales. De esa manera, se produce una concentración productiva disociada de los regímenes de tenencia de la tierra. Así, los cálculos oficiales y sectoriales coinciden en señalar que el 70 por ciento de las tierras más productivas son arrendadas.
La importancia de la concentración dominial mantiene su vigencia porque los propietarios (produciendo en campos propios o ajenos o arrendando sus campos) se siguen apropiando de una importante porción de la renta agraria. La porción de la renta capturada mediante el arrendamiento de inmuebles rurales es relevante. El alquiler de los campos suele representar del 36 al 40 por ciento del total de las erogaciones de un productor. En países donde la tierra está bien distribuida, la renta fortalece una clase media rural; en donde está distribuida à la Argentina, es un factor más de concentración de la riqueza, impulsando comportamientos rentistas.
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