Domingo, 9 de octubre de 2011 | Hoy
Por Tomás Lukin
“La única solución posible para terminar con la crisis en Europa y Estados Unidos en este momento es mediante un impulso fiscal masivo direccionado hacia la creación directa de empleo. Sin embargo, existe una creencia ridícula de que la política fiscal es peligrosa”, explica el economista poskeynesiano William Mitchell. El profesor de la Universidad de Newcastle en Australia ha sido uno de los analistas más audaces y precisos desde que estalló la crisis financiera internacional. A través de sus contundentes y didácticas publicaciones diarias en su sitio web (bilbo.economicoutlook.net/blog) ofrece una visión heterodoxa de la crisis frente a “la ceguera ideológica de las teorías económicas dominantes, los grupos de presión y los medios de comunicación”.
Durante la entrevista telefónica con Cash, Mitchell advirtió que la profundización de la crisis es consecuencia directa de los planes de ajuste fiscal que ignoran las fuentes sistémicas de inestabilidad y redistribuyen ingresos hacia los sectores más poderosos. “Si hay algo que demostró la experiencia argentina es que es posible desa-fiar a los bancos internacionales y al Fondo Monetario Internacional y volver a crecer a partir del mercado interno y el empleo”, sostiene el investigador, quien considera inevitable que Grecia entre en default. En ese sentido, plantea la necesidad de que los gobiernos en las economías centrales, como Estados Unidos o Inglaterra, creen puestos de trabajo en forma directa y masiva como condición necesaria para abandonar el escenario recesivo global.
¿Por qué se profundiza la crisis financiera que tiene como epicentro las economías centrales?
–La crisis continúa porque Europa y Estados Unidos replican las condiciones que nos llevaron a esta situación. La dominación conservadora del diseño de políticas económicas junto con los grupos de presión y los think tanks impiden que sea posible entender cómo llegamos a la crisis. Es una dominancia que está apoyada, mantenida y perpetuada por los medios de comunicación dominantes. Los responsables de diseñar políticas son seducidos por un enfoque que fracasa en su intento de comprender cómo funciona el sistema económico, ni siquiera comprenden que el gasto crea ingresos. No se puede esperar que el nivel de actividad crezca cuando un componente significativo de la demanda agregada, como es el gasto público, se reduce sistemáticamente. La única solución posible en este momento para terminar con la crisis es a través de un impulso fiscal masivo direccionado hacia la creación de empleo. Pero siguen cometiendo los mismos errores de hace 10 o 15 años.
¿A qué “errores” se refiere?
–Parece que todavía no aprendieron que una característica negativa de los años neoliberales fue la redistribución del ingreso desde los salarios hacia el capital; que la política monetaria no es capaz de actuar de forma efectiva sobre la política monetaria; que las bajas tasas de interés no funcionan; que la timba financiera no es productiva; y que los mercados no se autorregulan. Se necesitan políticas públicas fuertes. Un rediseño del sector financiero y repensar la forma en la que se distribuye el ingreso. Los déficit fiscales deben ser más grandes y los gobiernos deben evidenciar su compromiso con el pleno empleo y el crecimiento económico. El mejor punto de partida para enfrentar la crisis es lanzar un programa a gran escala de creación directa de puestos de trabajo. Sin embargo, existe una creencia ridícula de que la política fiscal es peligrosa, que el gasto público y la política tributaria son peligrosos y nos van a llevar a la quiebra y condenará a nuestros nietos a sufrir hambre.
¿Cómo se implementa un plan de creación de empleo como el que propone?
–No es nada raro ni imposible. Argentina hizo algo muy similar luego de su crisis: el Plan Jefes y Jefas de Hogar, que fue una herramienta masiva y muy efectiva, más allá de las críticas que se puedan hacer vinculadas con el salario que se pagaba y el alcance. De hecho, uno de los asesores del Ministerio de Trabajo que propusieron la medida sacó la idea original de una conferencia que hicimos con otro economista llamado Randall Wray en Chicago en 1998. Se trata de programas poco costosos en comparación con las consecuencias del desempleo sobre la sociedad, que impulsan la demanda agregada basándose en la creación de empleo desde el Estado.
¿Por qué es importante?
–Porque es un instrumento que garantiza el “pleno empleo”, en el sentido de que cualquiera que esté listo y quiera trabajar al salario que ofrece el programa podrá conseguir un puesto. Tenemos que deshacernos de la noción de que los déficit presupuestarios son diabólicos y considerarlos por lo que son: el mecanismo público para asegurar el pleno empleo. En ese contexto, dependiendo de lo que pase con otros sectores, esos objetivos se pueden incluso cumplir con un superávit. Pero el punto es que eso no importa. Tenemos que desplazar el foco de atención del “equilibrio presupuestario” que es irrelevante hacia objetivos reales, como el pleno empleo y el crecimiento sostenible.
Usted propone que Grecia debe declarar el default y abandonar el euro. ¿No cree que ese curso de acción puede profundizar la crisis a nivel global? ¿No existe una alternativa?
–A menos que el Banco Central Europeo esté dispuesto a fondear y defender, para siempre, a los países más débiles como si fuera una verdadera autoridad federal, no van a poder estabilizar sus economías y siempre estarán bajo la amenaza de quiebras. Pero eso no va a suceder por distintas razones políticas y económicas. Si siguen dentro del euro, los Estados periféricos de Europa, como Grecia, Portugal, Irlanda y España, siempre estarán bajo presión cada vez que reciban un shock negativo de demanda agregada que contraiga el nivel de gasto. La única forma de los gobiernos para mantener un estándar de vida razonable para sus poblaciones es abandonando la Eurozona. La Eurozona está mal diseñada. Es una unión monetaria que fracasó.
¿Qué puede pasar si Grecia no declara el default y tampoco abandona el euro?
–Es que yo considero que va a entrar en default. Los líderes europeos lo van a disfrazar de una forma que no suene como una cesación de pagos. En la situación actual es imposible que Grecia pague sus deudas. La única forma que podría hacerlo es a través de un fuerte crecimiento del mercado interno, pero están matando a la economía con las medidas de austeridad fiscal. Cuando se bajan los salarios, se ajusta la economía y se abandona la posibilidad de hacer política cambiaria no es posible volver a crecer. Es inevitable que Grecia entre en default. Aunque no es claro si abandonará la Zona Euro. Los líderes europeos no quieren que esto suceda porque están preocupados de que eso pueda romper con toda la unión monetaria.
Está creciendo la resistencia de la población a esos fuertes ajustes.
–Tenemos que estar atentos porque Grecia tiene una historia de revueltas populares e intervenciones militares. La gente no va a aceptar diez años más de austeridad. Abandonar la Eurozona no será un proceso sin problemas, ni con elevados costos vinculados con el sistema bancario y los ahorristas. Grecia va a tener que encontrar alternativas. China puede cumplir un rol activo con sus inversiones para impulsar la recuperación. El gobierno nacional debe su adhesión a las metas macroeconómicas de la Unión Europea y anunciar inmediatamente un programa de creación de empleo. Será necesario un acuerdo de precios y salarios para que la pérdida de ingresos que generará la devaluación sea distribuida entre empresarios y trabajadores. Es una suerte de austeridad, pero con un objetivo distinto.
¿Cómo evalúa el desempeño del Fondo Monetario Internacional desde que estalló la crisis?
–El FMI debería ser abandonado inmediatamente. Sus recomendaciones de política e ideología son peligrosas. Esa situación se evidencia, por ejemplo, en sus proyecciones macroeconómicas que tienen como objetivo perpetuar su ideología a través del diseño de políticas. Si el modelo teórico económico que utilizan está errado, entonces las políticas que impulsen dañarán la economía. Los errores de proyección son también una señal de las deficiencias en la teoría que tienen. Eso es lo que sucede con el panorama económico mundial que produce el FMI. Si uno mira las estimaciones de los años anteriores verá cuán imprecisas fueron. Sin embargo eso no detuvo al Fondo en la demanda de la austeridad fiscal que ha profundizado la crisis. El Fondo Monetario Internacional es una institución que hoy no tiene sentido.
¿Qué quiere decir?
–El FMI fue creado bajo un sistema monetario diferente del que existe hoy, con tipos de cambios fijos y su rol era ayudar a los países que tuvieran problemas para preservar su tipo de cambio. Era una iniciativa corporativa de los países miembros, donde si un país tenía problemas en el frente externo el Fondo podía colaborar para solucionarlo. En 1971, el sistema de tipos de cambios fijos colapsó. Desde ese momento el FMI dejó de tener una función y debería haber sido abandonado y sus oficinas vendidas. Sin embargo, el organismo se reinventó a sí mismo en el momento en que comenzaba la era neoliberal. Se convirtió en una suerte de policía intelectual para asegurar el cumplimiento de las premisas neoliberales.
¿De qué forma?
–Empezó a imponer sobre los países en desarrollo los programas de reformas estructurales que contenían todo el set de las políticas de libre mercado, privatización y desregulación. En ese momento perdió toda legitimidad y se convirtió en una institución peligrosa que ha asesinado gente con sus medidas de austeridad, generado pobreza y miseria, y garantizó la transferencia masiva de riqueza hacia el Primer Mundo. El Fondo hoy no tiene ningún rol que jugar. El único rol que concibo es ayudar a los países con tipos de cambio flexibles en el financiamiento de las importaciones de alimentos, energía y otros bienes necesarios.
A pesar de que las políticas que impulsan el FMI y la ortodoxia profundizan la crisis, su visión sigue siendo la dominante.
–Es sorprendente que preserven su fuerza dada la crisis en la que estamos. El marco ideológico dominante no va a durar para siempre. Carecen de las herramientas para enfrentar esta crisis. Las nuevas ideas van a desplazarlos y reemplazarán la ortodoxia actual. Vale la pena recordar que la ortodoxia neoliberal es un invento relativamente nuevo, aunque sus orígenes puedan remontarse a ideas del siglo XIX. Antes teníamos otra ortodoxia macroeconómica. Cuando yo estudié a mediados de los ‘70, la ortodoxia era diferente y contemplaba al Estado haciéndose cargo del “pleno empleo”. Las crisis como la actual impulsan importantes cambios
reportaje
-“Si hay algo que demostró la experiencia argentina es que es posible desafiar a los bancos internacionales y al Fondo Monetario Internacional y volver a crecer a partir del mercado interno y el empleo.”
-“No se puede esperar que el nivel de actividad crezca cuando un componente significativo de la demanda agregada, como es el gasto público, se reduce sistemáticamente.”
-“La única solución posible en este momento para terminar con la crisis es a través de un impulso fiscal masivo direccionado hacia la creación de empleo.”
-“Argentina hizo algo muy similar luego de su crisis: el Plan Jefes y Jefas de Hogar, que fue una herramienta masiva y muy efectiva.”
-“El marco ideológico dominante no va a durar para siempre. Carecen de las herramientas para enfrentar esta crisis.”
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