Domingo, 24 de abril de 2011 | Hoy
OPINIóN › PRECARIEDAD LABORAL EN LOS PRINCIPALES SECTORES ECONóMICOS
Por Javier Lindenboim *
Una de las formas en que se expresa la declinación de la calidad del vínculo laboral es la desprotección, es decir, la precariedad. El último dato detallado disponible (2 trimestre de 2010) indica que el 36 por ciento de los asalariados padece tal situación. Esto es claramente un notable avance. A mediados de los noventa ese valor era del 34 por ciento, en 2000-2002, en promedio, del 38, y en 2003 de 44. De allí fue descendiendo hasta el último dato conocido.
Lo interesante es observar qué ocurre en la materia por sector de actividad económica. Con la clasificación disponible son ocho las ramas que superaban el 36 por ciento mencionado a mediados de 2010. Los valores porcentuales son: 85 en el servicio doméstico, 66 en construcción, 64 en textiles y confecciones. Luego, en torno del 45 por ciento se agrupan los restaurantes y hoteles, el transporte y las actividades inmobiliarias. Cerca del 40 por ciento “otros servicios” y el comercio. La industria, en conjunto, muestra el 31 por ciento. Más bajo aún es el valor correspondiente a las actividades primarias. Como estas actividades se desarrollan fuera del mundo urbano, son escasamente captadas por la Encuesta de Hogares realizada en una treintena de aglomerados. Igual llama la atención que el porcentaje sea tan bajo respecto de las cifras que han circulado en tal sentido, en especial en los últimos tiempos.
Por el hecho mencionado del universo al que corresponden los datos de la EPH, de los 16 millones de ocupados que tendría Argentina, diez millones corresponden a lo que registra la Encuesta. Si descontamos las otras categorías (cuentapropistas, patrones), nos quedan algo menos de ocho millones de asalariados. De estos, cinco millones estarían protegidos y 2,8 serían precarios. Lo primero que se destaca es que ese número es levemente superior al registrado en 2003, lo que no contradice el descenso de la proporción de precarios. Lo que ocurre es que el grueso del aumento de trabajadores fue el de los trabajadores protegidos, que subió en un 50 por ciento. Esos casi tres millones de precarios (que seguramente superarían los cuatro millones si los llevamos al total del país) se componen en poco más del 40 por ciento con el servicio doméstico y el comercio. La construcción y el transporte explican otro 20 por ciento. Nótese que hasta aquí se involucra a tres de los sindicatos más importantes. Un par de ramas de servicios y la de restaurantes agregan otro 15 por ciento. De tal modo estas siete ramas explican tres de cada cuatro puestos de trabajo precarios.
Este rápido panorama ayuda a entender, por ejemplo, la relevancia de la campaña llevada a cabo por el Ministerio de Trabajo contra el trabajo doméstico desprotegido. Y dentro del mundo de relaciones propiamente capitalistas hay tela para cortar en diversos sectores de la actividad económica. Todo esto, por supuesto, si damos plena fe de la información. Es de lamentar que los datos de la EPH de los últimos años proporcionan valores, al menos, llamativos. En efecto, contra lo que indican la experiencia y la teoría (que en momentos de crisis si hay pérdida de puestos estos serán principalmente protegidos y si hay nuevos puestos estos serán precarios), en el caso de Argentina habría ocurrido lo contrario en 2009
* Investigador principal del Conicet y director del Ceped/UBA.
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