Domingo, 12 de enero de 2014 | Hoy
OPINIóN
Por Marcelo Neuman *
Para fortalecer el proceso industrializador, además de las imprescindibles políticas macro, se requiere de políticas específicas que se focalicen en las cadenas productivas de cada una de las industrias. Son varias las cadenas productivas en donde la Argentina importa grandes cantidades de insumos industriales y centrarse en disminuir este déficit no es una tarea sencilla. Sin embargo, es necesario redoblar esfuerzos en esta dirección si se aspira a la industrialización. Vale considerar entonces el aporte que puede realizar el sector hidrocarburífero al desarrollo industrial del país. La oportunidad que brinda los recursos no convencionales y la regulación del Estado en esta industria invitan a debatir sobre las políticas públicas necesarias para apuntalar la cadena de valor petrolera.
La formación geológica de Vaca Muerta, con 30.000 km2 de extensión y donde YPF posee concesiones por el 40 por ciento de esta superficie, es la principal esperanza para recuperar el autoabastecimiento energético. Según el medio especializado Newsletter Energía y Negocios, se estima que las inversiones hidrocarburíferas en Neuquén superarán este año los 4100 millones de dólares. Cifra relevante que tenderá a crecer a medida que los proyectos en marcha se traduzcan en mayor producción de gas y de petróleo. Si bien el foco de las inversiones hidrocarburíferas es Vaca Muerta, éstas no son las únicas: semanas atrás la francesa Total anunció inversiones por 1000 millones de dólares en Tierra del Fuego. También se están realizando inversiones en campos petrolíferos maduros, como los de la cuenca del Golfo San Jorge, en la Patagonia sur.
La búsqueda de soberanía energética va a traer aparejado un alivio de la restricción externa mediante la reducción de importaciones de combustibles. Y es probable que también se produzca un saldo exportador si los buenos pronósticos sobre los recursos no convencionales se confirman. La restricción externa –la baja disponibilidad de divisas para realizar importaciones– no es únicamente resultado de comprar combustibles afuera, sino que se debe principalmente a los requerimientos de insumos extranjeros para industria nacional. Este factor suele aparecer en momentos en que la economía se encuentra bajo un proceso de industrialización.
En este sentido, además de la posibilidad de autoabastecerse energéticamente, se abre una oportunidad para desarrollar tecnología autónoma y fortalecer el desarrollo industrial. Esto se lograría mediante el impulso de la cadena de valor de los hidrocarburos, ayudando también de esta manera a atenuar el déficit de insumos que tiene el sector manufacturero. La industria proveedora del sector petrolero ofrece una enorme variedad de equipos, materiales y servicios que engloban a otros sectores industriales como el metalmecánico, eléctrico, químico y plástico, entre otros. Estos sectores, a su vez, traccionados por la demanda de las petroleras, requieren de mano de obra calificada, materiales y equipos, y sus piezas y partes. Estos últimos se traducen en inversiones en bienes de capital. En su mayoría, son de origen extranjero. Las petroleras también realizan importantes inversiones en bienes de capital para desarrollar sus actividades, como también demandan servicios tecnológicos y una variedad de actividades de investigación y desarrollo.
En síntesis, el complejo hidrocarburífero es un sector relevante que puede ser aprovechado en más de una dimensión para apuntalar el desarrollo industrial y tecnológico. El desafío pasa por ser capaces de elaborar una política que encuentre los incentivos adecuados y que balancee la necesidad de mantener una industria hidrocarburífera competitiva y los requerimientos de industrialización. Desde que YPF fue recuperada por el Estado se han implementado algunas iniciativas para promover su cadena de valor. Entre ellas está el Programa Sustenta de desarrollo de proveedores, un trabajo en conjunto con el Ministerio de Industria, y la conformación de Y-TEC, entre YPF y el Conicet, para fomentar iniciativas de desarrollo tecnológico. No obstante, para aprovechar plenamente las inversiones es necesario que estas iniciativas estén enmarcadas dentro de una política específica que abarque, además de YPF, al resto de la industria petrolera. La experiencia internacional enseña que, para alcanzar objetivos concretos de industrialización asociada a la explotación petrolera, se debe considerar una serie de factores. En primer lugar, debe ser dirigida por el Estado porque ostenta la mayor capacidad de negociación. Las provincias petroleras, dueñas de los recursos naturales desde la reformada Constitución de 1994, deben tener incidencia efectiva en esta política. Una política sin articulación entre las jurisdicciones y sin coordinación del Estado nacional tendrá escaso impacto en el proceso de industrialización. Existen ámbitos institucionales relacionados con el tema petrolero que podrían servir para coordinar este tipo de políticas. Uno de ellos es el Ofephi (Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos), que agrupa a las provincias productoras de hidrocarburos. El otro es el Consejo Federal de Hidrocarburos, que fue instruido por la misma ley que expropió el 51 por ciento de las acciones que Repsol tenía en YPF, en donde participan el Poder Ejecutivo Nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En segundo lugar, las petroleras y sus grandes proveedores internacionales están familiarizados con las políticas que promueven la cadena de valor asociada a la explotación de hidrocarburos. En este sentido, la implementación de una política de estas características en la Argentina no debería causar sorpresas en la industria petrolera. Los casos de desarrollo más conocidos se remontan a los años ’70 y ’80 en Inglaterra y Noruega, respectivamente, y más actualmente en Brasil, que lo viene implementando desde hace más de una década. En todos los casos, el desarrollo tecnológico e industrial y el crecimiento del empleo han sido notables. Sólo para destacar algunos de los tantos logros, con este tipo de políticas Brasil ha consolidado un parque tecnológico que aloja centros de investigación y desarrollo de grandes empresas internacionales en el predio de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
En tercer lugar, contar con una base industrial proporciona una plataforma desde donde desplegar una política de desarrollo industrial asociada a la explotación hidrocarburífera. Más de cien años de industria petrolera han permitido a la Argentina desarrollar una industria nacional proveedora, que, a pesar de los períodos de desindustrialización, ofrece una variada gama de bienes y servicios. Esta industria está aggiornada en las buenas prácticas internacionales y en determinadas actividades, como la recuperación de petróleo en pozos maduros, cuenta con tecnología y conocimientos propios reconocidos a nivel internacional. De esta manera, nuestro país puede conseguir resultados importantes en plazos relativamente breves, profundizando el proceso de sustitución de importaciones, ya que no empieza desde cero.
Por último, la experiencia internacional coincide con que los fracasos de este tipo de políticas se deben principalmente a la debilidad de los mecanismos de monitoreo y control. Al respecto, el Estado y varias provincias cuentan con la estructura técnica y administrativa para empezar a encarar los desafíos que requieren una política de esta naturaleza. Sin embargo, dadas la amplitud y la diversidad de los sectores y subsectores que involucra, necesitará articular acciones con otras entidades. Una estrategia ambiciosa pero factible es poder trabajar con las 47 universidades nacionales ubicadas a lo largo y a lo ancho del país, con recursos humanos calificados para realizar actividades de asesoramiento técnico, capacitación y transferencia tecnológica, que puede contribuir con el proceso industrializador en marcha.
* Investigador docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Ex coordinador del Programa Sustenta de YPF.
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