Sábado, 31 de enero de 2009 | Hoy
2009: AÑO INTERNACIONAL DE LA ASTRONOMIA
Por Mariano Ribas
Suspiros de metano, tan patentes como localizados: muy a su modo, Marte nos está dando algunas señales. Algo está pasando por debajo de sus gélidos y oxidados suelos anaranjados; un proceso subterráneo está fabricando metano a un ritmo moderado pero sostenido. Y ese gas, luego, parece filtrarse por la corteza marciana, hasta llegar a la atmósfera. A decir verdad, la existencia de parches de metano en la atmósfera de Marte fue detectada hace algunos años. Sin embargo, esas primeras observaciones fueron un tanto crudas e incompletas. Ahora, un grupo de científicos de la NASA (con la colaboración de investigadores de una universidad estadounidense) acaba de presentar datos precisos y contundentes: el metano está y se concentra claramente sobre tres regiones del planeta rojo. Regiones que, además, esconden mantos de hielo por debajo de la superficie. Y probablemente, de agua líquida. El anuncio pegó fuerte en la comunidad astronómica y en todos los medios especializados. Pero ¿por qué tanto revuelo con este sencillo hidrocarburo?
La respuesta está en su origen: el metano marciano sólo podría formarse a partir de procesos geológicos o biológicos. Y si bien todavía es demasiado temprano para confirmar una u otra hipótesis (o tal vez ambas), con prudencia, y silbando bajito, no sería nada descabellado ponerles algunas fichas a los marcianos. Microbios, sí, pero marcianos al fin.
Marte ataca
Los primeros anuncios verdaderamente confiables sobre la existencia de metano (CH4) en Marte son muy recientes. Durante 2003 y 2004, las observaciones y análisis espectrales de la luz del planeta realizados con algunos supertelescopios (el Gemini Sur, en el Norte de Chile, y los Keck I y II, en Hawaii) mostraron sutiles “huellas” del gas en la atmósfera marciana. Más importantes aún fueron los aportes de la sonda espacial europea Mars Express, que desde entonces está en órbita alrededor del planeta.
Por empezar, el espectrómetro de la nave comprobó que el vapor de agua se distribuye en forma uniforme (aunque escasa) en toda la atmósfera del planeta, a alturas de 10 a 15 kilómetros. Pero curiosamente, también, detectó algunos “parches” de vapor mucho más concentrados, y a menos altura, sobre ciertas zonas ecuatoriales. Y también que en esos mismos lugares, el metano era más abundante que en el resto de la atmósfera. Como si en ambos casos, hubiese una “fuente” subterránea en común.
Otra pieza del rompecabezas vino de la mano de la sonda Mars Odyssey (NASA), cuyos instrumentos confirmaban que prácticamente todo el subsuelo marciano era rico en agua congelada. Y aquellos sitios no eran la excepción, sino todo lo contrario. Hielo, vapor de agua, metano, todas las piezas encajan en el puzzle regional. Raro y sugerente, como veremos. Y bien, aquellas primeras detecciones del metano marciano no fueron poca cosa. Sin embargo, eran mediciones gruesas y pedían a gritos hilar más fino, para determinar con precisión cantidades, concentraciones y localizaciones.
“El extraño caso del metano marciano”
Y ahora, esos datos aparecieron: hace unos días, un grupo de científicos de la NASA, encabezados por el Dr. Michael Mumma (Goddard Space Flight Center, en Greenbelt, Maryland), presentó nuevos resultados y mapas de alta resolución que muestran un panorama mucho más claro y detallado sobre el extraño caso del metano marciano. En realidad, se trata fundamentalmente de datos provenientes de observaciones realizadas en 2003, pero que tardaron varios años en procesarse, analizarse y confirmarse.
Mumma y sus colegas trabajaron con dos telescopios de película: el Keck 2 (una mole de 400 toneladas, situada en la cima del volcán Mauna Kea, Hawaii, junto a su “gemelo”, el Keck I) y el Infrared Telescope Facility (ITF). situado en el mismo lugar. La estrategia fue observar minuciosamente a Marte durante meses y meses, siguiendo su rotación diaria, que dura apenas 40 minutos más que la terrestre, y tomando espectros a modo de “tiras” verticales, Norte a Sur, sobre el planeta.
Como si fuera una “ametralladora telescópica”, ambos telescopios, con sus espectrógrafos acoplados, pudieron obtener hasta 50 mediciones espectrales por minuto. Y así, lograr un perfil sumamente detallado de los compuestos químicos que forman la atmósfera de Marte. Más allá del harto conocido predominio del dióxido de carbono (95 por ciento del total de la fina atmósfera marciana), los científicos de la NASA, en colaboración con colegas de la Universidad de Hawaii, detectaron muy claros indicios de metano. Puntualmente, dos “líneas de absorción” muy marcadas en el espectro de Marte, que, justamente, se corresponden con la presencia del hidrocarburo. Y como si fuera poco, hay tres sitios donde el metano está mucho más concentrado que en el resto de la atmósfera marciana.
“Las observaciones previas, especialmente las del Mars Express, nos dieron una idea general de las áreas de mayor abundancia de metano en Marte, y se apoyaban en una sola línea espectral”, reconoce Sushil Atreya, integrante del equipo de la nave europea. Y agrega: “Estos nuevos datos se apoyan al menos en dos líneas espectrales, y en general nos dan más seguridad sobre la presencia del metano”. Estar, está. Pero, al parecer, queda mucha tela por cortar.
Tres zonas calientes
Los nuevos mapas que determinan la presencia de metano en Marte han confirmado que el gas varía sus concentraciones de región en región, y de estación en estación. Pero lo más sustancial del trabajo de Mumma y los suyos está en las precisas mediciones e identificaciones de lo que ellos llaman las tres hot spots (“zonas calientes”). Están ubicadas apenas al Norte del ecuador de Marte, y son tres nichos de liberación activa y continua de metano: el Este de la región de Arabia Terra, el Sudeste de la antigua zona volcánica de Syrtis Major–-que, dicho sea de paso, es una de las “manchas” más fácilmente observables con telescopios en el globo marciano–, y la muy llamativa Nili Fossae, una suerte de enorme grieta superficial.
“Estas son primeras evidencias definitivas de la presencia de metano en Marte, y de su distribución”, dice Mumma. ¿Y los números? Según el investigador y sus colegas, calcularon que algunas de las grandes “plumas” (nubes de gas exhaladas por el suelo marciano) contenían de 10 a 20 mil toneladas de metano. Y hay algo más que interesante: estas “plumas” se formaron durante la primavera y el verano boreales de Marte. Naturalmente, esto tiene una explicación (que vendrá más adelante).
Un gas que “no deberia estar”
Pero antes de seguir, a esta altura hay que hacer una obligada acotación: en la atmósfera de Marte no debería haber metano. O, al menos, no por mucho tiempo. ¿Y entonces? Vamos por partes. Resulta que las moléculas de metano, formadas por cuatro átomos de hidrógeno y uno de carbono, son bastante frágiles, y al poco tiempo de estar expuestas son destruidas por la radiación ultravioleta del Sol. En Marte y en la Tierra. Por lo tanto, este gas no puede tener una larga vida útil en la atmósfera marciana. A lo sumo, unos siglos. Y si a esta altura del partido sigue estando, es porque necesariamente tiene que haber alguna (o algunas) fuente que lo reponga continuamente. Una fábrica natural de metano.
“En la atmósfera marciana este gas es rápidamente destruido de distintas formas –dice Mumma– así que nuestro descubrimiento de plumas de metano en el Hemisferio Norte de Marte nos indica que existe algún proceso activo que lo está produciendo y liberando.” Algún proceso activo,,,, ¿pero cuál? Hay dos maneras de producir metano: una geológica... y otra biológica.
Geologia: ¿rocas, CO2 y agua?
Veamos la variante geológica. Obviamente, es la menos espectacular, pero no por eso ni más ni menos probable. El vulcanismo es el proceso más rápido y eficaz para lanzar metano hacia una atmósfera planetaria. Pero a todas luces parece que en Marte no existen volcanes activos desde hace millones y millones de años –el caso más emblemático es el monumental Olympus Mons, un volcán de 22 kilómetros de altura, y del tamaño de Uruguay–. Además, los volcanes también lanzan otros gases que no han sido detectados.
Pero en Marte podría haber otro posible y eficaz mecanismo generador de metano: las interacciones y reacciones químicas entre el agua, las rocas subterráneas y el dióxido de carbono (CO2), facilitadas por el calor interno del planeta. El metano resultante de este juego químico –que podría sostenerse durante cientos o miles de millones de años– se iría abriendo camino lentamente a través de las rocas, las grietas y poros de la superficie, hasta llegar finalmente a mezclarse con la atmósfera marciana.
Quizás esto tenga algo que ver con aquellas “plumas” de metano observadas durante las estaciones “cálidas” de Marte. En esas épocas, los depósitos subterráneos del gas podrían aflorar con fácilidad al derretirse el permafrost marciano (una mezcla de tierra, roca y hielo) que en épocas frías bloquea las grietas subterráneas. Tal vez ésta sea una de las respuestas del enigma.
Biologia: ¿bacterias metanogenas?
Por otro lado, el metano de Marte bien podría tener un origen biológico. Microorganismos marcianos, sí. No es nada disparatado pensar en ello, dado que, aquí en la Tierra, buena parte del metano proviene del propio metabolismo de muchos organismos vivos digiriendo sus nutrientes. Por eso, el metano es un “marcador” de especial interés para la astrobiología.
De más está decir que nunca se ha detectado vida en la superficie de Marte (ni en ningún otro lugar fuera de la Tierra). Allí las condiciones son absolutamente hostiles para cualquier intento biológico: nada de agua, un frío que da calambre (temperaturas promedio de 60° C bajo cero), y una atmósfera escuálida que no sólo es incapaz de regular la temperatura dentro de valores aceptables, sino que no puede filtrar la radiación solar ultravioleta, que termina pegando de lleno, destruyendo cualquier molécula compleja.
Pero bajo tierra (o bajo Marte), las cosas son muy distintas: a decenas o cientos de metros de profundidad, hay protección contra la luz ultravioleta, calor, hielo y, seguramente, mucha agua líquida. Allí la vida –aunque en formas muy rudimentarias– bien podría tener su lugar y su refugio.
En la Tierra existen organismos capaces de soportar condiciones extremas, y se llaman, justamente, extremófilos. Y entre ellos están las llamadas “bacterias metanógenas”, que exhalan metano como resultado de su metabolismo. En Marte, por qué no, podría pasar algo similar. Mumma traza un paralelismo posible: “En nuestro planeta hay microorganismos a 2 o 3 mil metros de profundidad, donde la radiactividad natural rompe las moléculas de agua, liberando hidrógeno que utilizan como fuente de energía”. Y subraya: “Quizás, en Marte haya criaturas similares debajo de la capa de permafrost, con agua líquida disponible, y dióxido de carbono que podrían procesar, exhalando metano”.
El secreto mejor guardado
Cautela. Todavía no hay manera de revelar el misterio de los suspiros de metano del planeta rojo. ¿Geología, biología, o ambas cosas combinadas? Sólo hay opiniones y están repartidas. “No tenemos la suficiente información como para saber si lo que está produciendo el metano de Marte es la biología o la geología”, advierte Mumma. Y en el mismo sentido, la NASA (www.nasa.gov) ya salió a contrarrestar todo tipo de anuncios espectaculares, como el del diario sensacionalista The Sun, que hace poco tituló Life on Mars, tergiversando intencionalmente los hallazgos. En una reciente conferencia de prensa, Michael Meyers, líder del Programa de Marte de la Agencia Espacial Europea (www.esa.int), dijo categóricamente: “Estos descubrimientos no son evidencia de vida en Marte, sino de procesos activos”.
Ante una igualdad de escenarios, aquí preferimos soñar con los marcianos. Al igual que la geóloga Lisa Prat, integrante del equipo de Mumma, quien dice que todo lo observado hasta ahora parece “ligeramente más plausible para la biología, que para la geoquímica”. Tal vez la respuesta esté a la vuelta de la esquina. Y pueda venir de la mano de futuras misiones de exploración marciana, como el Mars Science Laboratory (marsprogram.jpl.nasa.gov/msl), un sofisticado vehículo robot que la NASA pondrá en tierras rojas hacia 2011.
Carl Sagan dijo alguna vez que el descubrimiento de vida extraterrestre sería “el más importante de toda la historia de la ciencia”. El planeta primo hermano de la Tierra podría esconder algo grande. Pero, por ahora, sólo nos envía guiños de complicidad. Marte, y sólo Marte, sabe por qué suspira su metano.
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