Sábado, 26 de octubre de 2013 | Hoy
LA EXPECTATIVA POR LA LLEGADA DEL COMETA DESCUBIERTO POR LA INTERNACIONAL SCIENTIFIC OPTICAL NETWORK
El cometa detectado el 21 de septiembre de 2012, desde Kislovosk, Rusia, promete un nuevo espectáculo astronómico memorable, aunque en verdad el resultado sea todavía incierto, para desgracia de los fanáticos de la observación de los cielos. Si se cumplen las expectativas, hacia el 15 de noviembre ya se podría empezar a verlo a simple vista.
Por Mariano Ribas
“Los cometas son los como los gatos:
tienen colas, y hacen
lo que se les da la gana.”
David Levy, cazacometas y astrónomo amateur
Levy sabe bien de lo que habla: el astrónomo y divulgador canadiense tiene en su haber 21 cometas descubiertos o co-descubiertos. Y su famosa cita refleja muy bien lo difícil que es pronosticar el comportamiento de los cometas. Especialmente cuando a estas “bolas de nieve sucias” les llega el momento de la verdad: el perihelio (el punto de mínima distancia al Sol). Un momento que el cometa ISON (C/2012 S1) enfrentará dentro de un mes: el próximo 28 de noviembre. Y que además será sumamente especial: ese día, el cometa pasará a tan sólo 1,1 millón de kilómetros de la superficie del Sol. Un peligroso coqueteo con el infierno mismo, que seguramente lo hará brillar a rabiar, pero también puede llevarlo a su propia destrucción. Se entiende, entonces, por qué el ISON ha generado tantas expectativas, prácticamente desde el mismo día de su descubrimiento.
Empecemos justamente por ahí: el protagonista de esta historia fue detectado el 21 de septiembre de 2012, desde Kislovosk, Rusia, con un telescopio automático, perteneciente a un programa de búsqueda de asteroides, mundialmente conocido como Internacional Scientific Optical Network (ISON). De ahí el nombre del cometa. De todos modos, los que lo descubrieron fueron los astrónomos Vitali Nevski y Artyom Novinchok, mientras revisaban varias imágenes digitales (tomadas con el telescopio). Por entonces, el cometa estaba más allá de la órbita de Júpiter, a casi mil millones de kilómetros del Sol. Tras una serie de observaciones posteriores, que llevaron al trazado fino de su órbita, los científicos notaron algo sumamente especial: a fines de noviembre de 2013, el nuevo cometa pasaría extremadamente cerca del Sol. Con todo lo que eso implica para este tipo de objetos que, esencialmente, están hechos de hielo, roca y polvo. De entrada, el ISON tenía muy buenas chances de convertirse en un cometa extremadamente brillante.
El “éxito” de un cometa depende de varios factores: distancia al Sol, distancia a la Tierra, pero también de su grado de actividad, ante el estímulo de la radiación solar. Es decir: cuán intenso es el ritmo de sublimación de sus hielos y sus niveles de liberación del polvo atrapado en su estructura. Cuanto más gas y polvo libere un cometa, más luz solar reflejará. Y por ende, más brillante será.
Pero durante los primeros meses de este año, cuando aún estaba tan lejos como Júpiter, el cometa ISON se mostró bastante por debajo de las expectativas iniciales. Y hacia el mes de mayo todavía su brillo aparente era paupérrimo: en torno a magnitud 15 (unas 4 mil veces más pálido que las estrellas más débiles que podemos observar a simple vista, que son de magnitud 6). Luego de perderse durante varias semanas tras el resplandor solar, el cometa fue “recuperado” por varios astrónomos amateurs de distintas partes del mundo: a fines de agosto, su magnitud había trepado a 13. No tan mal, pero todavía bastante por detrás de las (optimistas) estimaciones iniciales.
Curiosamente, el 1º de octubre, el ISON tuvo un encuentro cercano con otro planeta: ese día pasó a tan sólo 10 millones de kilómetros de Marte. No es raro, por lo tanto, que desde entonces ambos astros compartan una misma zona en el cielo terrestre. Allí, juntos, a escasos 2 grados de distancia uno del otro, en plena constelación de Leo, visible hacia el Nordeste, poco antes del amanecer. A propósito: actualmente, el cometa ISON brilla con una mucho más respetable magnitud de entre 9 y 10. O sea: ya está a tiro de pequeños telescopios.
Es muy probable que a principios de noviembre el cometa alcance una magnitud de 7 u 8, entrando ya en el rango de la observación con binoculares. Y luego, claro, llegarán los días decisivos. Si todo marcha bien, hacia el 15 de noviembre, y en lugares con cielos oscuros, podríamos empezar a verlo a simple vista, ya en la constelación de Virgo, y siempre poco antes de la salida del Sol. Cosa nada casual, porque, justamente, el cometa se está acercando a nuestra estrella. Y quizá por entonces ya desplegando su cola en el cielo del amanecer.
En estos momentos, los expertos manejan toda clase de predicciones. Incluso hay quienes predicen que el cometa nunca llegará a ser gran cosa. Y que hasta podría fragmentarse mucho antes de su perihelio, el muy esperado 28 de noviembre. Sin embargo, otros creen que no será así y dicen que esta imagen, tomada por el Telescopio Espacial Hubble el 9 de octubre de 2012, lo mostraba vivito y coleando, y en una pieza. Sólo resta esperar: el próximo jueves 28 de noviembre, el ISON pasará “raspando” al Sol. Y su núcleo (de sólo 5 kilómetros de diámetro) deberá soportar temperaturas de unos 2700C, y tremendos tironeos gravitatorios. Cualquier cosa puede ocurrir en ese momento. O unos días antes. O unos días después. Una cosa es segura: si todo marcha viento en popa, muy pronto estaremos nuevamente aquí, en estas mismas páginas de Futuro, dando cuenta del que podría ser (quizás, a lo mejor, y con todos nuestros mejores deseos a su favor) el próximo “Gran Cometa” que surque los azules cielos de la Tierra.
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