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Viernes, 14 de octubre de 2016

XXXI ENM

LA CGT TOMA EL TÉ, LAS MUJERES LAS CALLES

 Por Luciana Peker

El fenómeno político y social más fuerte, impactante, diverso, organizado, movilizado, convocante en la Argentina de hoy es el Encuentro de Mujeres. También es el más invisibilizado y el más reprimido. Todo eso dice algo. Dice mucho. En 31 años de un fenómeno único en el mundo la televisión -que muestra la fiesta del salamín emparchado en vivo- le dio la espalda a cada uno de los Encuentros de Mujeres.

Por supuesto siempre hay coberturas independientes y periodistas que ponen la cámara y la pelea para mostrar lo que nadie muestra. Pero, a nivel masivo, la televisión le da la espalda a las mujeres para mostrar solo su final de espalda si estalla el verano o se agarran de las mechas entre insultos de groncha, trola o mucamita.

Quejarse de la televisión aburre casi tanto como la televisión de aire. Sin embargo, la queja recobra sentido. El Encuentro de Mujeres es, básicamente, un fenómeno popular inconmensurable donde las mujeres analfabetas, que nunca dejaron de dormir en su cama y estar a cargo de la comida o a las que ahora les falta para la cena o no se movieron si quiera de Santa Fe a Rosario se suben a un micro y respiran con las manos sueltas y las voces juntas, los cuerpos acomodados en los colchones y en las aulas y hacen del viaje también su propio derecho.

Esas mujeres reclaman que su voz no se apague un año entero hasta volver a escucharse y no todas están, ni pueden, ni saben, ni quieren pegarse a Facebook para rebelarse a una vida coartada por menos derechos. Pero, además, si la televisión no cubre el fenómeno, el efecto político del mayor hecho político de la Argentina es menor. Y eso también es una decisión política de la política de medios.

La tele cuenta que la CGT; que hizo huelga por el impuesto a las ganancias que no merma y con una tasa de desempleo que, en el caso de las mujeres, subió a dos dígitos (10,5) está tomando el té pero le parece mucho convocar a una huelga por mejores paritarias y más trabajo. A las mujeres, en cambio, les parece poco los logros en políticas públicas para detener la violencia machista, la paridad electoral conseguida en la Provincia de Buenos Aires y la deuda pendiente del aborto legal. Y la diferencia es tajante: las mujeres toman las calles masivamente. En Rosario noventa mil manifestantes colmaron cuadras desde Plaza San Martín hasta el Monumento a la Bandera.

No es que la televisión no muestra el Encuentro porque no es ganchero o no pica en rating. No lo muestra porque la mayor potencia política está hoy en las mujeres, mientras el sector que más invisibiliza a las mujeres teme a la calles como si la demanda social fuera un cocodrilo que hay que amansar.

La virulencia de la represión, en octubre del 2015, en el Encuentro de Mujeres de Mar del Plata (con tres detenidas ilegalmente en la Catedral) y amenazas de fascistas a manifestantes, activistas y periodistas anunció una etapa de mayor represión y gatillo fácil en la Argentina post seguridad democrática. En Rosario la represión fue feroz, indiscriminada y antidemocrática. Expusieron a mujeres policías (en otra forma de violencia machista por parte de las fuerzas de seguridad) y los varones salieron con armas largas, cascos y escudos. No se implementaron formas pautadas en protocolos de seguridad de dispersión de conflictos y sí, en cambio, se tiraron balas de goma al cuerpo y corta distancia (algo prohibido) a manifestantes, periodistas y reporteras gráficas.

El Encuentro no es un lugar de sutilezas ni una marcha del silencio. El enfrentamiento con la Iglesia es histórico y virulento. Y hay grupos más encendidos que otros con disímiles acciones y puntos de vista Sin embargo, este año -claramente- grupos de varones encapuchados encabezaron u organizaron el enfrentamiento con una Policía descontrolada y con saña.

En la Argentina mueren por año 235 mujeres en femicidios, según el Registro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; y por embarazo, parto o puerperio 290 mujeres (43 como consecuencia del aborto clandestino), según cifras del Ministerio de Salud de la Nación. En la Argentina mueren por ser mujeres -solo según cifras oficiales- 525 al año. No necesitamos más mártires. Ni de varones o de vanguardias que alienten a exponernos o a estrolar el movimiento popular más potente. Ni de una represión indiscriminada que apunta contra las mujeres porque son las mujeres las que no se detienen ante nada, ni nadie. Las tacitas de té se las dejamos a las reinas o los sindicalistas de sillón.

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Imagen: JOSE NICOLINI
 
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