Viernes, 22 de septiembre de 2006 | Hoy
RESCATES
Clarice Lispector, como muchas otras escritoras de su época, tuvo su página femenina en la prensa carioca. Como Alfonsina Storni de este lado de Sudamérica, usaba seudónimo, aunque al contrario de ésta buscaba ser funcional al modelo de mujer que se dejaba seducir por el boom de los electrodomésticos y los primeros pasos hacia el mundo del trabajo. Estas páginas son las que recopila Correio feminino, de Editora Rocco.
Por María Mansilla
En 1952, Clarice Lispector ya era una autora consagrada que había publicado, incluso, varios de sus trabajos en la prensa carioca. Sin embargo, estaba a punto de hacer algo por primera vez: una de las 200 columnas que en las décadas siguientes escribiría para diarios brasileños. Columnas con un toque particular: destinadas a la sección femenina. Todas ellas fueron reunidas en una antología apta para fetichistas que, por estos días, posa en los mesones de las mejores librerías cariocas: Correio feminino de Editora Rocco.
Que se recuperen estos artículos es toda una novedad, aunque incluso sus editores reconozcan que no son más que textos olvidables comparados con pasajes de Cerca del corazón salvaje, La manzana en la oscuridad, Lazos de familia, La pasión según G. H. y toda la exquisita obra de Lispector. Pero los rescatan, dicen, porque consideran “fundamental que el público descubra estas narrativas de fácil comprensión para amoldar el perfil hábil y competente de Clarice Lispector en el trato con la palabra y con los públicos que conquistó”. Aun en columnas con títulos como “¿Los feos son mejores maridos?” o “Belleza para seducir”, la escritora se las ingenia para filtrar su ideología y hasta les hace trampa a sus lectoras: en nombre de una supuesta preferencia masculina, les habla de libertad, de los peligros de ser víctimas de la moda, de lo feo que es pasarse el día rezongando, de cómo tratar a la empleada doméstica, de cómo verse hermosa después de los 40.
Lispector escribió columnas femeninas en tres diarios, siempre refugiada tras seudónimos en nombre de la sensibilidad de sus viejos lectores y para preservar, decía, la imagen de esposa del diplomático Maury Gurgel Valente. Firmó como Tereza Quadros en Comício (diario opositor al gobierno de Getúlio Vargas). Fue Helen Palmer para el Correio da Manhá y escritora fantasma para el Diário da Noite, donde sus palabras llevaban la firma de una popular actriz, Ilka Soares.
¿Por qué lo hizo? “Imaginé que no aceptaría —escribe Alberto Dines, ex director de Diário da Noite en el prólogo de Correio feminino—. Para mi sorpresa, aceptó con entusiasmo: recién divorciada, con dos hijos pequeños, precisaba ganarse la vida. (!) Estábamos encajados en una campaña contra la Impresa Marrom, amenazados de muerte por policías chantajistas, pero para nosotros era importante que la página femenina no saliese en blanco. Para ella, su página era la más importante del diario. Estaba en lo cierto.”
“En aquella época, los escritores, incluyendo los consagrados, no conseguían vivir del derecho autoral. Clarice, como tantos otros, terminó acercándose a la prensa. Ella siempre actuó de manera digna y profesional: investigaba, leía mucho, se actualizaba para escribir estas columnas que eran, incluso, discordantes con el estilo de su lenguaje y la temática de su obra literaria. Claro: estaba protegida por seudónimos. Pero siempre, escribiendo sobre aquello en lo que creía, logró valorizar a su lectora y concientizarla de lo que es ser mujer, de lo que es ser femenina. Sin alardes, sin textos polémicos ni inflamados por un lenguaje combativo”, destaca ante Las/12 Aparecida Maria Nunes, doctora en literatura brasileña, periodista y profesora universitaria, compiladora de las columnas de la escritora.
Su biblioteca fue testigo: Lispector se lo tomaba en serio. Después de su muerte, allí quedaron libros como Ricettario domestico-Enciclopedia moderna per la donna e per la casa, The Homemaker’s Enciclopedia: Personal Beauty and Charm, Beleza e personalidade: o livro azul da mulher. Muchos, incluso, todavía guardaban papelitos que marcaban páginas y párrafos destacados con fibrón. Es que ella no intentó revolucionar el género sino ser funcional a él, enfundarse en sus códigos. En las cartas que le escribió a Fernando Sabino está la prueba: le describía cómo era esa tal Tereza Quadros: “Es dispuesta, femenina, activa, no tiene baja presión, incluso hasta es feminista. Una buena periodista, en fin...”.
Tenía por qué tomárselo a pecho: sus primeras columnas datan de los años ’50, las últimas de 1960. Brasil era dirigido por el régimen de Getúlio Vargas y, paralelamente, en el mundo explotaba la industria de los electrodomésticos que brindaban máximo confort para el hogar. Era el boom de los productos cosméticos. La mujer (latinoamericana) salía a conquistar el mundo académico y el mercado laboral. Incluso ella, referente del modernismo brasileño, fue víctima y beneficiaria de esta expansión: llegó a firmar contrato con Pond’s para, de una callada manera, crear hábitos de consumo en las lectoras desprevenidas.
El modelo de mujer que Lispector esculpió en toda su obra se parece: ellas tienen inquietudes propias, cuidan su costado femenino, valoran entregarse a la lectura, destierran el matrimonio como puerto ineludible. Como agrega Nunes: “Valiéndose de ‘pequeños textos inofensivos’ sobre comer, vestir, arreglarse, Clarice Lispector instiga a su lectora a meditar sobre las realidades sobre las que se estructura la sociedad: el mundo de las simulaciones y la verdadera naturaleza de las cosas”.
Sin dudas, alguna de sus lectoras habrá hecho propio el mensaje: inteligente es la que no se rinde a los caprichos de la moda, y bonita, la que es feliz.
publicado en Diário da Noite,
28 de abril de 1960
No sólo el espejo de la madrastra de Blancanieves es mágico. La verdad es que todo espejo tiene la misma magia. ¿Recuerdan a la madrastra malvada? Ella tomaba el espejo –probablemente era un espejo de cartera– y preguntaba:
–¿Quién es más linda que yo?
El espejo respondía. Como cualquier espejo.
No se desanime por lo que cualquier espejo puede responder. Las respuestas no son tan crueles, son informativas, y de usted depende el uso de las informaciones.
Sólo que la pregunta de la reina no cabe. Y no importa. Usted no debe preguntar: “Quién es más linda que yo”. Es mejor preguntarle al espejo: “¿Cómo puedo estar más linda de lo que soy?”.
Aquí los ingredientes para un espejo mágico: 1) un espejo propiamente dicho, preferentemente uno de cuerpo entero, 2) usted delante de ese espejo, 3) coraje.
Sólo porque hablé de coraje apuesto a que se está preparando para descubrir algo amedrentador. No es eso. Coraje para verse, en vez de imaginarse. Y, sin darse cuenta, encontrar algún plan cuyo objetivo secreto sea llegar a ser lo que usted imaginó. Pero recuerde: la imaginación sólo nos sirve cuando está basada en la realidad. Su “material de trabajo” es la realidad respecto de usted misma.
No le voy a decir lo que tiene que hacer para mejorar su apariencia. No tengo la pretensión de enseñarle al pez a nadar. Hay sólo una cosa que usted no sabe: que sabe nadar. Quiero decir: si tiene confianza en sí misma, descubrirá que sabe mucho más de lo que piensa. Pero, de cualquier manera, estaré aquí para ayudarla a no olvidar lo que sabe.
publicado en Diário da Noite,
8 de noviembre de 1960
Lo mejor es no fumar, tanto para hombres como para mujeres. Pero si usted fuma, fume bien, fume com jeito femenino. Fume sin apurarse (apurarse no es elegancia, es torpeza). No tire la ceniza del cigarrillo con la punta de la uña (es muy feo). No hable con el cigarrillo entre los labios (eso está bien para estibadores y, asimismo, para estibadores varones; incluso siendo estibadora, usted no debe). Tazas y platitos no son ceniceros, sobre todo cuando la fumadora es mujer (la rudeza es más tolerable en los hombres).
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