Viernes, 22 de septiembre de 2006 | Hoy
PERFILES
A partir de un episodio por lo menos curioso con el que Laura Mantel se topó en una peluquería empezó a escribirse El tema fueron las piernas, una obra que retrata a la misma muerte con ironía y buena dosis de suspenso.
Por Laura Rosso
El tema fueron las piernas es la tercera obra de Laura Mantel como directora y la primera como dramaturga. Hubo una gran cantidad de trabajos previos como actriz –Salomé (teatro Antesala, 2004), Parásitos (Espacio Callejón, 2003), Cara de Cuero (Instituto Goethe, 2001), La movilidad de las cosas terrenas (Sportivo Teatral, 2000) y algunos más– hasta que llegó el momento en el que decidió bajarse de las tablas y empezar a dirigir. Infortunados Ojos y Jockey Club fueron otros trabajos que dirigió y en los que compartió el proceso de escritura porque fueron construidos desde una concepción grupal, a partir de las improvisaciones con los actores. Ahora, con esta tragicomedia que mezcla el policial con la ciencia ficción y la ironía con el suspenso, Mantel sale a la luz con una apuesta fuerte y riesgosa que, además, lleva su firma.
–Arranqué a estudiar teatro a los quince años con Cristina Banegas, en un grupo de adolescentes. Después, seguí tomando clases en el Centro Cultural San Martín con Paco Redondo y algunos años más tarde llegué al Sportivo Teatral de Ricardo Bartís, que fue donde más me formé como actriz.
Empezaste actuando y continuaste escribiendo y dirigiendo, ¿por qué ese pasaje?
–Bartís en sus clases trabaja una mirada muy fuerte de la totalidad de la obra, que sería un acercamiento hacia la dirección. Entrena al actor a que maneje una mirada integral de la puesta. A partir de ese tipo de entrenamiento me empezó a gustar dirigir y había compañeros que me pedían que mirara sus trabajos. Fue después de leer Tito Andrónico, de Shakespeare, obra en la que me inspiré para Infortunados Ojos, que empecé a verme a mí misma desde afuera y no tanto adentro, me imaginaba esa obra con algunos actores que yo conocía y se me presentó esto de dirigir de una manera más fuerte. Pensar en la totalidad y ver la totalidad de la obra es maravilloso.
¿Por qué empezaste a escribir teatro?
–Comencé a tomar cursos de dramaturgia, siempre me gustó escribir, pero nunca me lo había planteado, creo que la necesidad surgió de dirigir y de una necesidad mas fuerte de construir algo. Mauricio Kartún solía ir al Sportivo y teníamos reuniones con él para mostrar el trabajo y él nos daba su punto de vista desde la dramaturgia. También estudié con el dramaturgo Hernando Tejedor. Parto de la idea de personas que se hablan, que se dicen cosas por más de que haya momentos en que no hay diálogo, ni texto y se construya desde la acción, desde lo que se ve o desde lo que se escucha. Hay ciertas cosas que no las contás pero hay signos, sonidos y acciones puntuales. El desafío de escribir teatro es que el que cierra es el que mira, el espectador y creo que eso es lo que está bueno. Cuanto más la obra te permita abrir el sentido e imaginar, mejor, que ese universo que se construye te convoque.
¿En qué te inspiraste para esta obra?
–Esta obra en particular nació a partir de una situación que yo viví: estaba llegando un día a mi casa, a la nochecita, buscando una peluquería que estuviera abierta, pero todas estaban cerradas. La peluquería que está al lado de mi casa siempre cierra más temprano porque es una peluquería de barrio, chiquita, donde van señoras grandes. Yo estaba llegando y vi que estaba abierta y una de las peluqueras parada en la puerta. Me acerqué y pregunté si estaba abierto. Me dijo: “Mirá, ahora no te vamos a poder atender” y miro hacia el costado a una señora que estaba sentada en una silla –que yo veía de espaldas– y me dice: “Porque esta señora recién se murió”. Entonces sale un policía del fondo y me mira y la peluquera agrega: “La señora que está parada enfrente es la hija, con el yerno”. “Ah, bueno, y ¿la puedo ayudar en algo?”, pregunté, no sabiendo muy bien qué hacer y pensando en que yo había llegado para hacerme las manos. “No, no, te agradezco, ahora nosotras tenemos que ir a declarar.” El policía seguía ahí parado mirándome y yo pensé: “Bueno, mejor me voy”. Y me fui a mi casa. Fue muy fuerte y estaba bastante shockeada porque había sucedido ahí al lado de mi casa.
Tenías una escena, con los personajes y todo.
–Fue muy teatral. Y dije con esto tengo que hacer algo. Era claramente una escena. Entonces empecé a hacer pruebas, partí de esa imagen trágica y oscura para correrme y verla desde otro lugar. Contrastar la muerte con otras situaciones. Ese fue el puntapié inicial para empezar el proceso de escritura, que me llevó un año. Convoqué a los actores y conseguimos subsidios de Proteatro, del Instituto Nacional de Teatro, del Fondo Nacional de las Artes y ensayamos durante un año.
¿Te cambió de alguna manera esa experiencia?
–Es como parir, la sensación es ésa. Todo estuvo hecho desde el deseo, con mucha dedicación y trabajo. Trabajamos muy bien en grupo, ver que todos se ponen la camiseta y vamos juntos para adelante, cada uno con sus otros trabajos y ensayando a la noche tarde... pero lo llevamos adelante con mucha alegría y eso se transmite y genera energía.
¿Qué opinas de la gran cantidad de obras que hay en cartel?
–Hay una movida muy grande. Hay lugares donde se habilitaron los lunes, los martes, los miércoles para función, hay mucha movida, muchas salas. Creo que el teatro fue una de las cosas que más se impulsó después de la crisis del 2001. Desde la concepción, el lenguaje y la estética y con pocos recursos se consiguen cosas muy interesantes, no sólo acá en Buenos Aires, también en Córdoba y en otras provincias.
¿Quisieras volver a actuar?
–Sí. Me dan ganas de volver arriba del escenario, pero no dejaría de dirigir. Encuentro que hay etapas, antes cuando era más chica, me sentía bien si hacía cien cosas a la vez, actuaba en tres obras, iba a entrenar, hacía contact-improvisation y después necesité concentrarme en una cosa o dos como mucho. Focalizo, estoy más tranquila y disfruto más cada cosa. Y quiero seguir probando, indagar en diferentes zonas. Creo que siempre es importante poder trabajar cómoda y estar bien con lo que una hace.
El tema fueron las piernas, Teatro del Abasto, Humahuaca 3549. Jueves 21 hs.
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