Viernes, 26 de febrero de 2010 | Hoy
MúSICA
La joven Sara Hebe y un disco en el que las letras, rapeadas, se disparan como puñales apuntando a todas esas situaciones que nadie quiere ver del todo: desde la militarización de la Patagonia hasta la criminalización de la juventud.
Por Santiago Rial Ungaro
Sara Hebe siempre fue la hija del loco. Y no se trata de literatura. Su nombre, que parece un astuto seudónimo artístico, es el nombre que le pusieron sus padres. “En Chubut siempre me conocieron así: siempre fui ‘la hija del loco’”, comenta Sara, y en su rostro se dibuja una mueca que, más que nostálgica, parecería de autorreconocimiento, como cuando alguien se mira a los ojos en el espejo. Sara Hebe acaba de sacar su disco debut y, con una crudeza que también está presente en su lírica combativa, lanza una feroz autocrítica: “La verdad es que el disco podría haber quedado mucho mejor. Pero necesitaba terminarlo, tenía mucha ansiedad por que el disco llegara a más manos, a otras provincias, porque siento que todo está por explotar muy pronto”, dice, y en sus ojos verdes ahora parece reflejarse el brillo de un fuego destructivo, más que apocalíptico purificador: lo que late en las rimas de Sara Hebe y hace que su CD debut, sea una revelación es el fuego interior de una chica que se anima a jugar con las palabras y, más aún, a que las palabras jueguen con ella. Ejemplos: “La Revolución verdadera no tiene sponsor”, “Soy la que quedó viva: entré por la salida”, “De tan histérica histórica”. “Van a destruir la niñez: demoler casas para construir cárceles”. “Gracias a Dios es atea”. Sara Hebe no tiene pelos en la lengua, eso está claro...
Y sí, es probable que un segundo CD de esta talentosa rapera sea aún mejor que este, pero si hay algo que justamente cautiva de este disco es la urgencia que transmite la voz de Sara Hebe. Quizá ese sea el auténtico legado de su papá: “Mira, en un momento mi viejo trabajaba haciendo negocios, era representante de una marca, pero después no trabajó más. ¡Pero a quién le gusta trabajar! ¡Es un garrón! Ahora se dedica a pensar, fumar, meditar y reflexionar... Siempre está pensando en ideas para que el mundo esté mejor... ¡ideas imposibles de lograr! Siempre tuvo ideas loquísimas, como reforestar la Patagonia, mandarle cartas al Papa... Y yo creo que de algún modo yo llevo a cabo sus ideas. La gente le tiene miedo a la locura, y está bien, porque la locura no es algo lindo: es un sufrimiento. Pero también a veces se confunde, porque los locos no tienen maldad: una cosa es un loco y otra un hijo de puta, un asesino. Videla no era un loco: era un asesino”.
Acorde con la locura a la que hace alusión el título, Sara Hebe vino a Buenos Aires en el 2001 (un año bastante demencial) a estudiar abogacía. Si las aulas le mostraban el Derecho, las calles pronto la tentaron con el Izquierdo... “Cualquier conocimiento es lindo. Pero cuando estaba viendo la materia ‘Obligaciones’ me di cuenta de que nunca iba a terminar la carrera. En esa época a bailar, estuve 2 años bailando y aprendí mucho con Marita Amendola, una muy buena bailarina de hip hop y dance hall.” Por ese entonces Sara también empezó un taller de teatro con Norman Briski del que salió Makinando, una obra colectiva basada en la historia de La Gráfica Patricios, empresa recuperada a manos de los trabajadores, ensayada y presentada en la misma fábrica.
“Igual ya en ese entonces yo estaba siempre bailando el hip hop. Y la obra de teatro al final tenía un tema divino, melódico. Y se me ocurrió hacer esa letra rapeada; me bajé una base de Internet y escribí esa letra en plan hip hop. Antes yo nunca había hecho nada con el rap”.
Es curioso que, en vez de tener antecedentes literarios, la influencia de la Hija del Loco sea el baile. “Soy visceral. Y creo que eso es lo que me permitió sintonizar con el rap, que es algo que tiene mucha fuerza para expresar la terrible rabia por todas las cosas que pasan.” Ahora Sara Hebe empieza a hablar sobre lo que pasa en su tierra y mira el grabador: “¿Estás grabando esto? Es que esto sí es importante que salga, eh?: El sur está muy militarizado por los intereses que hay en la tierra por la minería. Parecido a lo que pasó en Catamarca con la poblada que hubo hace un par de días, que terminó con 50 detenidos, incidentes y balas de goma. Además es carísimo el porro y no podés fumar tranquila. Y en cambio es muy fácil conseguir cocaína. Son situaciones muy violentas.” También le molesta a Sara Hebe la violencia sobre los menores, como la idea de bajar la edad de imputabilidad. Así, en la “La Nueva Ley”, arremete, junto a Agostina Mauro, contra la institucionalización de la violencia infantil: “No pueden ser culpables los menores”, dispara. No es casual que la primera persona que invitó a tocar a Sara Hebe haya sido Orge, otro rapper que parece preocupado en cantar sobre todo lo que los demás parecen dispuestos a omitir: “Orge es muy importante para mí porque fue la primera persona que se interesó en lo que hacía y me invitó a cantar. Orge y Caro son underground en serio. Son una influencia para muchos. Y viven como piensan”.
Como Sara Hebe, diciendo lo que muchos saben pero prefieren callar, ubicándose en el único lugar, que por cierto, parecer quedarle cómodo: el ojo de la tormenta: “Ya tengo 26 años, y sé que no entro en ningún lado. Yo no tengo opción: o la calle o el éxito. O el éxito de la calle, que es el que termina salvándome la vida. Esa es lo mía”.
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